En el mundo de la jardinería sustentable, cada detalle cuenta para que las plantas crezcan fuertes y saludables. Una técnica que gana espacio en Mendoza y otras provincias argentinas consiste en reutilizar los corchos de botella en macetas y jardines. Más allá de lo estético, este material natural ofrece soluciones prácticas para el cuidado cotidiano.
Jardinería y plantas: por qué los corchos ayudan
Los especialistas coinciden en que el corcho regula la humedad y favorece la oxigenación del sustrato. Su textura porosa permite que el aire circule entre las partículas de tierra, lo que previene que las raíces se asfixien. En macetas pequeñas o en interiores, donde la compactación del sustrato es un problema frecuente, este método marca la diferencia.
Además, los corchos funcionan como una capa de drenaje eficiente. Al ubicarlos en la base de la maceta, evitan encharcamientos y reducen el riesgo de pudrición de raíces, un inconveniente común en plantas ornamentales y de interior. Para quienes cultivan en Mendoza, donde las temperaturas y la sequía pueden variar drásticamente, este recurso permite estabilizar la humedad de manera más natural.
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Cómo usar corchos en macetas y jardín
Existen diferentes formas de aplicar este truco de jardinería:
En la base de la maceta: colocar corchos enteros o en trozos antes de añadir la tierra.
Mezclados con el sustrato: triturados, mejoran la aireación y conservan la humedad de manera uniforme.
En la superficie de la maceta: como cubierta, ayudan a proteger contra plagas y a reducir la evaporación del agua.
En todos los casos, el corcho actúa como una barrera natural contra insectos y babosas, dificultando el acceso a los tallos y raíces. Esto resulta útil en jardines domésticos donde las lluvias o el riego excesivo favorecen la aparición de plagas.
Beneficios extra en la jardinería mendocina
El uso de corchos también se relaciona con la economía circular y el reciclaje. En lugar de desecharlos, pueden reutilizarse en beneficio del jardín, reduciendo residuos y aprovechando un material renovable. En contextos urbanos como Mendoza, donde crece la tendencia de huertas familiares y macetas en balcones, esta práctica resulta económica, ecológica y eficaz.
Otro beneficio es que los corchos protegen el sustrato de cambios bruscos de temperatura. En verano, ayudan a que el agua no se evapore demasiado rápido; en invierno, aíslan las raíces del frío. Este detalle favorece a especies sensibles que suelen resentirse con la amplitud térmica característica de la región cuyana.
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En jardinería, la clave está en aprovechar recursos simples y efectivos. Lo que antes era un desecho, hoy se convierte en un aliado natural para quienes buscan un jardín equilibrado, sano y adaptado a los desafíos climáticos de Mendoza./Infobae.