Una sonrisa de oreja a oreja, acompañado por Mauro Cetto y por Horacio Arreceygor. La foto habla por sí sola. Y no es para menos. Porque él se lo merece. Porque él se lo ganó a base de esfuerzo y dedicación. Después de idas y vueltas, Sebastián Torrico puso la firma y extendió su contrato hasta diciembre de 2022 para agregarle un capítulo más a esta historia de película.
Más allá de haber sido jugador libre por algunas horas, la continuidad del Cóndor nunca estuvo en duda. ¿Por qué? El arquero había arreglado de palabra un día antes de partir rumbo a Pilar para realizar la pretemporada, hecho que hizo que se dilatara la confirmación.
Ojo, la negociación tuvo sus contratiempos. El primero que hizo referencia a la renovación del vínculo había sido Marcelo Tinelli a principios de mayo, antes de pedir su licencia como presidente de San Lorenzo. En ese entonces, el Cabezón lo había hecho a través de una historia en su cuenta de Instagram. Sin embargo, las luces de alerta se encendieron poco después, cuando Arreceygor declaró que había "mucha distancia" entre lo que Torri pretendía y lo que el club estaba ofreciendo. Finalmente, las asperezas se limaron y hubo final feliz.
El Cóndor llegó al Ciclón en abril de 2013, con una autorización de emergencia de la AFA y un contrato por dos meses, con la urgencia de cubrir la ausencia de Pablo Migliore, luego de haber sido detenido. En ese momento era suplente en Godoy Cruz, estaba por quedar libre y pensaba en buscarse club en el Ascenso. ¿Cómo terminó? Siendo clave para la obtención del Inicial 2013 y la Copa Libertadores 2014, además de ganar la Supercopa Argentina 2015. Todo esto en 198 partidos en el club.
En noviembre del año pasado, una luxación en el hombro izquierdo amenazó con acelerar su retiro. Tuvo que pasar por el quirófano, como ya la había ocurrido a causa del otro brazo en 2018, pero regresó otra vez. Pese a sus 41 años, Sebastián se volvió a ganar el puesto con grandes actuaciones (muy recordado por el triunfo 2-1 al River de Gallardo) para mantenerse vigente y agigantar su idolatría. Sí, hay Torrico para rato...