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River acarició la hazaña, pero no le alcanzó: le ganó 2-0 a Palmeiras y dijo adiós

Por Sección Andino Sports

Palmeiras y River juagaron la revancha de las semifinales de la Copa Libertadores, tras el triunfo de los brasileños por 3-0 en la Argentina. El partido se jugó en el Allianz Parque de San Pablo, a puertas cerradas por la pandemia de coronavirus, el árbitro fue el uruguayo Esteban Ostojich y fue televisado por ESPN.

El partido fue un ida y vuelta. Antes de los diez minutos, Franco Armani tapó un mano a mano ante Rony, en una jugada en la que Javier Pinola habilitaba al delantero brasileño. En el contragolpe pudo haber anotado el equipo millonario: Rafael Santos Borré remató a colocar, Weverton bloqueó, pero dio rebote. Matías Suárez no pudo aprovecharlo.

Conforme pasaban los minutos y los brasileños ralentizaban el ritmo del partido, el banco de River se impacientó. "Ya se comieron 4 de 15", protestaron, luego de que el arquero Weverton pidiera reemplazo para uno de sus guantes. Antes, Marcelo Gallardo había arengado a sus dirigidos: "¡Vamos, vamos que estamos bien!". 

De todas maneras, el primer gol de la noche casi llega a través de un anotador impensado: el chileno Paulo Díaz robó la pelota en campo rival, esperó a sus compañeros y le pegó desde afuera. River consiguió desnivelar en la jugada siguiente: Robert Rojas encontró en el aire un córner de Nicolás De la Cruz y colocó la pelota lejos del arquero. River tiene tiempo y sueña.

Pudo Palmeiras descontar, pero Ze Rafael elevó su remate, ingresando solo por el medio del área. En la elaboración de la jugada hubo un error clave de Rojas, quien no pudo cerrar a tiempo. Rony había llegado hasta el fondo y no supieron contenerlo. Por suerte para River, el mediocampista brasileño definió mal. Fue una alerta.

Más tarde, el cordobés Matías Suárez entró por la izquierda del área luego de una recuperación rápida y remató de zurda, forzando otra buena atajada de Weverton. En el banco, Gallardo aprobó la acción, pese a que no se concretó en gol. Le gustaba lo que estaba haciendo su equipo en la cancha. Al instante, los médicos de Palmeiras hicieron un gesto de cambio ante las muestras de dolor del paraguayo Gustavo Gómez. El capitán, ex jugador de Lanús, debió abandonar el campo de juego por un problema en su pierna izquierda.

Antes del primer tiempo, otra jugada al corazón del área terminó en gol de River. Nicolás De la Cruz abrió su pie derecho y, con un centro, buscó a Suárez, que no pudo concretar. El balón lo sobró y, en el segundo palo, apareció Borré libre de marca. El conjunto argentino se puso, entonces, a un gol de diferencia de su rival. Y con una superioridad anímica por momentos abrumadora.

El festejo con bronca de Borré

A los seis minutos del segundo tiempo, River completó la hazaña. La pelota fue de lateral a lateral. Un centro de zurda de Angileri terminó en la orilla opuesta del área. Allí apareció Gonzalo Montiel, quien empalmó de derecha sin pensarlo dos veces. Weverton miró la pelota, que se incrustó en su arco y se transformó en el 3-0 de los argentinos. Sin embargo, y tras casi cinco minutos de deliberación, el árbitro uruguayo Ostojich anuló la conquista a instancias del VAR, manejado por Nicolás Gallo. En la repetición se vio cómo Borré vuelve de la posición adelantada para intervenir en la jugada.

Más tarde, Robert Rojas volvió a cometer un error parecido al que le costó un gol en el partido de ida. Derribó a Luiz Adriano estando amonestado y Ostojich le mostró la tarjeta roja. La cuesta arriba se le hacía aún más pronunciada al equipo argentino. Peor aún luego de que el árbitro le diera un penal por infracción sobre Suárez. Pero Gallo, el asistente de VAR, llamó al uruguayo Ostojich y le recomendó ver la jugada. Luego de varias repeticiones, en cámara normal y cámara lenta, el árbitro se retractó. River, que se había quedado sin el gol de Montiel, ahora se quedaba sin el penal.

A ocho minutos del final, Borré tuvo el gol que igualaba la serie y mandaba la semifinal a penales. Fue a la salida de un córner, y en el área chica. Casi sin ángulo, remató y la pelota dio en el palo. Weverton, el arquero de Palmeiras, festejó la acción como si hubiese sido un gol propio. Fue todo de River, e incluso pudo haber tenido un penal sobre el final. Ostojich revisó la jugada, que sin embargo fue invalidada por una posición adelantada de Federico Girotti, quien había ingresado por Javier Pinola en la búsqueda del tercer gol. Ese que nunca llegó. Y que hizo que River se quedara a las puertas de la final. 




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