Si tenés un perro como mascota, es probable que alguna vez lo hayas sorprendido intentando morder piedras, zapatos u otros objetos que pueden hacerle mal si se los traga. Aunque pueda parecer una travesura, este hábito suele tener explicaciones más profundas relacionadas con su salud, su desarrollo o incluso con su vínculo con el entorno.
¿Por qué mi perro mastica objetos que no debería?
Antes de enojarse, es importante entender qué motiva a un perro a morder lo que no corresponde. En todos los casos, no se trata de un capricho ni de una maldad, sino de un comportamiento que necesita ser comprendido para poder corregirse.
Curiosidad y exploración: sobre todo en cachorros, que usan la boca para conocer el mundo.
Etapa de dentición: los pequeños buscan aliviar las molestias en las encías.
Aburrimiento o falta de estímulo: un perro que no gasta energía puede recurrir a morder cualquier cosa.
Ansiedad o estrés: algunos encuentran en este hábito una forma de calmarse.
Búsqueda de atención: si perciben que al morder algo el dueño reacciona, repetirán la conducta.
Instinto de protección: esconder objetos es una conducta heredada de sus ancestros.
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Mascota: las razones por las que tu perro come piedras y elementos no comestibles
Cómo ayudar a tu perro a dejar este hábito
Una vez identificada la causa, el paso siguiente es aplicar estrategias que reduzcan la conducta indeseada de tu mascota. El refuerzo positivo es la clave del aprendizaje, y nunca deben aplicarse castigos que solo generen más ansiedad.
Algunas medidas efectivas incluyen:
Ofrecer juguetes adecuados: especialmente mordederas y juegos interactivos con premios.
Incrementar el ejercicio diario: paseos más largos, juegos de búsqueda y actividades de olfato.
Enseñar comandos básicos: órdenes como “dejá” o “soltá” pueden ser muy útiles.
Premiar la buena conducta: caricias, palabras amables o golosinas para mascotas.
Mantener la casa ordenada: evitar objetos tentadores al alcance del perro.
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¿Cuándo acudir a un especialista?
Si el comportamiento se vuelve compulsivo, destructivo o afecta la convivencia, lo mejor es consultar a un adiestrador o a un etólogo canino. El apoyo profesional puede ser decisivo para resolver problemas de conducta y mejorar la calidad de vida tanto del perro como de la familia.