José de San Martín, Padre de la Patria y del vino argentino
Además de libertador, José de San Martín fue vitivinicultor en Mendoza: impulsó viñedos, elaboró vino y marcó el origen de la vitivinicultura nacional.
José de San Martín padre tambien del vino cuyano (Imagen trabajada con IA)
Mendoza se ha transformado en un faro de la vitivinicultura del nuevo mundo, con sus vinos reconocidos a nivel mundial y poseedora de vinos y enólogos de 100 puntos para casi todos los rankings y másters of wine globales. Una historia que se remonta al propio José de San Martín.
Pero la historia de Mendoza y el vino abarca más de dos siglos, si bien se la conoce con algo más de profundidad desde aproximadamente 1850 hasta aquí. Por aquellos años se produjo el primer cambio importante en lo concerniente a la industria vitivinícola, cuando el Presidente Domingo Faustino Sarmiento convenció al joven agrónomo francés Michel Aimé Pouget (en Argentina conocido como Miguel Amado), quien estaba radicado en Chile, de trasladarse a Mendoza para poner en marcha la Quinta Agronómica, primera escuela en la materia fundada en la Argentina.
Pouget, que apenas pasaba los 30 años, aceptó el desafío y emprendió, con el apoyo de Sarmiento y sus primeros alumnos, la primera revolución de la vitivinicultura mendocina que dejó de lado los métodos coloniales de elaboración de vinos. Pero no solo eso, además fue el introductor de la cepa Malbec en territorio mendocino, la cual hoy es la embajadora del vino argentino en el mundo.
Los orígenes y la primera vitivinicultura cuyana
Pero antes de que todo esto ocurriera, hay otra historia de la vitivinicultura cuyana que comienza a principios de la colonia y que se acrecienta y hermana con Chile y Perú a través de nuestro Libertador, el General Don José de San Martín. La crónica nos remonta a las primeras vides implantadas por los colonizadores españoles en los alrededores de las iglesias, con el objetivo de elaborar su vino para la misa y alguna “sobrita” para otros menesteres.
El particular desierto cuyano y las obras de riego de los pueblos originarios de la zona concibieron un escenario ideal para el desarrollo de esos parrales y viñas de cabeza que producían vinos rosados, o claretes a los estándares de hoy, ya que los tintos duros y untuosos eran patrimonio de los procesos europeos de elaboración. Pero, ¿cuál es la importancia de San Martín en esta historia? Se puede dividir en dos etapas: una, cuando llega por primera vez en 1814 como Gobernador de Cuyo, y la segunda, en su vuelta de la Campaña Libertadora en 1821, cuando se queda en Mendoza por aproximadamente un año y medio hasta que parte a Francia, en medio de la conmoción política, para no volver.
San Martín regresa a Sudamérica en 1812 como un oficial hecho y derecho, para sumarse a la lucha independentista, con una formación europea muy sólida y una amplia cultura. Tras organizar el Regimiento de Granaderos, triunfar en la Batalla de San Lorenzo y asumir el mando del Ejército del Norte, es nombrado Gobernador Intendente de la región de Cuyo, con la meta de contener a las tropas realistas y asegurar la frontera con Chile, aunque su propósito real era preparar el paso a Chile para liberarlo y garantizar la independencia de España.
La uva criolla y la producción para el ejército
El General llega a Mendoza en septiembre de 1814 y comienza a armar el plan y el ejército para cruzar los Andes. Ese objetivo lo lleva a transformar Mendoza en una “Ciudad Industrial” capaz de preparar y equipar al ejército para la travesía. Desarrolla talleres metalúrgicos, impulsa la industria textil y alimenticia, y fomenta la actividad cultural y recreativa necesaria para cambiar la cara de la región. También es padre de la organización territorial.
Obviamente había que asegurar la alimentación de los habitantes ante la “explosión demográfica” que significó la llegada de soldados y voluntarios para el ejército, quienes se sumaron a la población mendocina. Por ello, San Martín dio un fuerte impulso a la actividad agropecuaria, ganadera y vitivinícola, que ya era extensa en Mendoza, pero sufría por los gravámenes del Gobierno Central al vino y al aguardiente cuyano, para favorecer la entrada de caldos europeos sin impuestos por el puerto de Buenos Aires. A través de Tomás Godoy Cruz, su mano derecha, San Martín tuvo memorables enfrentamientos con el Gobierno Central buscando gravar los caldos que llegaban desde Buenos Aires y financiar así el ejército independentista.
En ese momento, lo único que había en estas tierras era uva criolla (el Malbec y otras cepas llegaron recién con Pouget y Sarmiento 40 años después), pero los vinos que se producían no eran malos. San Martín tomó nota y fomentó nuevas plantaciones en chacras de la zona para aumentar la producción y abastecer al ejército.
Las bovedas 1
El Museo de las Bóvedas, que remeda la casa de la chacra de José de San Martín (imagen intervenida con IA)
El San Martín vitivinicultor en Perú y Chile
Los historiadores cuentan que, durante su gestión como Protector del Perú, San Martín, junto a su ministro de Hacienda Hipólito Unanué, promovió activamente la producción de pisco. No era la única región donde dejaba su huella: en Mendoza alentó la elaboración de vino rosado con uva Listán Prieto, mientras que en Chile fomentó bebidas locales como el “chacoli”, de raíces vascas, y el “asoleado”. Estas iniciativas muestran que San Martín no solo fue un estratega militar y político, sino también un impulsor de las culturas vitivinícolas y de bebidas de Sudamérica.
Es difícil saber qué cantidad de productores había en esa época. Los datos más certeros provienen de 1739, cuando se censaron 150 vecinos propietarios en Mendoza, de los cuales 96 producían uva, y del censo de 1825, que detectó 362 viticultores, según revelaron el historiador Pablo Lacoste y su equipo. Entre esos más de 300 estaba el General San Martín en su chacra La Tebaida, en Los Barriales, en el Este mendocino, donde hoy se encuentra el límite de los departamentos de San Martín y Junín.
Las tierras del Este
La historia cuenta que, poco después del nacimiento de Merceditas en 1816, pensando en su futuro, pidió al coronel Toribio Luzuriaga 50 cuadras de tierra para dedicarlas a la labranza en “Los Barriales”, a cuyo progreso había colaborado activamente instalando allí una villa. Se accedió a su petición y se agregaron 200 cuadras para su hija Mercedes. San Martín agradeció al Gobernador y al Cabildo, pero informó que, a nombre de su hija, donaba las 200 cuadras a quienes se distinguieran en la campaña militar.
El vino en el Cruce de los Andes
Los documentos del Cruce de los Andes certifican que el General llevó vino mendocino a razón de una botella para cada uno de los 5.200 hombres, usando 113 mulas para el traslado de vino de un total de 1.922 mulas de carga que integraban la fabulosa caravana libertadora.
A la vuelta de la Campaña Libertadora, en 1821, San Martín se establece nuevamente en La Tebaida y, con el cuidador de sus tierras que las mantuvo productivas entre 1817 y 1821, retoma fuertemente la producción de vinos y aguardiente. Aunque de aquella chacra hoy no queda nada, se conservan bóvedas abovedadas cercanas donde se almacenaba el vino con mayor frescura en los tórridos calores del verano del desierto.
La cava, los vinos especiales y la leyenda
Se dice que San Martín tenía una cava con vinos especiales para amigos o para oficiales del ejército, y que incluso jugaba con envases de vino europeo y criollo en bromas con sus amigos, aunque muchas de estas historias forman parte de la leyenda oral. Es probable que intentara aplicar técnicas para acercar los vinos criollos a los europeos, pero el tiempo que estuvo en Mendoza solo le permitió participar de cuatro o cinco cosechas.
Hoy, cuando los vinos rosados comienzan a ganar lugar en la moda internacional, vale la pena recordar que nuestro Padre de la Patria fue uno de los primeros en Mendoza en producir y mejorar aquellos primeros vinos rosados.