Entre compromiso y responsabilidad: lo que realmente define el amor de pareja
Entre señales confusas, el amor y la sexualidad revelan tensiones que aún no terminamos de comprender. La responsabilidad emerge como un único faro posible.
Entre señales confusas, el amor y la sexualidad revelan tensiones que aún no terminamos de comprender
El amor suele romantizarse hasta borrar límites esenciales dentro de la pareja, especialmente cuando se confunde compromiso con obligación cotidiana. La reflexión se centra en que sin responsabilidad mutua, incluso el vínculo más apasionado se desbalancea, dejando a uno de los dos cargando todo el peso emocional.
Compromiso, responsabilidad y la balanza emocional
El compromiso es un acto voluntario, un acuerdo consciente que puede debilitarse si no se sostiene con actos concretos. La responsabilidad, en cambio, implica obligación y capacidad de rendir cuentas, algo que paradójicamente se exige en la vida laboral o social, pero se olvida en la intimidad de la pareja.
Muchos vínculos caen en el desequilibrio cuando una persona se vuelve “mono responsable”, cargando con tareas, disculpas y justificaciones, mientras la otra evita asumir su parte. La metáfora de la balanza ayuda a entenderlo: si uno aporta 90 y el otro apenas 10, la relación se hunde del lado más pesado. Las excusas habituales (“no es para tanto”, “hago lo que puedo”, “vengo cansado”) se convierten en mecanismos que anulan el dolor del otro y perpetúan el desajuste.
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El amor suele romantizarse hasta borrar límites esenciales dentro de la pareja
Cuando este desequilibrio se sostiene en el tiempo, aparecen dinámicas como la codependencia, donde uno cuida todo y el otro no cuida nada. El cambio solo es posible cuando ambos reconocen su rol y dejan de minimizar lo que hiere.
La construcción del amor responsable
Para recuperar equilibrio, el primer paso es una comunicación clara. Evitar el tema, postergarlo o maquillarlo con salidas, regalos o silencios solo agrava la distancia emocional. La claridad implica validar lo que el otro siente, sin reducirlo a exageraciones ni reacciones “irracionales”.
Es importante tener en cuenta éstos principios básicos:
No somos responsables de hacer feliz al otro.
Sí somos responsables del impacto de nuestras acciones.
Las disculpas deben ser auténticas, no rituales vacíos.
La empatía permite reconocer límites y heridas sin entrar en defensiva.
Muchas personas repiten patrones familiares sin notarlo: modelos de padres que cortaban discusiones, evitaban dar explicaciones o normalizaban la minimización emocional. Trabajar estos patrones permite romper ciclos y construir vínculos más conscientes.
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Trabajar estos patrones permite romper ciclos y construir vínculos más conscientes
Entre el amor y la sexualidad en la era online
También es importante abordar los vínculos que nacen en plataformas digitales, donde la falta de responsabilidad se volvió epidémica. Prácticas como el ghosting, el “migajeo” o mantener a alguien como suplente replican formas modernas de amor irresponsable, dañinas tanto emocionalmente como en la construcción de lazos sanos.
El ghosting deja a la otra persona sin cierre emocional. El migajeo ofrece migajas de afecto (likes, mensajes breves, apariciones esporádicas) que tironean y confunden. Mantener a alguien “en el banco de suplentes” convierte el vínculo en una estrategia de conveniencia. En todas estas dinámicas, el antídoto es el mismo: claridad.
El especialista enfatizó que nadie es “segundo plato” y que la primera responsabilidad afectiva es con uno mismo. Decir lo que se busca (pareja estable, touch and go o nada) evita manipulaciones disfrazadas de interés y permite sostener la dignidad emocional.
Escuchá mi columna todos los miércoles a las 17,en Aconcagua Radio 90.1 en el programa Haciendo Cumbre, con la conducción de Emiliano Serrano y Cecilia Zabala.