6 de noviembre de 2025
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Mundo asegurador

El seguro paga, pero la siniestralidad sigue: por qué fallan las sanciones

Desde el sector asegurador apuntan que la falta de control y sanción agrava la imprudencia y fomenta la reincidencia al volante. Escuchá la nota.

Por Celeste Funes

En el contexto de una preocupante siniestralidad vial en Mendoza y el país, el especialista en seguros Edgardo Juchniuk analizó el rol de las aseguradoras, la falta de sanciones y el impacto de la impunidad en la conducta de los conductores. “Si no hay castigo, se pierde el sentido de la prevención”, advirtió el Expresidente de APAS Cuyo.

– ¿Qué ocurre cuando una aseguradora interviene en un siniestro vial donde hay víctimas fatales?

EJ: Es una situación muy difícil. No me gusta hablar de estadísticas porque hay un componente emocional muy fuerte. En mi caso, he vivido dos hechos así en mi vida, y puedo asegurar que no es nada agradable. Más allá del trabajo técnico de las aseguradoras, hay vidas en juego, familias destruidas, y eso cambia la forma de mirar todo el sistema.

– ¿Cuál es el rol del Estado en lo referido a la prevención?

EJ: El Estado tiene que hacer cumplir la ley. Es así de simple. A mi hija la chocaron de atrás, llega la policía municipal y me dicen: “Que se arreglen entre las aseguradoras”. No, muchachos. ¿Para qué existe una ley? ¿Para qué hay sanciones cuando se comete una infracción? Justamente para evitar que se repita.

– Muchos consideran que, si no hay heridos, alcanza con resolverlo entre las aseguradoras. ¿Coincide?

EJ: No. Termina siendo así en la práctica, pero no es lo que corresponde. Una colisión, por más leve que sea, es una infracción. Aunque haya sido un simple roce, si alguien llama al tránsito municipal, llega la multa. Y eso está bien, porque de los errores se aprende. No se trata de victimizar ni demonizar, sino de entender que sin sanción, no hay conciencia.

– ¿Cómo impacta esto en el funcionamiento del sistema asegurador?

EJ: Cuando no hay sanción, es como si el conductor tuviera un cheque en blanco por 160 millones de pesos, que es lo que cubre la responsabilidad civil. Total, la compañía paga y nadie dice nada. Por eso, al menos, hay que tener el seguro obligatorio, porque la aseguradora responde, pero el comportamiento del conductor no mejora si no hay consecuencias reales.

– ¿Qué diferencia hace entre un siniestro común y uno con víctimas mortales?

EJ: Son cosas totalmente distintas. Un incidente fatal, provocado por una persona en estado de ebriedad o por imprudencia —como cruzar un semáforo en rojo—, no puede tener el mismo tratamiento que un peatón que se cruza en un lugar indebido. Pero el punto de origen es el mismo: la falta de sanción y de control. Si no pasa nada, el mensaje es que todo está permitido.

– ¿Cree que el sistema de licencias también influye en la siniestralidad?

EJ: Totalmente. Hoy hay una flexibilización enorme. Se otorgan registros sin una evaluación real de aptitudes. El otro día se celebró como un logro el otorgamiento de una licencia a un hombre de 100 años. Yo no quiero desmerecer a nadie, pero por más bien que esté, no tiene los reflejos de una persona de 60. Eso es peligroso.

– Usted mencionó la necesidad de implementar el scoring. ¿Por qué sería importante?

EJ: Porque permitiría evaluar la conducta del conductor y aplicar sanciones proporcionales. En otros países, cuando acumulás infracciones, te retiran la licencia. Acá no. En Argentina no se aplica de forma efectiva. Y sin esa herramienta, la reincidencia es constante. Se aprende solo cuando hay consecuencias.

– ¿Qué responsabilidad tienen las aseguradoras en este contexto?

EJ: Las aseguradoras deben cumplir con su contrato. Pero el contrato dice que el vehículo debe cumplir con la normativa vigente, incluida la Revisión Técnica Obligatoria (RTO). Si no la tiene, la compañía podría rechazar un siniestro. Aunque muchas lo cubren igual, legalmente pueden negarse. El problema es que el Estado no controla, y esa falta de control también mata.

Tenemos que entender que detrás de cada siniestro hay vidas, no estadísticas. Los autos se arreglan; las personas no. Hay que visibilizar la problemática y asumir responsabilidades: el Estado, los conductores y las compañías. Sin control, sin sanción y sin conciencia, la siniestralidad vial seguirá cobrándose vidas que podrían haberse salvado.

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