La educación está en crisis. Solo uno de cada diez jóvenes de 19 a 25 años logra graduarse en Argentina en niveles universitarios o terciarios, pero tres de cada diez quedaron en el camino.
Según un informe, la educación universitaria en Argentina está en crisis. Los jóvenes dejan de estudiar porque deben llevar el pan a la casa.
La educación está en crisis. Solo uno de cada diez jóvenes de 19 a 25 años logra graduarse en Argentina en niveles universitarios o terciarios, pero tres de cada diez quedaron en el camino.
Los contundentes datos, que muestran lo que podría estar sucediendo en el sistema educativo, surgen del informe titulado “Educación y trabajo: expectativa y realidad de jóvenes en Argentina”, elaborado por Flavia Ferrari Inchauspe y Eugenia Orlicki.
"Entre los jóvenes de 19 a 25 años, solo 4 de cada 10 cursan el nivel universitario o terciario. Hay brechas de expectativas, pero sobre todo de oportunidades, según el nivel socioeconómico”, destacan en esta línea las autoras del informe.
En esa línea, el Observatorio de Argentinos por la Educación le preguntó a chicos del último año de secundaria si pensaban seguir estudiando, tras cumplir con el ciclo escolar obligatorio.
El 85% contestó que sí y aseguró tener aspiraciones académicas para la formación superior, pero en la práctica ni la mitad lo pudo hacer, lo cual disparó un gran interrogante para los especialistas en educación de Argentina: ¿por qué los chicos no concretan sus aspiraciones educativas?
La conclusión que extrajeron sobre las diferencias de expectativas tienen que ver con los ingresos socioeconómicos.
El corte es claro: los estudiantes agrupados en contextos socioeconómicos más bajos presentan menos expectativas de seguir estudiando, con un 72%, frente al 95% de los estratos más económicamente favorecidos.
“El 42% de los chicos más ricos tienen empleos de calidad, mientras que la cifra desciende al 2% entre los más pobres”, compara el reporte. Solo 4 de cada 10 jóvenes continúa estudiando y, en una proporción similar, hay un 38% de ellos que trabaja.
En los últimos años, la mayor parte de los nuevos empleos pide a trabajadores y trabajadoras estudios secundarios y terciarios, lo cual explica, en parte, la diferencia en las tasas de empleo observadas según el nivel educativo.
El efecto de una situación socioeconómica adversa es la necesidad de satisfacer lo básico. " Pensar en una carrera universitaria, cuando hay que llevar el pan a la mesa, es casi imposible", justifica el reporte.
El coordinador de Investigación de Argentinos por la Educación, Martín Nistal, remarcó que las desigualdades las marca el contexto socioeconómico, que choca con las expectativas de los jóvenes.
Para poner foco en el tema, sostuvo: "se podría decir, que las trayectorias educativas de los chicos suelen estar muy marcadas por la cuna y de donde vienen".
"Eso pasa en Argentina y en un montón de países del mundo y eso se mantiene a lo largo de toda la trayectoria escolar en términos de acceso, de terminalidad y en términos de calidad educativa y de resultados que alcanzan", amplió.
Según el experto, parte de los resultados del informe se explican, no por la apatía juvenil por la educación superior, sino por las "barreras de calidad educativa".
En esa línea, los programas académicos de alto nivel contemplan exigencias difíciles de congeniar para estudiantes que, además de estudiar, deben cumplir con horarios de trabajo.
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