El secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent, encendió una nueva chispa en el escenario geopolítico al referirse al reciente paquete de asistencia financiera destinado a la Argentina. Durante una conferencia, el funcionario aclaró que el objetivo de Washington “no es que China expanda su influencia en la región”, y sostuvo que “América Latina no necesita más Estados fallidos ni más gobiernos bajo control de Pekín”. La respuesta.
La frase fue interpretada como un mensaje directo hacia el gigante asiático y, a la vez, una reafirmación del alineamiento político y económico entre la administración de Javier Milei y EstadosUnidos. El respaldo financiero de 20 mil millones de dólares en negociaciones, bajo la figura de un swap o intercambio de monedas, busca fortalecer las reservas argentinas y asegurar estabilidad monetaria en un contexto de alta volatilidad.
La respuesta china: “América Latina no es el patio trasero de nadie”
La reacción de China no se hizo esperar. A través de un comunicado difundido por la Embajada china en Buenos Aires, el gobierno de Xi Jinping calificó los dichos de Bessent como “provocadores” y reflejo de una “mentalidad de confrontación e intervencionismo”.
El texto diplomático remarcó que la cooperación entre China y los países de América Latina “se basa en el respeto mutuo, el beneficio compartido y la no injerencia en asuntos internos”. Además, recordó que la relación con Argentina ha sido “fructífera y respetuosa”, con inversiones en sectores estratégicos como energía, infraestructura, minería y tecnología.
“El pueblo latinoamericano tiene derecho a elegir con quién cooperar”, expresó la representación china, en un tono inusualmente firme que refleja el creciente malestar de Pekín frente a los movimientos de Washington en su tradicional esfera de influencia.
Posición argentina: mantener los equilibrios
Desde el Gobierno argentino, el mensaje fue moderado. El jefe de Gabinete, Guillermo Francos, afirmó que el acuerdo con Estados Unidos “no implica excluir a China” y subrayó que Argentina “mantiene relaciones comerciales importantes con ambos países”.
El ministro de Economía, Luis Caputo, y el presidente Milei vienen de reforzar la alianza con Washington tras la reunión con Donald Trump y los anuncios del Tesoro norteamericano. Sin embargo, China sigue siendo el segundo socio comercial del país, además de ser el principal comprador de soja y uno de los principales prestamistas a través de acuerdos bilaterales.
Esa dualidad obliga a la gestión libertaria a moverse con cautela: mientras busca financiamiento y respaldo político de Estados Unidos, no puede descuidar los vínculos económicos con el gigante asiático, que siguen siendo clave para la balanza comercial argentina.
Una pulseada con impacto regional
El episodio se inscribe en una disputa mayor por la influencia en América Latina. En los últimos años, China ha incrementado su presencia en la región mediante inversiones, créditos e infraestructura, mientras Estados Unidos intenta recuperar protagonismo político y comercial.
En ese tablero, Argentina aparece como terreno de competencia, especialmente tras el acercamiento político entre Milei y Trump. Analistas internacionales advierten que el país podría convertirse en un punto de inflexión para la estrategia de ambas potencias: una prueba de hasta dónde está dispuesta a llegar cada una en la búsqueda de aliados.