Opinión

Es la inflación, estúpido…..Por Sergio Bruni, ex legislador radical

La Argentina desde el año 2004 vive un proceso de crecimiento de sus índices inflacionarios, los que fueron ascendiendo gradualmente duplicándose año a año.

Parafraseando a la célebre frase de campaña que llevó a Bill Clinton a ganar la elección presidencial en los Estados Unidos del año 1992, podemos decir en éste caso, que “el problema” que aqueja a la economía nacional, es la inflación, estúpido…..

La Argentina desde el año 2004 vive un proceso de crecimiento de sus índices inflacionarios, los que fueron ascendiendo gradualmente duplicándose año a año. Así fue que pasamos del 3% en 2003 al 6% en 2004, y al 12% en 2005, y así sucesivamente hasta llegar al casi 30% de acuerdo a mediciones realizadas por consultoras privadas.

Emisión sin control, déficit estatal desbocado, subsidios insostenibles al consumo energético, combustibles con precios diferenciados para el transporte, son algunos de los elementos que han generado un creciente y sostenido aumento de los índices inflacionarios en la Argentina.

Simultáneamente se liquidó la credibilidad de las estadísticas económicas oficiales. El Instituto de Estadísticas y Censos fue sometido a voluntad por un manejo arbitrario e irresponsable de la Secretaría de Comercio Interior de la Nación, quién con una clara intencionalidad de ocultamiento de la realidad estadística argentina, terminó con los procedimientos científicos, a fin de auscultar los precios de las mercaderías y servicios en el país, cuando no, falseando los datos recogidos por los técnicos del Indec, lo que se evidencia a partir de la clara diferencia con las mediciones privadas y con aquéllas provincias que no sucumbieron a las presiones del Secretario de Comercio Interior, y persistieron en una observación objetiva de la realidad económica nacional.

En ese sentido quiero mencionar la medición que publica la oposición mes a mes. Ese índice inflacionario ha sido denominado IPC Congreso, surgiendo a partir de las presiones y la persecución efectuada al personal del Indec y a las consultoras privadas, para que no generen ni publiquen sus números, poniendo en evidencia por lo tanto la falsedad de los número oficiales.

Tan evidente es la carencia de realismo de los datos estadísticos del gobierno kirchnerista, que los gremios y sindicatos oficialistas y hasta el mismo gobierno nacional o provincial, cuando discute aumentos salariales en paritarias, no toma en cuenta esos números evidentemente ilusorios y fuera de todo contexto real.

La falta de estadísticas serias y creíbles genera una gran perjuicio no sólo al mismo sector público que no puede confiar en sus propios números a fin de construír una pauta de gastos anual efectiva y sostenible, sino que además perjudica a los particulares quienes no poseen una referencia verosímil a fin de planificar sus inversiones y gastos, tal cual lo realizan los países sensatos que le procuran a sus ciudadanos números estadísticos confiables lo cual termina redundando en beneficio del propio estado que puede saber a ciencia cierta la marcha de la economía y el resto de los cifras que sirven para merituar los datos sociales esenciales y además observar los déficits propios a fin de solucionarlos.

Esa inflación negada ha perjudicado no sólo a los sectores más carenciados de la sociedad que ven licuarse sus magros ingresos a través de la suba de precios, sino que además ha generado una falta de competitividad de los sectores exportadores de la producción nacional, en especial de las economías regionales.

Sin embargo la insensatez no culminaría en los números “dibujados” por el INDEC, el kirchnerismo al no reconocer el proceso inflacionario terminó adoptando el llamado “cepo cambiario”. Con el fin de evitar que los ahorros en pesos buscaran refugio en la moneda norteamericana, limitó la venta de moneda extranjera, prohibiendo que la misma se utilizara como medio de ahorro, alentando por esa vía las expectativas inflacionarias y el temor creciente en todos los actores de la vida económica nacional, de que la autoridad económica terminara concretando una mega devaluación.

Reconocer los errores cometidos es fundamental para que la economía retorne al  proceso virtuoso a fin de recuperar el firme crecimiento sostenido.

Como ejemplo quiero citar la certera actitud de las nuevas autoridades de YPF. Su presidente ha admitido recientemente lo que desde el mismo gobierno se negaba,  la crisis de la producción petrolera. Es más debió recurrir a la asociación con el capital internacional por la carencia de medios para hacer frente a nuevas exploraciones y explotaciones de nuestras áreas petroleras.

Es imprescindible que la autoridad política nacional tome nota de la actitud del funcionario que conduce la petrolera estatal. El reconocimiento de la realidad inflacionaria es el primer paso para su solución, decisión que redundará en beneficio y bienestar de todos los argentinos y no sólo de la suerte de un gobierno o de un proceso político.

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