Independiente Rivadavia y ese necesario cambio de mentalidad
La "Lepra" volvió a salvar la categoría y ahora empieza una nueva etapa para el club. Cambios de senderos son unos de los objetivos a tener en cuenta para cumplir con otro papel el certamen que viene.
Dejado atrás el complicado panorama, el tiempo de la tranquilidad tras el paso de la tormenta, le deberá permitir a Independiente Rivadavia hacer un exhaustivo y profundo análisis. Este tendrá como objeto intentar enderezar algunas cuestiones para dejar de una buena vez de pelear siempre por no irse al descenso.
El 2013 no empezó para nada mal. El "Azul" le hizo honor a su historia y se metió en los primeros lugares durante gran parte del tramo inicial del torneo. De hecho estuvo trece fechas codeándose con los que hoy lograron el ascenso, pero pasó lo de todos los años: el equipo se desinfló y lo extra futbolístico también puso sus cimientos para que la cosa pegara un giro inesperado.
Primero, dentro de la cancha se evidenció un cambio radical. Llamativamente los jugadores que estaban teniendo un alto nivel de juego, caso Brítez Ojeda y Píriz Alves entre otros, dejaron de hacerlo, poniendo en riesgo la estabilidad del entrenador, que finalmente sucumbió ante los continuos golpes de los malos resultados.
Dejado atrás el paso de Claudio Del Bosco en la conducción técnica llegó a Mendoza Ferrando Gamboa. El ex DT de Chacarita arribó al Parque, con un aire como si estuviéramos hablando de Guardiola, y el tema tampoco funcionó. Independiente siguió perdido en la intrascendencia y su realidad deparó en una lucha desenfrenada por permanecer en la categoría.
Llegó la última fecha e Instituto de Córdoba sería el encargado de sentenciar el destino del cuadro "Leproso", el cual tiró un par de manotazos en los últimos cotejos y así dependía de sí mismo para cumplir con esa meta. Fue 1 a 1 en el Bautista Gargantini con el que le alcanzó con lo justo nuevamente para seguir en la divisional un año más.
Sin embargo, de alguna manera hay algo que no da para más. Al hincha "Azul", al verdadero y no al mediocre que rompió todo en aquella trifulca de hace unas semanas, al que alienta al equipo a dos cuadras del estadio por culpa de los inadaptados, al que sufre, al que agita desde cualquier lugar, no se lo puede golpear más, no se puede jugar más con ese sentimiento que lo lleva a cruzar fronteras.
Está claro que es necesario un cambio urgente. Un cambio que vaya de arriba para abajo y al revés, un cambio que arranque los problemas de raíz; habría que pensar en un sistema donde los socios sean escuchados, un método en el cual los "Leprosos" puedan verter sus ideas y contribuir, una forma en la que el técnico sea técnico y el dirigente sea dirigente, cumpliendo cada uno con su rol específico.
Independiente Rivadavia sigue en la Primera B Nacional, pero esperemos que esta nueva chance que le da la vida al elenco del Parque General San Martín sea aprovechada al máximo, porque la próxima vez la pelota terminará dentro de la red y no habrá otro remedio que llorar.