No sufrió un abuso sexual ni fue estrangulado ni murió a causa de una intoxicación. Tampoco fue baleado ni acuchillado. Los exámenes realizados en Salta sobre muestras del cadáver de Ariel Tapia (12 años) revelaron que falleció porque se le acabó el oxígeno en la vieja heladera en la que lo encontraron putrefacto en la tarde del 6 de diciembre pasado a escasos 60 metros de su casa en la Villa Angelita, en Santa Lucía, San Juan cinco días después de que desapareciera misteriosamente, informó ayer el juez del caso Benito Ortiz.