Hermeto Pascoal es uno de los grandes de la música mundial. El hombre es uno de esos jazzeros que marcó un antes y un después, uno de esos héroes musicales que es admirado por multitudes y por el que mucha gente de todo el mundo ha pagado entradas carísimas para verlo en vivo.
Ese Hermeto Pascoal llegó este sábado por primera vez a Mendoza para subirse al escenario del teatro Plaza de Godoy Cruz, en un concierto que ofreció en dúo junto a Aline Morena, su actual pareja y notable artista también brasileña. Por cierto, el show fue más bien casi una jam session, con grandes partes de improvisación entre ambos y algunos temas preparados para hacer cantar al público que agotó las entradas para ver al maestro.
Al final fue todo aplausos y vítores pero los mendocinos no tuvimos al mejor Hermeto frente a nosotros. Tuvimos a la leyenda, a la figura, al multinstrumentista (fugaz) y sus pensamientos en voz alta (en donde hubo lugar hasta para hacer un fuerte crítica a los bateristas ¿?) y nada más. Es cierto que a los 81 años mucho más no se puede pedir y el solo hecho que estuviese en un escenario mendocino ya era válido, pero nos quedamos con ganas de un poquito más
Pero antes sucedió un hecho que está bueno contar: al mediodía del sábado, parte del equipo de Cultura de la Municipalidad de Godoy Cruz fue junto al visitante a almorzar a La Marchigiana, tradicional restaurante mendocino. Allí, todos comieron bien y disfrutaron del momento. Incluso, en una parte, se dieron cuenta que la música ambiental había cambiado, y los encargados del lugar decidieron poner un disco de Hermeto para amenizar.
Pascoal se sintió tan a gusto en Mendoza y con su compañía que decidió escribir una canción sobre la provincia. Llamó a uno de los mozos y le consultó si podía usar una servilleta para tal misión y le dijeron que si. Ustedes sigan hablando, que yo voy a componer algo sobre esta ciudad. Sigan, sigan que yo creo música les dijo a sus compañeros de mesa. Así, extendió el paño blanco, lo llenó de pentagramas y le dio forma a Viva Mendoza y su pueblo.
Una vez más, los mozos llegaron hasta el músico con un objetivo y era que firmara el Libro de Visitantes del lugar. Y en una de sus páginas quedaron estampadas sus palabras y hasta un dibujo.
Pero al llegar el momento de la partida y cuando el grupo ya había enfilado hacia la puerta de salida, uno de los mozos tomó del brazo a Diego Gareca, director de Cultura de Godoy Cruz y le dijo: Tiene que dejar la servilleta. Si se la quiere llevar tiene que pagar 200 pesos. Sin poder entender bien lo que pasaba, Gareca terminó frente al encargado del lugar abonando 200 pesos para que esa obra de arte pudiera seguir con vida.
Pascoal había pedido, antes del hecho, que hicieran una copia de esa servilleta escrita para el restaurante, porque se había sentido bien. Y al conocer el lamentable incidente, archivó de lleno el pedido.
Es válido dar a conocer esta historia porque si a Hermeto Pascoal, una de las leyendas mundiales de la música, le hicieron pagar por una servilleta en donde le escribió una canción a Mendoza, le puede suceder cualquier cosa a cualquier persona que se le ocurra visitar nuestra atenta y generosa provincia.
Hay cosas que se pueden comprender, como el hecho de que a ese encargado le descontaran de su sueldo el valor de la servilleta, por ejemplo. Pero lo que resulta difícil de entender es que no hubo nadie que actuó coherentemente. Y eso preocupa.
Hace escasos días, el gobierno de Mendoza salió a mostrar la provincia al mundo, como una gran apuesta para nuestro crecimiento. A la vista de los hechos, primero cambiemos en casa y después salgamos a vendernos, para no quedar enanos.
El caso de la servilleta de Hermeto Pascoal es uno más de esos que nos hacen ruido interior, que no nos gustan. Vaya uno a saber cuántos se van de esta provincia, mirando el retrovisor y jurando que no volverán nunca más .