Mientras la agenda parece tomada por el Criptogate de Javier Milei y su hermana Karina, y la obsesión del relato único, la economía real devuelve otra imagen al espejo presidencial. Un claro ejemplo de la discrepancia entre la realidad económica y el discurso oficial es la evolución de los salarios de los trabajadores.
El Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) informó recientemente que el índice salarial aumentó un 3,1% en diciembre de 2024, mientras que el incremento anual alcanzó el 145,5%. El Ministerio de Economía, dirigido por Luis "Toto" Caputo, destacó en sus comunicaciones que el índice salarial superó la inflación durante nueve meses consecutivos, reforzando la idea de una supuesta recuperación del poder adquisitivo.
No obstante, un análisis más detallado de los datos revela que la narrativa oficial no se sostiene en un examen riguroso. El informe del Indec muestra que los salarios del sector privado registrado aumentaron un 2,8%, los del sector público solo un 1,7%, mientras que los del sector informal crecieron un 6,8%. Este último dato resulta particularmente llamativo, ya que sugiere que los salarios de los trabajadores no registrados habrían aumentado más que los de los registrados, lo cual es inusual y contradictorio con la lógica del mercado laboral, y difícilmente alguien pueda afirmar en la calle que es cierto.
Este fenómeno, que se repite en los informes salariales de los últimos meses, plantea serios interrogantes sobre la metodología utilizada. Un aspecto clave que no se menciona en las declaraciones oficiales es que el salario informal no es un dato estadístico preciso, ya que, al no estar registrado, se basa en estimaciones y su secuencia se lleva con un retraso de cinco meses. En otras palabras, mientras los datos de salarios registrados corresponden a diciembre, los del sector informal reflejan la situación de julio, cuando la realidad inflacionaria era muy distinta.
Gráficos de seguimiento de la evolución salarial, como los publicados por el senador provincial de Corrientes y especialista en estadísticas Martín Barrionuevo, muestran que el salario informal históricamente se mueve de manera paralela a los registrados. La fuerte alza observada en junio y julio de 2024 se debe a un rebote generalizado en todos los segmentos, lo que implica que incluir esos datos desfasados en la medición de diciembre desvirtúa la comparación y da una impresión errónea de una mejora que en realidad no ocurrió.
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Una de las claves del ajuste de Javier Milei, la pérdida de poder adquisitivo de los salarios.
El impacto de las políticas de Milei en el salario real
Para entender mejor la dinámica salarial bajo el gobierno de Javier Milei, es fundamental analizar la evolución desde su llegada al poder. Tomando como base 100 los datos de noviembre de 2019, en noviembre de 2023, previo a su asunción, el salario real de los trabajadores informales se ubicaba en 83,9 puntos, mientras que los empleados del sector público estaban en 94,3 y los privados en 95,3. Con la llegada del nuevo gobierno y sus primeras medidas –una brusca devaluación, un shock inflacionario y la paralización del Consejo del Salario–, los ingresos de los trabajadores sufrieron un fuerte deterioro.
Entre diciembre de 2023 y febrero de 2024, se produjo un colapso del poder adquisitivo: el salario real de los trabajadores no registrados cayó de 84 a 68 puntos, el salario del sector público de 94,3 a 74 puntos, el salario privado registrado de 95,3 a 84 puntos, en tanto que el salario promedio general cayó de 95 a 80 puntos.
Evidentemente, los empleados del sector público fueron los más afectados, pero la motosierra de Javier Milei y Luis Caputo recortó sin distinciones a todos los segmentos.
A partir de marzo, se observó un proceso de recuperación, con un repunte sostenido hasta octubre, cuando la tendencia se estabilizó. Para diciembre de 2024, solo los trabajadores del sector privado y registrados lograron recuperar el nivel salarial previo a la asunción de Milei (95,9 puntos frente a los 95,3 de noviembre de 2023). En contraste, los trabajadores públicos alcanzaron apenas 80 puntos, lo que representa una pérdida de 14,5 puntos en términos reales, mientras que los informales, con datos disponibles hasta julio, todavía estaban 12 puntos por debajo del nivel de noviembre de 2023.
El poder adquisitivo de los trabajadores no solo no se ha recuperado completamente, sino que, a partir de diciembre de 2024, el gobierno solo homologa acuerdos que estén por debajo de la inflación, lo que implica que, lejos de consolidar una recuperación salarial, se está iniciando un nuevo ciclo de deterioro del ingreso real.
La baja en la participación de los salarios dentro del ingreso nacional parece ser un objetivo implícito del gobierno. Sin embargo, en lugar de reconocerlo abiertamente, la estrategia comunicacional busca instalar la idea de que los salarios le están ganando a la inflación.
La metodología utilizada para medir el salario informal distorsiona la comparación, la recuperación ha sido parcial y desigual, y las nuevas políticas salariales sugieren que el deterioro del poder adquisitivo será otra vez protagonista del ajuste interminable del Gobierno Nacional.