Los últimos datos del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) correspondientes a agosto revelan un panorama inquietante pero no sorprendente: la actividad económica no logra recomponer el nivel de empleo registrado tras meses de contracción.
El empleo formal cayó más de 220 mil puestos desde noviembre de 2023. La industria y el trabajo doméstico encabezan la crisis laboral según datos del SIPA.
Los últimos datos del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) correspondientes a agosto revelan un panorama inquietante pero no sorprendente: la actividad económica no logra recomponer el nivel de empleo registrado tras meses de contracción.
Según el análisis del Coordinador del Observatorio del Derecho Social de la CTA, Luis Campos, la caída acumulada desde noviembre de 2023 asciende a 223.796 trabajadores, con un deterioro particularmente marcado en el sector privado, que se ubica hoy en los niveles más bajos desde el inicio de la gestión de Javier Milei.
La contracción afecta a casi todos los segmentos de la ocupación formal. Solo en agosto se perdieron 10.555 empleos privados, 1.735 públicos y 772 en casas particulares. Aunque el monotributo mantiene una tendencia creciente, el universo de asalariados formales muestra una dinámica preocupante, que se agrava mes a mes.
Campos advierte que el deterioro del empleo privado no comenzó con el nuevo gobierno. “El retroceso empezó unos meses antes del cambio de gestión”, señala. En términos interanuales, la comparación contra agosto de 2023 muestra 177.648 trabajadores menos en el sector, lo que ubica los niveles actuales por debajo de los de 2015, un umbral que parecía haber quedado definitivamente atrás tras la recuperación pospandemia.
Durante la primera mitad de 2024, tras una fuerte caída, el mercado laboral había insinuado un modesto rebote. Sin embargo, esa recuperación incipiente se interrumpió a comienzos de 2025, y desde junio se instaló una nueva fase de destrucción de empleo. La tendencia refuerza la percepción de que el ajuste económico, lejos de haberse estabilizado, continúa desplazando trabajadores en los sectores productivos más sensibles.
En el mismo día que la Unión Industrial Argentina celebra su conferencia industrial anual, los datos revelan que la industria manufacturera encabeza el proceso de pérdida de puestos de trabajo. De acuerdo con Campos, hace ya dos años que el sector se encuentra inmerso en una dinámica de retracción constante, con caídas que se profundizaron durante el último semestre. Solo la producción de alimentos y bebidas logra sostenerse, aunque sin compensar el retroceso del resto de las ramas fabriles.
En el otro extremo del mercado laboral, las empleadas de casas particulares atraviesan una situación crítica. El empleo en ese sector sigue deteriorándose y, según el SIPA, ha alcanzado niveles similares a los de 2013. Campos considera que desde la pospandemia se ha producido un retroceso estructural en las condiciones de trabajo doméstico, agravado por la falta de controles y la informalidad persistente.
La caída del empleo en la industria es alarmante
En el ámbito estatal, el ajuste también dejó huellas visibles, aunque podría estar encontrando un piso transitorio. Si bien en agosto se registró una leve caída del empleo público, Campos observa cierta estabilización desde febrero. La contracción, sin embargo, no se distribuye de manera homogénea en el territorio.
A nivel provincial, solo Neuquén (2,9%) y Mendoza (1,4%) exhiben resultados positivos respecto de noviembre de 2023. En cambio, Santa Cruz (-15%), La Rioja (-11,2%), Formosa (-8,2%) y Catamarca (-8%) muestran una auténtica debacle en su tejido laboral. El caso santacruceño resulta emblemático: en agosto de 2025 alcanzó el segundo nivel de empleo registrado más bajo desde 2009, reflejando un colapso difícil de revertir.
Un dato llamativo del informe es que los salarios formales promedio lograron ganarle a la inflación por cuarto mes consecutivo. Desde mayo acumulan un aumento real del 4%, un respiro estadístico en medio de la recesión. Sin embargo, Campos advierte que el alivio es insuficiente: la mitad de los asalariados cobra menos de $1.115.735, un monto que apenas cubre las necesidades básicas de una familia tipo.
En los grandes aglomerados urbanos, la Encuesta de Indicadores Laborales (EIL) correspondiente a septiembre también mostró resultados negativos. Todo indica que la contracción continuará reflejándose en los registros del SIPA en los próximos meses.
Para Campos, el empleo formal será una de las variables centrales a seguir en los próximos trimestres. Su evolución no solo marcará la capacidad del gobierno para sostener la legitimidad social tras las elecciones, sino también los límites del programa económico en marcha. “Si la economía no repunta, el empleo no va a crecer, por más modificaciones regresivas que se impulsen en la legislación laboral”, concluye.

