Donald Trump mete al Estado en la minería y compra una empresa canadiense
Donald Trump impulsa inversión estatal en minería para reducir la dependencia de China y asegurar minerales críticos. Giro en la política económica de EE.UU.
Mientras Javier Milei sigue empeñado en terminar con toda visión estratégica del Estado, Donald Trump, su principal aliado -y de quien parece depender su suerte económica-, en una decisión que combina pragmatismo económico y ambición geopolítica, acaba de involucrar al Estado directamente en la minería.
Efectivamente, la administración de Donald Trump anunció una inversión de 35,6 millones de dólares en la minera canadiense Trilogy Metals Inc., con sede en Vancouver. El desembolso otorga a Estados Unidos una participación del 10% en la empresa y se complementa con la aprobación del proyecto Ambler Road, un corredor logístico en Alaska que había sido bloqueado por la gestión de Joe Biden debido a preocupaciones ambientales.
El anuncio, realizado desde el Salón Oval, forma parte de la estrategia trumpista orientada a reducir la dependencia de China en el suministro de minerales críticos y tierras raras, como el cobre, el cobalto, el galio y el germanio, considerados esenciales para la industria tecnológica, energética y de defensa. Según el secretario del Interior, Doug Burgum, la inversión “asegura el suministro de minerales esenciales para el avance industrial y la defensa nacional”, además de reforzar la posición del país frente a competidores estratégicos. Una política en la cual (como contó Sitio Andino el último domingo) Estados Unidos ha puesto todos sus esfuerzos desde la asunción de Donald Trump.
Donald Trump y un cambio en la ortodoxia económica
La medida supone un giro conceptual profundo dentro de la tradición económica del Partido Republicano y del propio Trump, históricamente defensores del libre mercado y de la reducción del papel del Estado en la economía. Sin embargo, la nueva estrategia reconoce que, en el actual escenario global -marcado por la competencia con China y la disputa por las cadenas de valor críticas-, la intervención pública se convierte en una herramienta de soberanía económica y poder nacional.
Fuentes cercanas al Departamento de Energía, citadas por el Financial Times, señalaron que este paso marca un cambio sustancial en la política industrial estadounidense, que hasta hace poco evitaba involucrarse directamente en el mercado. Hoy, Washington adopta una posición más activa, utilizando inversión directa, préstamos y subvenciones como instrumentos estratégicos para garantizar el acceso a recursos considerados vitales.
En ese marco, la participación estatal en Trilogy Metals (que se realiza a través del Departamento de Guerra) se suma a operaciones similares impulsadas con Lithium Americas y MP Materials, compañías también vinculadas a minerales críticos. Todas forman parte de un ambicioso plan para reconstruir cadenas de suministro nacionales y reducir la vulnerabilidad frente a eventuales interrupciones externas.
“Esto debería haber estado operando desde hace tiempo, generando miles de millones de dólares para nuestro país”, afirmó Trump durante el anuncio. Y, en tono característico, añadió: “Es una mina de oro económica. Es una mina de oro económica.”
image
Donald Trump en el Salón Oval durante el anuncio del desembarco del Estado en la minería en Alaska.
Minería, el corredor de Alaska
El proyecto Ambler Road, de 340 kilómetros, es la clave logística que permitirá acceder a una de las regiones mineras más ricas del norte de Alaska. La iniciativa había sido suspendida durante el gobierno de Biden por la oposición de comunidades indígenas y organizaciones ambientalistas, que alertaban sobre el impacto del trazado en ecosistemas frágiles y territorios tradicionales.
La nueva administración republicana decidió retomar el proyecto, argumentando que los beneficios económicos y geoestratégicos superan los costos ambientales. Según técnicos del Departamento del Interior, la mina de Ambler alberga uno de los yacimientos de cobre más ricos del país, además de importantes reservas de minerales estratégicos utilizados en la fabricación de semiconductores, baterías eléctricas y equipamiento militar avanzado.
Repercusiones en los mercados
La reacción de los mercados fue inmediata: las acciones de Trilogy Metals se dispararon un 260% , mientras otras compañías del sector -como USA Rare Earth, dedicada a la producción de imanes industriales- también registraron importantes subas. Esta última duplicó su capitalización bursátil en el último mes y mantiene negociaciones con el gobierno federal para ampliar su financiamiento.
El movimiento abre la puerta a nuevos acuerdos de características similares, particularmente centrados en minerales como el antimonio, de alta demanda en aplicaciones militares. Aunque el Pentágono no emitió comentarios oficiales, el consenso en Washington es que la minería crítica se perfila como un frente prioritario en la competencia geopolítica con China, en la que los recursos naturales vuelven a ser un eje de poder.
La paradoja del proteccionismo nacionalista
Más allá de su impacto económico, la decisión de Trump revela una paradoja política: un líder que se define contrario al intervencionismo estatal adopta medidas típicas de una economía planificada. La participación directa del Estado en empresas privadas marca un retorno al proteccionismo industrial, una estrategia que contradice los principios del liberalismo económico, pero que responde a la lógica de la seguridad nacional.
La compra confirma una máxima que el presidente argentino -que se autodenomina el mejor amigo de Trump- parece no entender: incluso los gobiernos más liberales recurren al poder del Estado cuando se trata de defender intereses estratégicos. En el caso de Trump, el pragmatismo económico se impone sobre la ideología.
El giro de la Casa Blanca refleja la tendencia global: el retorno del Estado como actor central en la competencia por los recursos del siglo XXI, donde la independencia tecnológica y el autoabastecimiento mineral se convierten en los nuevos pilares del poder mundial.