7 de diciembre de 2025
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Buena cosecha

Dólares 2026: El viento de cola y una nueva oportunidad para la economía de Javier Milei

Javier Milei beneficiado con viento de cola para 2026, pero las reservas negativas, la fuga de dólares por turismo y endeudamiento reavivan riesgos de crisis.

Por Marcelo López Álvarez

La pregunta en los círculos económicos es si el escenario internacional comienza a sonreírle a la administración de Javier Milei con una promesa de dólares para 2026 que recuerda, irónicamente, a los primeros años del kirchnerismo.

Sin embargo, el déficit récord por turismo y las reservas netas negativas plantean interrogantes sobre la sostenibilidad del modelo y el riesgo de repetir viejos ciclos de crisis.

Javier Milei y el primer kirchnerismo

La historia argentina parece condenada a moverse en círculos, o al menos, a ofrecer rimas inesperadas entre protagonistas antagónicos. En los últimos meses, diversos análisis han comenzado a trazar un paralelismo incómodo pero desafiante entre la gestión actual de Javier Milei y el período 2003-2007 liderado por Néstor Kirchner.

Más allá de las evidentes diferencias ideológicas sobre el rol del Estado, la economía y la política, se observa una similitud en la construcción del poder: un mandatario que, sintiéndose fortalecido, utiliza la exposición pública para disciplinar o cooptar gobernadores opositores, desplegando una estrategia clásica de “látigo y chequera” para alinear voluntades políticas.

El regreso del “viento de cola”

Pero más allá de la táctica política, el verdadero nexo que une a ambas eras es un factor exógeno y determinante: el regreso del “viento de cola” internacional. La metáfora aeronáutica, que describe el impulso externo que facilita el avance de una economía, fue clave durante el primer kirchnerismo gracias al boom de las materias primas. Hoy, independientemente de quién gobierne, las variables globales para 2026 comienzan a alinearse a favor de la Argentina.

El campo, primer motor del impulso externo

El primer motor de este impulso es, nuevamente, el campo. La soja, cultivo insignia de la exportación nacional, ha alcanzado un pico de valor en los últimos 15 a 18 meses, rondando los 420 dólares la tonelada.

Las proyecciones internacionales, basadas en la tensión entre la oferta de los países productores y la demanda sostenida de China, sugieren que este precio funcionará como un piso para el próximo año.

A esto se suma un aumento proyectado del 10% en la producción de trigo y maíz, según datos de la Bolsa de Comercio de Rosario. La combinación de mejores precios y mayor volumen podría significar un ingreso extra de 4.000 millones de dólares en 2026.

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El crecimiento del valor de la soja en dólares y mejor cosecha uno de los protagonistas del viento de cola para el 2026 para Javier Milei

El crecimiento del valor de la soja en dólares y mejor cosecha uno de los protagonistas del viento de cola para el 2026 para Javier Milei

El frente financiero refuerza el viento a favor

El segundo componente de este escenario favorable es financiero. Se anticipa que las tasas de interés de Estados Unidos continuarán su tendencia a la baja, presionadas por un contexto político que busca menor inflación en el norte.

Cuando la Reserva Federal baja las tasas, el costo del dinero disminuye y los capitales globales tienden a buscar mayor rentabilidad en mercados emergentes, lo que podría facilitar el acceso de Argentina al crédito internacional y estimular el flujo de dólares.

Los riesgos de repetir errores históricos

No obstante, la historia económica nacional advierte que la abundancia de divisas no garantiza el éxito a largo plazo. Argentina se ha vuelto experta en utilizar estos flujos para mantener el dólar bajo, estimular el consumo y ganar elecciones, para luego enfrentar crisis severas cuando el ciclo se revierte.

Es aquí donde deberían encenderse las luces amarillas en el tablero de control del gobierno libertario. A pesar del optimismo reinante, existen riesgos latentes si se profundiza la política de no acumular reservas genuinas, advertidos incluso por el FMI.

Reservas negativas y endeudamiento creciente

Los números actuales presentan contradicciones alarmantes. Según mediciones del Fondo Monetario Internacional, las reservas netas del Banco Central se encuentran en terreno negativo por cerca de 16.000 millones de dólares.

Mientras el gobierno apuesta al endeudamiento para generar liquidez y evita comprar divisas para no presionar el tipo de cambio, la salida de dólares se acelera.

El miércoles se jugará un nuevo partido con la colocación de un bono en dólares en el mercado local, un endeudamiento que ya está casi acordado entre bancos que deben renovar posiciones.

El relato oficial de que Argentina “vuelve a los mercados internacionales” es, según muchos analistas, ficticio y exhibe la preocupación creciente dentro del equipo económico.

Turismo récord y vulnerabilidad externa

Un informe reciente de la Fundación Mediterránea proyecta que el año podría cerrar con una salida de divisas por turismo cercana a 13.000 millones de dólares, cifra récord que superaría incluso el pico de 2017.

Si bien genera bienestar en sectores de la clase media, expone una vulnerabilidad macroeconómica crítica: el país está consumiendo divisas que no tiene, repitiendo patrones que precedieron crisis cambiarias anteriores.

Debate sobre el modelo productivo

En paralelo, se consolida un debate sobre el modelo productivo. La estabilidad financiera y la promesa de crecimiento conviven con el cierre de fábricas, situación que algunos voceros oficialistas minimizan bajo la premisa de que la apertura de importaciones beneficia a la mayoría.

Como expresó una colega en una radio porteña: este año la Navidad se divide entre los que ya están sacando pasaje para el Mundial y los que colgarán en el arbolito el telegrama de despido.

La encrucijada de siempre

El gobierno de Milei enfrenta la repetida encrucijada argentina. Con un contexto internacional favorable, la administración tiene la oportunidad de estabilizar la macroeconomía o, como tantas veces, financiar una primavera política de corto plazo.

El equipo que acompaña al Presidente y la dinámica política argentina hacen creer que, una vez más, estamos más cerca de la segunda alternativa que de la primera.

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