19 de diciembre de 2025
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Balance 2025

China, el socio incómodo que la Argentina no puede dejar

China volvió en 2025 a ser el principal socio comercial de Argentina. Déficit, swap, inversiones y geopolítica exponen los límites del alineamiento ideológico.

Por Marcelo López Álvarez

La relación entre la Argentina y China se ha convertido en uno de los ejes más sensibles de la política económica y exterior del país. Más allá de los discursos y alineamientos declarativos del gobierno de Javier Milei, los datos comerciales, financieros y productivos revelan una realidad mucho más compleja: China no solo sigue siendo un socio estratégico, sino que ha reforzado su gravitación en un contexto de fragilidad macroeconómica y necesidad urgente de divisas.

China como principal socio comercial

Según los últimos datos oficiales correspondientes a septiembre y octubre de 2025, China se consolidó como el principal socio comercial de la Argentina, superando a Brasil, la Unión Europea y Estados Unidos. El intercambio bilateral muestra una dinámica intensa, aunque profundamente asimétrica.

En los primeros nueve meses del año, la balanza comercial arrojó un déficit de US$ 6.572 millones, reflejo de una estructura que privilegia la importación de bienes industriales y tecnológicos chinos frente a exportaciones argentinas concentradas en productos primarios.

Un déficit estructural difícil de revertir

Especialistas coinciden en que este desequilibrio no es una anomalía coyuntural sino el resultado de decisiones estructurales. Patricio Giusto, director del Observatorio Sino-Argentino, advierte que la Argentina es el único país relevante de la región con déficit sostenido frente a China, mientras Brasil, Chile y Uruguay exhiben superávits significativos.

Francisco Taiana, magíster en Estudios Chinos, vincula este fenómeno a la política doméstica: la apertura importadora, combinada con una débil estrategia exportadora hacia el mercado chino, profundiza una relación desigual.

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Xi Jinping con Javier Milei hace una año en el único encuentro que tuvieron frente el líder de China y el presidente argentino

Xi Jinping con Javier Milei hace una año en el único encuentro que tuvieron frente el líder de China y el presidente argentino




El swap con China y la dependencia financiera

La dimensión financiera del vínculo resulta igualmente determinante. El swap de monedas acordado entre los bancos centrales de ambos países -por 35.000 millones de yuanes, con un tramo activado equivalente a US$ 5.000 millones- fue prorrogado sucesivamente y se encuentra vigente hasta abril de 2026.

Este mecanismo permitió a la Argentina afrontar pagos de importaciones, compromisos externos y tensiones cambiarias en momentos de extrema escasez de divisas, consolidándose como un instrumento clave de estabilidad financiera.

Presencia china en territorio argentino

La presencia china en la Argentina trasciende el comercio. En Neuquén funciona desde 2018 la única estación espacial china fuera de su territorio, surgida de acuerdos firmados durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.

Aunque concebida como una instalación de cooperación científica, el proyecto generó tensiones diplomáticas con Estados Unidos, que expresó sospechas sobre un eventual uso militar. Tanto Beijing como las autoridades argentinas sostienen que se trata de un emprendimiento estrictamente civil, con acceso compartido para investigaciones científicas.

Infraestructura estratégica y proyectos paralizados

Otro punto crítico son las represas hidroeléctricas del río Santa Cruz, adjudicadas a un consorcio liderado por la empresa china Gezhouba Group. Detenidas desde 2023 por la falta de una adenda que garantice el financiamiento chino, representan una de las inversiones en infraestructura energética más relevantes del vínculo bilateral.

El RIGI y las señales ambiguas hacia China

El Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI), impulsado por el gobierno de Milei, dejó señales contradictorias. La empresa china Ganfeng Lithium presentó el único proyecto formal bajo este esquema, pero fue rechazado por incumplir los requisitos temporales.

Para Giusto, detrás de esta decisión hubo razones políticas más que técnicas, en un intento de marcar distancia con China sin afectar sustancialmente el flujo comercial.

Exportaciones, retenciones y tensiones con Estados Unidos

Pese al discurso ideológico, la realidad del comercio impuso su lógica. En septiembre, la eliminación transitoria de retenciones a las exportaciones impulsó un aumento superior al 200% interanual en los envíos a China, especialmente de soja.

La medida provocó incluso tensiones internas en Estados Unidos, donde productores agrícolas denunciaron que la política argentina favorecía a un competidor directo. Aunque el beneficio fue breve, la tendencia se consolidó en octubre, con China nuevamente en el primer lugar del ranking comercial.

La asimetría estructural aparece como el núcleo del dilema. Mientras la Argentina y Estados Unidos compiten en los mismos mercados de alimentos, la relación con China es complementaria: Beijing demanda materias primas y ofrece bienes de capital, tecnología e infraestructura.

Desplazar a China para favorecer a un competidor comercial resulta, para numerosos analistas, económicamente inviable y estratégicamente costoso.

Pragmatismo económico versus alineamiento ideológico

Las declaraciones de funcionarios estadounidenses, que plantean la necesidad de reducir la influencia china en la región, contrastan con la dinámica real de la economía argentina. En un país federal, los gobernadores -necesitados de inversiones en minería, energía e infraestructura- difícilmente renuncien al capital chino por alineamientos ideológicos circunstanciales.

Con un superávit comercial proyectado cercano a US$ 9.900 millones para el cierre del año, la cuestión central no es si la Argentina puede prescindir de China, sino si está dispuesta a asumir el costo económico de intentarlo.

Entre la retórica política y el pragmatismo comercial, la relación con Beijing expone una disyuntiva que atraviesa no solo al gobierno actual, sino al modelo de inserción internacional de la Argentina en un mundo crecientemente multipolar.

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