Lo que debía ser una jornada histórica para el fútbol femenino mendocino terminó en suspensión. La final del Torneo Clausura de la Liga Mendocina, que iban a disputar el Club Sportivo Independiente Rivadavia y Godoy Cruz, no pudo jugarse en Maipú debido a la falta de garantías de seguridad en el estadio.
Según se informó, para el operativo se habían asignado apenas ocho efectivos policiales y unos 20 agentes de seguridad privada, un número claramente insuficiente ante la gran cantidad de hinchas que llegaron al estadio para acompañar a la Lepra y al Tomba.
Ante este escenario, las autoridades resolvieron suspender el partido antes del inicio para evitar riesgos, pese a que ambos equipos manifestaron su intención de jugar la final.
Un final sin fútbol y decisiones que quedaron en deuda
Tras confirmarse la suspensión, llegaron más efectivos al estadio, aunque solo para garantizar la desconcentración del público y evitar incidentes en la salida. No hubo enfrentamientos ni disturbios, pero sí malestar generalizado entre jugadoras, cuerpos técnicos e hinchas.
El episodio dejó expuesta una falta de planificación por parte de la Liga Mendocina, que ahora deberá reprogramar día, horario y sede para una final que había generado una enorme expectativa y que merece resolverse dentro de la cancha.