Cambio para cambiar
Etimológicamente la palabra cambio viene del latín Cambium la cual hace referencia a la acción de hacer trueque, dar una cosa por otra. También hacemos uso de la palabra "cambio" cuando hablamos de modificar algo.
Y claro, así lo podemos ver claramente. Para cambiar algo, debemos hacer una especie de negociación con nosotros mismos. Un trueque personal con lo que daremos y lo que tomaremos al final de cuentas. Pues cambiar no es gratuito, pero sí muy gratificante.
Algunas veces el cambio externo, es decir en el entorno y el contexto nos obliga a cambiar por dentro. Otras, el cambio interno nos genera indefectiblemente cambios en el afuera. Es un ida y vuelta que se retroalimenta constantemente. De ahí que podemos afirmar que el cambio es constante. Paradójicamente decimos que cambiar es lo estable en nosotros.
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¿Es difícil cambiar o sostener lo que se cambió?
Recuerdo cuando estudiaba derecho. Me anote también en periodismo. ¿Por qué no deje una por la otra? Bueno, eso intenté hacer pero era demasiado cambio para un solo cuerpo. Pasado un año deje periodismo y volví a mi status anterior. De la misma forma, recuerdo, una vez ya recibida haber renunciado a un trabajo y al mes haber vuelto. Y si pienso en un ex novio, recuerdo también ir y volver mil veces.
Yo sabía que quería cambiar determinada situación, iba y ejecutaba mi cambio. Pero pasado un tiempo volvía a aquello que no quería.
Es que claro, cambiar no es tan fácil. Sin embargo muchas veces se trata de actos que pueden, en el hacer, resultar muy sencillos. Lo que es verdaderamente difícil es sostener ese cambio. ¿Por qué volvemos a la tan famosa zona de confort?
Zona de confort
¿Qué es esta zona? ¿Por qué nos iríamos de ahí si sentimos ese cálido confort? Esta zona es polémica. Se utiliza para referirse a distintos conceptos y la prensa que tiene es variada.
Hoy la quiero definir de la siguiente manera: Es un espacio que conocemos, en el cual llevamos tiempo suficiente como para sentirnos cómodos porque sabemos ya cómo manejarnos en él. Este lugar puede ser conocido, calentito y seguro, pero no siempre es un lugar sano. Es además un lugar que no nos impulsa a seguir con nuestro desarrollo personal. Aceptamos su techo evolutivo y nos quedamos ahí porque salir implica cambiar y eso es incómodo.
No es tan simple como decir que es buena o mala. Incluso me atrevo a decir que a veces es necesario quedarse ahí un rato, disfrutar en el presente lo que se cosechó en el pasado. Será la incomodidad la que más tarde nos invite o nos obligue a pensar en el futuro y con ello en el cambio de zona.
Mi hermana está actualmente en crisis con su trabajo. Son demasiadas horas de forma remota, alcanzó el techo más alto dentro de su área y sus honorarios también lo hicieron. Ella sabe cómo hacer su trabajo, se siente confiada y segura. Sin embargo no está cómoda con la cantidad de horas que trabaja y con otras políticas y manejes de la empresa empleadora.
Quizás algunos pensaran que ella está en la situación ideal y que salir de aquella sería ilógico. Otros podrán pensar que es mejor soltar todo y emprender como FreeLancer.
¿Salir o no salir?
Quisiera anticipar que no se puede resumir así cómo lo indica este subtitulo, en saltar al vacío o quedarse calentito y seguro. Creo que es un poco más complejo y es difícil tanto salir de tu zona como no hacerlo.
Harta de leer en redes sociales cosas como “Salí de tu zona de confort” o “¿Qué harías si no tuvieras miedo?”. Pues, “estaría muerta” me encantaría comentar pero no quiero ser tan “hater”. Habiendo confesado esto, agrego que la zona de confort y el miedo a salir de ahí tienen un sentido, son esperables y a veces deseables en cierta dosis.
La protección de la vida siempre dio explicación a nuestro desenvolvimiento en este mundo. Hoy, con vidas más complejas y distintas a las del hombre de las cavernas seguimos protegiendo no solo la vida, sino otros asuntos de valor para vivir en sociedad. A modo de ejemplo el dinero, la reputación y la pertenencia.
A la hora de los cuestionamientos sobre la zona de confort aparecen, no solo miedo a perder aquellos asuntos de valor social, sino también la presión que en algunos de nosotros pueden ejercer los modelos y mandatos familiares y sociales.
El deber
Cuando hablamos de mandatos aparece la palabra Deber. Qué fea es esta palabra y lo que significa. Contextualizada en esta nota me pregunto ¿A quién le debemos qué cosa?
¿A quién le debía yo mi carrera en derecho? ¿A quién le debe mi hermana sostener su fastidioso trabajo? Sospecho que a nuestros padres, a quien represente autoridad y a quien sea que en nuestra psiquis tenga una especie de poder de legitimación sobre nosotros.
También sospecho fuertemente que hay una nueva voz. No ya la de nuestros padres sino la de nuestros pares. Esa voz que lejos de motivarnos, nos obliga a saltar sin paracaídas en zonas tan o más incómodas como la que tratamos de dejar atrás.
columna BIENESTAR ANDREA GIANELLA, cuando cambie de trabajo mi bebe tenia un mes y medio. Para cambiar hay que elegir el contexto adecuado.jpg
¿Por qué es tan cómoda la zona de confort?
Creo que se trata de la certeza con que nos movemos en ella. Salir de eso claro que es difícil y se debe a que pasaríamos a movernos con alta incertidumbre. ¿Es entonces el “no saber” el problema? No!
Creo que es la gestión ante esto. Un adecuado manejo de las emociones y sensaciones asociadas a la incertidumbre es lo que nos ayudará a movernos fuera de la zona.
Tampoco creo que debamos saltar hacía el vacío total sin poder visualizar algo de lo que este salto traerá. Lo ideal, en mi opinión, sería poder trazar un plan y dejar dentro del mismo, espacio para imprevistos, emociones incómodas y fortaleza criteriosa para sostener el cambio.
Cambio y fuera
Volvamos a nuestro tema original, el cambio. Ya sabemos que para salir de ciertas zonas debemos cambiar y para lograr esto hay que cambiar justamente. Valga la redundancia, pues creo que suena obvio y sin embargo, no se nos da tan fácil.
Es que justamente cambiar es difícil. No hacerlo también lo es. Quedarnos en la zona es incómodo y salir de ella ni hablar.
¿Entonces? Si todo es tan difícil e incómodo, ¿Qué dificultad e incomodidad vamos a elegir? Y cuando nos preguntamos eso los invito a que puedan ubicarse en un contexto y entorno.
La segunda vez que cambié de trabajo como escribana, lo hice estando en pleno puerperio con mi bebe de un mes y medio. Puedo asegurarles que no fue el momento adecuado y todo resultó mucho más difícil desde lo emocional.
Mi hermana está terminando de pagar un crédito, y tratará de sostener su trabajo hasta tanto termine de cancelar su deuda. En este caso ella se siente bien ya que en su contexto tiene prioridades y un plan.
Así las cosas, observo que a veces es necesario mantenernos en la zona de confort porque en ella podemos aprender, planificar y construir o esperar un contexto adecuado para finalmente dar ese tan esperado salto.
Miedo al cambio
El cambio tiene sus consecuencias, claramente. Si no fuera así nada tendría sentido. Muchas veces el cambio deseado trae consigo resultados que no esperábamos o que no deseábamos. A lo largo de mi historia personal que tantos cambios cuenta, sentí por momentos que dejaba en el camino a personas cercanas.
Con el tiempo pude identificar que en realidad no le temía al cambio. Pues eso era algo que yo deseaba. Lo que me daba miedo eran los efectos colaterales de mi transformación.
Una vez más la aceptación vino al rescate. Entender que no se trata solo de mi camino. Hay a la par una persona atravesando su propio sendero, y si estos se encuentran lo vamos a disfrutar. Si se alejan, agradecer lo vivido y seguir será la forma más sana de seguir.
Esto me lleva a pensar en la toma de decisiones, tema que si vincula íntimamente con el cambio. Es a través de ellas que muchas veces llevaremos a cabo nuestros cambios.
Recientemente tuve que tomar una decisión importante. Esta fue el resultado de un proceso de transformación que venía arrastrando hacía unos seis meses.
En el camino fui alejándome y acercándome a personas que iban resonando o no conmigo conforme me iba transformando. Cuando finalmente tomé la decisión y la hice visible pude contemplar la respuesta de cada uno de los involucrados.
Y sí. Paso lo que tanto miedo me daba. Algunas personas me juzgaron, se alejaron y no resonaron más conmigo. Pero lo cierto es que también se acercaron otras que amablemente preguntaron antes de juzgar, me abrazaron en empatía y otras que por su apoyo fortalecieron nuestra relación.
¿Se acuerdan cuando al principio de esta nota decíamos que cambiar es una negociación? Bueno asi tal cual fue, tuve que negociar conmigo misma y así poder aceptar que mi decisión traería un cambio deseado y con ello muchos otros no buscados. Y sin dudas, mucho aprendizaje.
Con el diario de lunes y frente a mi terapeuta aprendí lo siguiente: A la hora de cambiar no queremos perder. Pero para cambiar hay que dar algo. Al final de cuentas, perder será ganar. Se trata de ese trueque donde damos algo a cambio por aquello que tomamos.
Tips para un cambio amable
- Si todo es difícil, ¿qué dificultad quiero?
Trabajar en relación de dependencia 8 horas /día es difícil. Ser independiente y responsable de todo tu proyecto también lo es. Tener un socio es complejo, no tenerlo y decidir todo
sola también lo es. Preguntate: La dificultad que elijas atravesar, ¿te acerca a los lugares y estado en qué querés estar?
- Queremos el resultado, pero ¿queremos el proceso?
Quiero ganar más dinero, quiero que mi emprendimiento crezca. Quiero vivir mi vida “a mi manera”. Quiero tener un hijo. Quiero separarme. Quiero viajar sola.
¿Quiero trabajar más horas o tener más responsabilidades? ¿Quiero tomar las decisiones necesarias para que mi proyecto crezca? ¿Quiero bajar un cambio, cambiar mi entrenamiento y trabajar menos para poder recibir a mi hijo? (o lo que sea necesario según la copaternidad que quieras ejercer) Preguntate: ¿Qué implica querer lo que quiero? ¿Quiero eso?
Con esto me refiero que pueden cambiar el escenario pero el personaje seguís siendo vos. En mi caso pase de ser escribana a yogui empresaria. Tanto en un caso como en el otro estuve estresada, ansiosa y nerviosa. Hasta que decidí otra cosa. Básicamente decidí cambiar por mi bien. Poner en foco no solo en lo que hacemos sino también en la actitud interna al hacer eso.
Poder determinar qué es lo que nos incómoda es tan o más importante que poder determinar la solución a esa incomodidad. Creo que es el primer paso. Poder aceptar que estamos incómodos. Y luego poder conocernos más para decidir que sí es lo que queremos, que sí depende de nosotros para alcanzarlo y si es el momento adecuado para dar el salto.
Sea lo que sea que quieras transformar en tu vida, depende mucho de lo que decidas hacer pero sobretodo de tu actitud interna. Y como dijo Marcel Proust “Aunque nada cambie, si nosotros cambiamos todo cambia”. Mucha suerte!.
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