12 de diciembre de 2025
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El dolor puesto en palabras: la carta de la familia de Fausto Morcos leída ante la jueza

La familia de la víctima expuso su testimonio durante la audiencia en la que María Amelia Albina Molina fue condenada a cuatro años y seis meses de prisión domiciliaria por homicidio culposo agravado.

Por Cecilia Zabala

La audiencia en la que la Justicia de Mendoza condenó a María Amelia Albina Molina a cuatro años y seis meses de prisión efectiva, bajo la modalidad domiciliaria, estuvo atravesada por uno de los momentos más conmovedores del proceso judicial: la lectura de la carta escrita por la familia de Fausto Morcos, el adolescente de 13 años que murió tras ser atropellado cuando cruzaba con semáforo habilitado en la zona del Parque San Martín.

La sentencia fue dictada este viernes 12 de diciembre de 2025, en el marco de un juicio abreviado realizado en el Fuero Penal Colegiado del Polo Judicial Mendoza, y estuvo a cargo de la jueza Dolores Ramón, del Juzgado Penal Colegiado N°1.

La conductora fue hallada culpable de homicidio culposo agravado en concurso real con lesiones culposas graves, ambos delitos agravados por haber cruzado un semáforo en rojo.

Durante la audiencia, se dio lectura íntegra a la carta elaborada por la familia de Fausto, un texto que puso en palabras el impacto irreparable de la tragedia, el reclamo de justicia y la memoria del adolescente. A continuación, la carta completa, tal como fue leída ante la magistrada:

Carta de la familia de Fausto Morcos

"Hoy estamos aquí Marta García y Julia Morcos, tías de Fausto, en representación de nuestros hermanos Cecilia García y José Morcos, mamá y papá de Fausto y de nuestras familias: tías, tíos, primos, y de sus abuelos, la abuela Pipa y abuelito Raúl sin bigotes y abuela Marian y abuelito Raúl con bigotes, como él les nombraba con ternura y su perro hermoso el Riú. También estamos aquí por sus amigos/as, por la enorme red de amigos/as de nuestras familias, y de las instituciones educativas y deportivas que formaron parte de su vida, el Colegio Universitario Central donde estaba cursando su primer año de secundaria y el Club Pacífico donde jugaba al futsal desde hacía varios años.

Hoy sus padres no están presentes. El dolor les resulta insoportable, les ha quebrado la voz y la presencia. Cecilia, su mamá, sólo dice cosas hermosas de él. Ella lo recuerda como un niño respetuoso, un ser lleno de amor, amiguero, un aventurero que nos regalaba risas y momentos de felicidad. Fausto era pura alegría, la luz de nuestras vidas. Siempre estaba dispuesto a entregar su tiempo, a compartirlo, a construir vínculos, a crear recuerdos. Cada uno de nosotros tenía un lazo especial con él: un ritual, un plan, una palabra de cariño. Sólo para mencionar algunos: los miércoles de partidos y truco; las salidas a tomar helados; las “meriendolas” de auto y tantas otras cosas hermosas y divertidas que hacíamos con él.

El "accidente", como lo llamamos al principio, nos sacudió con tal intensidad que nos resultaba incomprensible. La magnitud del dolor nos dejó en shock, nos costó encontrar palabras para entender lo que sucedía. Fue José quien nos permitió ver la tragedia con claridad. Nos dijo que quien no cumple las leyes de tránsito convierte un auto en un arma, y en ese instante, el dolor se intensificó porque comprendimos que Fausto no murió a Fausto lo mataron.

Amelia Molina de Sayavedra, una persona adulta, con la indiferencia y la deshumanización de quien no respeta las normas que nos permiten convivir, decidió pasar el semáforo en rojo.

"No pensó ni por un instante en el valor de la vida ajena, no dudó en ganar 40 segundos a costa de arrebatarle la oportunidad de vivir a Fausto".

Ella decidió pasar sin importarle las consecuencias. Y esos 40 segundos de su vida, a los que renunció, le arrebataron a Fausto toda su existencia.

Con su acción, arrasó con los sueños de Cecilia y José, con su proyecto de vida, con la esperanza de un futuro lleno de posibilidades.

Con su decisión, les rompió el corazón, les destrozó el alma. Destruyó las vidas de dos familias, las nuestras, las que compartíamos a Fausto. “A usted no le importaron las consecuencias. A usted no le importó la vida”

Fausto, en cambio, fue un niño que sí respetaba la vida, tanto la suya como la de los demás. A sus 13 años, con la inocencia y la responsabilidad de quien sabe que el respeto por las normas es lo que nos hace humanos, intentó cruzar por la senda peatonal, con el semáforo verde a su favor, caminando tranquilo, alegre, como cualquier niño que sólo deseaba disfrutar de su tiempo con sus amigos en el parque. Él no sabía que, en ese instante, su vida iba a ser arrebatada.

Todo esto es tan absurdo, tan devastador, que nos parece una pesadilla de la que no podemos despertar.

En este doloroso proceso, jamás imaginamos que un niño como Fausto, quien creció rodeado de una red de amor y de cuidados que lo protegían y lo acompañaban, pudiera ser arrebatado de esta manera.

Pero aquí estamos, exigiendo justicia por Fausto, buscando algo de paz para nuestras vidas, buscando que el duelo nos permita encontrar un camino, aunque sea pequeño, hacia la reparación de este horror.

Desde el trágico momento del atropello, no hemos recibido ni un solo gesto de humanidad, de empatía o de arrepentimiento, ni de la señora Molina ni de sus familiares.

No hay palabras de consuelo, ni de reconocimiento por el daño causado. Para nosotros, hay algo que no puede morir, y es nuestra gratitud por haber sido la familia de Fausto. Porque su vida estuvo marcada por un amor tan profundo, tan puro, que jamás dudamos que la señora Molina conozca algo semejante.

Hoy, con profundo dolor en el corazón, honramos la vida de Fausto y exigimos justicia, por él y por nuestras familias, por todos aquellos que lo amaron, que lo respetaron, que compartieron su existencia."

Fausto Morcos, tragedia parque san martin
El alta que la familia de Fausto montó en el lugar de la tragedia.

El alta que la familia de Fausto montó en el lugar de la tragedia.

La lectura de la carta se produjo en el tramo final de una causa que volvió a poner en el centro del debate la responsabilidad penal en los siniestros viales y el impacto irreversible que generan las infracciones graves a las normas de tránsito cuando derivan en víctimas fatales.

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