Cada 8 de octubre se conmemora el Día Internacional de la Dislexia, una jornada dedicada a visibilizar y concientizar sobre esta Dificultad Específica del Aprendizaje (DEA) de la lectura y la escritura. En la provincia de Mendoza, la campaña "Unidos por la Dislexia" gana terreno, buscando generar diagnósticos certeros y garantizar los derechos educativos de quienes lo padecen.
Pese a esa realidad, la profesional destaca la importancia del apoyo gubernamental e institucional en la provincia. "Hoy ya se cuenta con el apoyo de numerosos gobiernos que se han sumado a la Campaña 'Unidos por la Dislexia', entre ellos nuestra provincia con el aporte invaluable de la Dirección General de Escuelas (DGE) al publicar cada año en el Portal Educativo y de muchos municipios e instituciones que iluminan de azul turquesa sus fachadas, monumentos y se suman a charlas, conversatorios y congresos", señaló Sánchez.
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Todos los años, los municipios e instituciones iluminan de azul turquesa sus fachadas, monumentos y se suman a charlas.
La dislexia en la vida escolar: más allá de la "vagancia"
Uno de los puntos clave que subraya Gabriela Sánchez es el impacto emocional y social del trastorno cuando no es detectado a tiempo.
"Que el hijo que era súper inteligente y curioso, al entrar a la escuela se transforma en vago, burro, lento y no quiere ir al colegio", es una frase que resume la frustración que experimentan muchas familias.
Los desafíos en el aula incluyen:
Dificultad para leer y contar.
Problemas para realizar rimas o recordar canciones en la etapa infantil.
Dificultad para recordar nombres o palabras.
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Cuando el trastorno no es detectado a tiempo genera un impacto emocional y social.
Sánchez enfatiza que hay indicadores de riesgo de dislexia temprana que las familias deben considerar incluso a partir de los 4 años:
Conciencia fonológica (cómo suenan las letras).
Reconocimiento básico de letras.
Nivel de escritura en preescolar.
Velocidad para nombrar objetos.
Memoria verbal y vocabulario.
Diagnóstico: un paso hacia la equidad
Si bien se estima que entre el 10 y el 15% de la población tiene Dislexia u otras Dificultades Específicas del Aprendizaje (DEA), un dato alarmante es que solo el 4% está diagnosticado.
Esta falta de conocimiento sobre la propia condición es la principal causa de dificultad escolar, permanencia y abandono, además de traer consecuencias serias en la salud mental (depresión, ansiedad, trastornos alimenticios).
Respecto a la creencia de una mayor prevalencia en varones, la delegada de Disfam aclaró: "No hay prevalencia en niños o niñas, lo que sucede es que estas dificultades específicas del aprendizaje pueden estar asociadas a TDAH o TDA (trastorno de desatención con o sin hiperactividad) y, al ser los varones más inquietos, se les hace más diagnósticos".
El diagnóstico debe ser realizado por un psicopedagoga especializado y debe ser de carácter Neurocognitivo.
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Existe una creencia que los varones son los que más padecen el trastorno.
Leyes que garantizan un derecho
Es fundamental comprender que los ajustes metodológicos o las adaptaciones son un derecho amparado por la Ley Nacional 27.306 y la Ley Provincial 9.165 (adhesión de Mendoza).
La Ley 27.306 en su artículo 6 establece claramente cómo se debe trabajar, enseñar y evaluar a los alumnos con DEA. La normativa promueve que las instituciones y docentes realicen el andamio necesario para que estos estudiantes logren los mismos aprendizajes que sus compañeros.
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Existe una ley provincial que permite tener una educación inclusiva y de calidad.
"Es importante remarcar que no le otorga facilidades o ventajas, solo les facilita a estos estudiantes accesibilidad al mismo contenido para tener una educación inclusiva y de calidad, dándole equidad en sus oportunidades para acceder a la educación en todos sus niveles", subrayó Sánchez.
La barrera del acceso al tratamiento
A pesar del marco legal, el acceso a los tratamientos sigue siendo una dificultad para muchas familias. "El acceso a los tratamientos es muy costoso, las prepagas y las obras sociales no los cubren y tienen cupos para atender, los hospitales solo tienen a uno o dos profesionales", lamentó Sánchez.
Esta realidad económica impide que muchas familias sin recursos puedan acceder a un diagnóstico y, consecuentemente, a un tratamiento adecuado, perpetuando las dificultades educativas y de salud mental asociadas a la dislexia.