Cuando las Fiestas duelen: duelo, soledad y tensiones en las cenas de fin de año
La Navidad y el Año Nuevo pueden intensificar la tristeza y las tensiones. Un psicólogo ofrece claves para atravesar estas fechas con mayor cuidado emocional.
Navidad y Año Nuevo: claves para atravesar el duelo y los conflictos familiares en las Fiestas.
Las Fiestas de fin de año suelen asociarse a la alegría y el encuentro, pero para muchas personas también pueden activar duelos, ausencias y conflictos familiares. La Navidad y el Año Nuevo funcionan como un amplificador que vuelve más visibles las pérdidas y las tensiones no resueltas. ¿Qué se puede hacer para cuidar la salud emocional?
La primera Navidad sin un ser querido: un territorio emocional desconocido
“La primera Navidad sin ese alguien importante suele sentirse como un territorio nuevo: la mesa es la misma, pero el mundo cambió”, explica el psicólogo Walter Motilla (Mat. 1645), director clínico del Instituto Psicosalud, a SITIO ANDINO. Según detalla, uno de los principales errores es obligarse a transitar las fiestas “como si nada hubiera pasado”.
“Lo más sano es no forzarse a ‘estar como antes’. Reconocer que habrá emociones revueltas —tristeza, nostalgia, momentos de calma— ya es una forma de prepararse”, sostiene. En ese sentido, recomienda habilitar pequeños rituales que permitan darle un lugar simbólico a la persona ausente: encender una vela, compartir una anécdota, dejar un espacio en la mesa o escribir unas palabras.
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Cuando se atraviesa un duelo, uno de los principales errores durante las fiestas es forzarse a transitarlas “como si nada hubiera pasado”.
Foto: Freepix
“La idea no es ‘cerrar’ el duelo, sino darle un espacio respetuoso dentro de la celebración”, aclara Motilla, y remarca que permitirse sentir sin exigirse alegría inmediata resulta mucho más reparador que intentar cumplir con un mandato externo.
La presión de “estar bien” y el peso del guion social
Durante las Fiestas, la presión social suele intensificarse. Frases como “tenés que estar bien” o “es un día para festejar” pueden generar un profundo malestar en quienes atraviesan un duelo reciente. “Es como un ruido de fondo que invalida la experiencia interna”, señala el especialista. “Ese mensaje puede generar culpa por no cumplir un guion emocional que no coincide con lo que uno vive”.
Frente a esto, recomienda volver al eje personal: validar la propia emoción, anticipar situaciones incómodas y preparar respuestas breves y sinceras. “No se trata de justificar el dolor, sino de sostenerlo sin sentirse juzgado”, afirma. A veces, una frase simple como “hoy voy a estar más quieto, es un día sensible para mí” puede abrir un clima de mayor comprensión.
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“La soledad en estas fechas se intensifica porque todo alrededor parece hablar de unión”, señala el psicólogo Walter Motilla.
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La soledad también se vuelve más visible en estas fechas, especialmente cuando la red afectiva está atravesada por pérdidas. Ante este escenario, propone dos movimientos clave: buscar un puente y construir un refugio. El puente puede ser una llamada, un mensaje, una pequeña salida o incluso participar en actividades comunitarias que se realicen en estas fechas. El refugio implica diseñar una noche más amable: elegir una comida que guste, ver una película reconfortante, escribir o meditar.
Esto no busca reemplazar la ausencia, sino suavizar el impacto de la misma y subraya la importancia de no aislarse emocionalmente. “Aunque la red afectiva esté herida, compartir lo que uno siente suele aliviar a todos”, suma el profesional.
“La soledad en estas fechas se intensifica porque todo alrededor parece hablar de unión”, explica Motilla.
Cenas familiares y conflictos: cómo evitar que la mesa se convierta en un campo de batalla
Las Fiestas de fin de año también funcionan como una lupa para los conflictos familiares no resueltos. “Lo pendiente se ve más grande”, advierte el psicólogo.
Antes de la cena, recomienda definir un plan personal de autocuidado: decidir qué temas no se van a discutir, cuánto tiempo se quiere permanecer y con quién conviene sentarse. Frente a preguntas invasivas o críticas, sugiere la “desactivación amable”: responder de forma breve y redirigir la conversación. “Funciona mejor que discutir y evita que el clima se contamine”, señala, destacando que no todo debe resolverse en una noche.
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“La idea no es ‘cerrar’ el duelo, sino darle un espacio respetuoso dentro de la celebración”, explica el psicólogo Walter Motilla.
Foto: Archivo.
Uno de los grandes temores es “arruinar la celebración” al poner un límite. Sin embargo, Motilla es claro: “Los límites no arruinan celebraciones: las protegen”. Según explica, los límites se identifican observando la incomodidad interna. Si un tema genera tensión emocional, ese es un indicador suficiente. “Expresarlos con calma, con frases cortas y firmes, previene que la noche termine peor”, sostiene.
“La culpa aparece porque solemos confundir paz con complacencia”, agrega. Pero aclarar a tiempo evita estallidos posteriores y cuida el bienestar emocional.
La ansiedad previa o durante las cenas de Navidad y Año Nuevo también es frecuente. Para esos momentos, el especialista recomienda estrategias prácticas y accesibles:
Respiración cuadrada (inhalar 4 segundos, sostener 4", exhalar 4", sostener 4") para bajar la activación.
Anclaje sensorial: antes de entrar al lugar donde se llevará a cabo la cena, se recomienda tocar un objeto pequeño (una pulsera, un llavero), sentir la textura y usarlo como recordatorio de calma.
Pausas breves, como retirarse al baño, mojarse la cara y volver. "Parece básico, pero funciona", afirma Motilla.
Frases internas de regulación: “No tengo que rendir un examen emocional hoy”, por ejemplo.
Plan de salida: saber que uno puede irse si se siente saturado, abrumado o sobreestimulado reduce la ansiedad inicial.
Celebraciones posibles, no perfectas
Las Fiestas despiertan una sensibilidad particular: si hay amor, se intensifica; si hay ausencia, también. Cada familia llega a diciembre con su propia historia emocional. No todos brindan desde la alegría plena, y está bien que así sea.
La verdadera salud mental en estas fechas no pasa por ocultar el dolor, sino por permitir que conviva con lo que aún sostiene: el afecto, los recuerdos, los gestos simples y la esperanza. A veces, el mejor regalo es dejarnos ser humanos y sentir sin exigirnos tanto.