Se necesitan. No hay otra manera de entender por qué se prendieron tan aspaventosamente Cristina Fernández y Javier Milei en ese submundo de las redes durante unas horas de suspenso del viernes, más entretenido de la política argentina de los últimos meses. Y se necesitan también Milei y Alfredo Cornejo.
Cuando el Presidente le dijo a Cristina que le daría una clase magistral desde las 19 horas en el atril que usaría en el encuentro de empresarios en Mendoza, los medios afilaron sus plumas para interpretar el nuevo capítulo de la sátira irónica que incluía desde verbos poco habituales de la ex mandataria, pero bien argentos como “boludear”, hasta los ademanes onanistas de Milei contra los empresarios que le piden levantar el cepo.
Por cierto, uno de los que le reclamó que cumpla con esa promesa fue el propio Cornejo, que sin dejar de reiterar su respaldo para que al Gobierno Nacional le vaya bien, se animó a marcarle la cancha jugando de local; al punto que le espetó que aquel despectivo epíteto de casta debería comenzar a modificarlo porque, al fin de cuentas, los logros más festejados a nivel legislativo por Milei, son los que obtuvo mediante el consenso con los parlamentarios dialoguistas.
En el discurso presidencial ante los ejecutivos sentados a las mesas del Sheraton, se escucharon más aplausos a la hora del repaso de los superávits, que en los instantes de ataque dirigido a Cristina o las poco elegantes referencias a la vaselina o los mandriles.
Al margen de que dedicó más minutos a repasar el origen del dinero que a dar anuncios concretos, sólo pudo cerrar con promesas de que en algún momento habrá crecimiento económico y, con ello, más dólares que pesos y se podrá cerrar el Banco Central. Pero fue un dibujo en el agua porque la corriente actual sigue marcando estancamiento, caída en las ventas y la pérdida de casi 700.000 puestos de trabajo.
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Foto: AFP
Ahora, en términos políticos, la trascendencia de la visita presidencial a Mendoza no alcanzó más que a especulaciones respecto de protagonismos futuros de los líderes locales, que a certezas sobre lo que pueda pasar en el próximo año electoral.
Es que con una tropa tan desordenada como es la libertaria, con tantas vertientes y tantas rebeldías, justamente en tierra de la diputada mendocina a la que se le desalinearon los patitos que llevaba en su cabeza al extremo de tener que ser expulsada por la todopoderosa hermana del Presidente, la cuestión era ver si comenzaban a surgir señales respecto de la anfitrión mendocino.
En ese sentido, los gestos de Milei hacia Alfredo con el abrazo en el aeropuerto ya anticipaban la idea de conquistarlo en su doble carácter de gobernador y radical.
Milei sabe que no puede contar con la UCR como institución política porque a los radicales los ha calificado de populistas e inútiles, particularmente a sus próceres Hipólito Irigoyen y Raúl Alfonsin. Y, para colmo, hoy su gran enemigo en el Congreso es justamente el presidente del partido, el senador Martín Losteau.
Ya que este no es el dirigente más admirado por Cornejo en la siempre vigente interna radical, no sería de extrañar que el mendocino acepte el rol que le pide la Presidencia: facilitar los cambios propuestos por el PEN mediante las órdenes de respaldo que a diputados y senadores les impartan los gobernadores del Consejo de Mayo.
Y como la idea de un pacto es que ambas partes salgan ganando, para el actual mandatario mendocino podría ser un escalón más en su pretensión de retomar sus objetivos políticos porteños, una vez concluido su segundo mandato cuyano. En definitiva, Guillermo Francos es un ejemplo a imitar.
Después habrá tiempo de otros acuerdos, más electoralistas, por ejemplo, ver qué hacer con Luis Petri que tuvo el privilegio de venirse en el avión presidencial; si ofrecerle la Senaduría Nacional el próximo año para facilitarle así su acceso a la Gobernación con dirigentes libertarios a los que quizá se los podría alinear mejor dentro de Cambia Mendoza.
Porque, en definitiva, lo que no hay que permitirse, entienden en los oficialismos mendocino y nacional, es dividirse en tercios que permitan a los peronistas sentirse nuevamente competitivos en ambos escenarios.
Es así como habrá que leer la primera visita como titular del Ejecutivo Nacional a suelo mendocino, y su prefacio con fuegos artificiales con Cristina: Porque hay que hacer ruido con la enemiga superable, antes que seguir haciendo crecer la figura de Mauricio Macri como contrincante en el otro rincón dispuesto a levantarse del banquito para dar pelea. Y porque no es tan forzado llegar a un acuerdo con el gobernador radical que si bien se muestra apoyando equilibradamente al Gobierno, bien podría o entorpecer el nombramiento de Ariel Lijo en la Corte o, lo que es peor, impedir la aprobación de las leyes del Pacto de Mayo firmado en julio último.