Son cuatro las personas desaparecidas en San Rafael en apenas dos años; a lo que podríamos agregar un cadáver que se halló sin que todavía se sepa a quién pertenezca. Pero el último caso es de extrema preocupación porque estaría inmerso en el creciente mundo del narcomenudeo, donde en varios años, los enfrentamientos o ajustes de cuentas, no se han cobrado vidas.
La búsqueda de Franco Tapia, un hombre de 29 años de edad que sus familiares y amigos dejaron de ver el 4 de octubre, ha llevado a la sorpresa del posible encubrimiento por parte de un efectivo policial y a la sospecha cada vez más firme de que la única persona detenida podría haber participado directamente de lo que ya se entiende como un homicidio.
Es que las manchas de sangre humana, que se cotejarán ahora con las muestras de saliva tomada a la madre y el hermano de Franco, fueron encontradas en el asiento trasero, la luneta y una puerta del vehículo de Javier Mañas, conocido en varios barrios sanrafaelinos como “el cordobés”, generaron la firme sospecha de un suceso violento que ha venido reforzándose en las últimas horas, especialmente con la aparición de testimonios reservados que, justamente, no se revelan para evitar complicar la investigación.
Todo hacía pensar que la demora de la denuncia de la desaparición, tendría que ver con una situación de extrema pobreza y casi situación de calle de Tapia; porque la prácticamente vacía casa que habita, da para pensar que pueda pasar noches en otros lugares de mayor cobijo; si hasta suele ir permanentemente a la casa de sus familiares a desayunar o comer.
Sin embargo, el primer dato que llamó la atención en la Fiscalía de Andrea Rossi, fue que esa denuncia la realizara su cuñada, y no los familiares más directos.
Quién era Franco Tapia, desaparecido en San Rafael
La situación intrafamiliar de Franco, por cierto, no es de las más ordenadas, pero como la situación de los pequeños hijos implica la necesidad de evitar una revictimización mediática, será tema que mantendremos marginado de esta crónica… aun cuando sus aristas tienen origen justamente en los comportamientos del hoy desaparecido.
La droga es protagonista de esta historia, sin dudas. Las sospechas sobre el posible proveedor de los estupefacientes y el consumo por parte de quienes están involucrados en esta causa, han permitido darle un marco preocupante a lo que parece un hecho criminal y trágico.
Versiones, varias. Desde un paquete que desapareció hasta un dinero que no está. Pero todo dependerá del hallazgo de Tapia, que los investigadores estiman cada vez más cercano.
Ahora bien, la tarea de búsqueda ha dado sorpresas y explicaciones inverosímiles. Por ejemplo: que el mismo día que fueron a buscar el vehículo donde se dijo que pudo haber estado como pasajero Franco, los policías se encontraron con un camarada usando una aspiradora en el interior del rodado.
Ante la pregunta de qué estaba haciendo limpiando un auto sospechado de un hecho delictivo, el policía sólo dijo que a él solían llamarlo para esa tarea. La fiscal ordenó, luego, allanarle el domicilio al funcionario de seguridad y llevarlo a prestar declaración que refleje con certeza qué tipo de tareas hacía en el automóvil Clio y, fundamentalmente, por qué.
Pero no deja de ser un dato menor que ese policía supo estar en la Unidad Investigativa, especialmente en delitos tecnológicos, por lo que su eventual colaboración con el sospechoso, quizá impida conocer mayores detalles de los aparatos electrónicos que les secuestraron a ambos. Es de esperar que esa pericia no sea encomendada a sus ex compañeros de trabajo en la fuerza.
A ese vehículo se llegó porque alguien informó que la última vez que estuvo visible Franco, compartió un encuentro donde participaban el propietario del automóvil, la pareja del desaparecido y un familiar de esta. De ese cuarteto, el sospechado de homicidio, como ha sido imputado ya formalmente, fue Mañas por las señaladas manchas hemáticas que en abundancia tenía en su auto. En cuanto a su casa, claro que fue varias veces requisada, pero nada… hasta ahora.
Las tomas de declaraciones al numeroso número de conocidos, tampoco ha dado muchas pistas. Pero un dato va surgiendo con claridad: el sospechoso es meticuloso, tiene contactos y movimientos que lo muestran muy conocido tanto en barriadas y asentamientos de gente humilde, como en sectores sociales más acomodados; a la vez que reflejan una sagacidad y astucia reconocida por esos testigos.
Especulaciones al margen, la búsqueda ahora se centra en una nueva pista que suma Rossi, y que por razones obvias se mantiene en secreto, tanto como el lugar donde fue a parar el todavía desaparecido Franco Tapia.