Tiana Silva era hija de Ailin, tenía apenas meses de vida, cuando el 25 de junio de 2014 comenzó a vomitar, se puso morada, y cuando este hombre la movió intentando que reaccionara, no lo logró. La mamá llamó a la ambulancia. Por teléfono él iba escuchando indicaciones de un profesional que, desde que contestaron en el 911, le decía cómo debía hacer para intentar reanimarla. Nada. Los enfermeros, al llegar, tampoco lograron nada en los 20 minutos que estuvieron con la beba.
Cuando llegó el papá de Tiana y la abuela paterna, la escena derivó en acusaciones que comenzaron a orientar a la Justicia. Además, los distintos golpes que había recibido la beba eran verificados, por ejemplo, por un hematoma fronto temporal derecha de 4 cm de longitud, otro en el dedo índice de la mano derecha, otro debajo de su mentón, una fractura del fémur en la pierna derecha; otra fractura en la tibia y en el peroné.
Otros hematomas en el parietal derecho e izquierda, hemorragias, sangrado en el labio, fractura también en fémur derecho y otro hematoma en la rodilla izquierda, junto a los desprendimientos de las retinas, daban cuenta de que sus ojitos fueron cruelmente dañados.
Lo peor de todo es que fueron varios días de tortura para la menor, porque se trataba de lesiones que sufrió en diferentes momentos: durante 10 días le pegaron. La llevaron al hospital recién con el episodio de los vómitos, el 25 y dos días después, a las siete de la mañana del 27 de junio de 2014, Tiana murió.
Cuándo empezó a investigar la Justicia
La Justicia comenzó a investigar el caso cuando una auxiliar de policía de apellido Vera que estaba de guardia en el hospital Schestakow informó a la comisaría octava que había ingresado ese 25 de junio, una ambulancia con la menor y la madre, Ailin Silva; le diagnosticaron paro respiratorio a la criatura.
Ailin, al principio, no habló nada contra Juan Ramón; pero finalmente le habría relatado a su papá, Gregorio Silva, abuelo de Tiana, que Cáceres la había golpeado y encerrado durante varios días después del día del padre. Ahí les contó un episodio que había mantenido en secreto. Ese día, Juan habría pateado el changuito en el que llevaban a la nena cuando iba por la calle detrás de la Colonia Penal.
Y que desde entonces, comenzaron los golpes… y que un día cuando ella salió a comprar, al volver, Cáceres le narró que se le había caído de nuevo la beba. Y que, pasados los días, siguió pegándole a Tiana.
El golpe en la cabeza era de tal magnitud que los médicos no lograban que respondiera su cerebro a los estímulos; sólo quedaba esperar cómo evolucionaba. Le explicaron al papá que también había verificado tenía fracturas en la cadera, no sólo en las piernas.
Las narraciones de la nueva pareja de la madre, en cambio, eran propias de alguien que pretendía exculparse: “Me llamaba la atención porque hasta el domingo la bebita estuvo en su andador”, y que durante el día actuaba normal, pero en las noches se ponía molesta...
Sólo recordaba como hecho llamativo que le había visto una piernita hinchada, pero adujo que le colocaron “una cremita y a los 3 días se le pasó”. Aunque también recordó de pronto que dos meses antes la niña supuestamente se cayó de la cama, pero que no notó nada extraño. El tema es que cuando le consultaron, contestó que en ninguna de esas dos situaciones la llevaron al médico a la beba.
Hasta que Ailín decidió hablar y revelar que ya para el día del padre, el 15 de junio de 2014, al volver de la casa de un tío, iba discutiendo con Cáseres, mientras caminaban con la beba en el changuito, por calle Tirasso, pasando la Colonia Penal, y “él se puso celoso de un tal Coco, en un momento en forma agresiva pateó el cochecito sobre el costado, y la nena se cayó al suelo, como dos metros voló la nena. Que se calmó y ya no discutieron más. Pero que esa noche, Tiana durmió mal y se despertó 3 veces”.
Ahí comenzaron las torturas narradas. Cada vez que la bebita lloraba, la zamarreaba o le volvía a pegar, sin miramientos, sin contemplaciones porque, de acuerdo al informe psiquiátrico del Cuerpo Médico Forense, Cáceres Sosa tenía un “estado de indiferencia afectiva, que no condice con la gravedad de la situación; se muestra con cierta frialdad, algo que no es esperable en un caso de esta naturaleza”.
Lógicamente, aparece la duda: ¿Por qué la madre de la nena no la llevó antes al hospital? En ese sentido, el expediente muestra un informe del CAI que da cuenta de la vulnerabilidad a la que estaba sometida: “Habría estado signada o atravesada por la violencia intrafamiliar en su modalidad física y psicológica”.
Aún cuando Ailín estuvo imputada como coautora de homicidio, en su momento, porque se entendía inicialmente que ella debió evitar la muerte de su hija, “prestándole la asistencia médica necesaria, que no cumplió correctamente sus funciones maternas, lo cual hubiese evitado el riesgo de vida de la bebita”; el avance de la investigación permitió desincriminarla
Claro que pasó de todo en la causa, desde planteos de nulidades porque, por ejemplo, las acusaciones contra ella se basaron en las declaraciones que hizo la madre en carácter de testigo, y no en el marco de una indagatoria, según pudieron probar los jueces de alzada en época, Raúl Rodríguez, Aroldo Gorri y Jorge Yapur Meca.
Este último, pasando los años, recibió el expediente para llevar a Cáseres a juicio, y no fue necesario apartarlo, ya que sólo había actuado en el proceso concluido contra la pareja de la progenitora y no contra ella.
Ailín quedó fuera de la investigación gracias al testimonio de Olga Ciprian Carzzo, una médica pediatra que contó que la libreta de la niña refleja que ha concurrido a sus controles como corresponde; como la radiografía de cadera que ella suele pedir al quinto mes de vida de los bebés. Ese hizo ver que “la mamá cumplió”, como expresó la médica que más vio a la nena en vida, porque atendía en el SIC del barrio El Sosneado, donde vivía la víctima.
Así fue que este lunes, Yapur Meca, tras escuchar a las partes que había llegado a un acuerdo para un juicio abreviado, y luego de escuchar que Cáseres admitía ser responsable de lo que se le acusaba, lo sentenció a 21 años de cárcel.
Fueron 10 días de golpes a los que finalmente no pudo resistir Tiana… Como suele decirse en casos así, la Justicia no puede reparar el daño que no es otro que el que reflejó con angustiantes palabras el médico forense Fernando Barrera: “si la niña hubiera recibido asistencia médica en forma inmediata, es probable que se hubiera salvado”.