Nuevamente, un magistrado decide dejar en libertad a un conductor que por manejar borracho, atropelló y mató a un peatón. Nuevamente, la sensación de impunidad para este tipo de casos.
Nuevamente, un magistrado decide dejar en libertad a un conductor que por manejar borracho, atropelló y mató a un peatón. Nuevamente, la sensación de impunidad para este tipo de casos.
Apoyado en la interpretación de que el caso era simplemente un homicidio culposo, el fiscal de Guaymallén, Mauro Perasi aplicó esta semana el razonamiento simple de decir que el conductor ebrio no sabía que iba a matar y tampoco quiso matar. Como si eso bastara para que quien decide manejar borracho, puede matar y zafar de ir preso.
Perasi entendió, como hacen otros, que semejante actitud temeraria no es más que una simple "imprudencia y/o negligencia".
Ya es tiempo de que en Tribunales acepten que estos casos deben ser considerados homicidio con dolo eventual: porque está claro que quien decide manejar en condiciones de ebriedad, sabe que puede provocar una tragedia porque no está en uso pleno de sus facultades, y decide asumir el riesgo de manejar en ese estado, sin importarle las consecuencias.
Con estas decisiones judiciales que dan libertad a diestra y siniestra, pareciera que cualquiera puede violar la Ley que prohíbe conducir en estado de ebriedad, sin temor a ninguna pena de prisión cuando causaren la muerte de una persona por manejar sin control de sus reflejos.
El conductor ebrio que dejaron libre ahora, se llama Eduardo Quiroga; pasó menos de 24 horas en carácter de simple demorado o aprehendido. Y eso que se había constatado que cuando manejaba tenía 1.25 gramos de alcohol en sangre... tres veces más de lo permitido.
Aplicó al caso el artículo 84 del Código Penal que es el que corresponde para los homicidios culposos. Ese es un delito menor y se castiga apenas con seis meses de prisión, como mínimo, y apenas 5 años, como máximo, al culpable; y para el caso de imprudentes, negligentes o tipos que se manejan con impericia, sólo aumenta el mínimo a dos años.
Con esa imputación, Quiroga, ahora y tras el día del juicio, seguirá su vida, como si nada.
Hace 50 años que los juristas argentinos vienen discutiendo si para los casos de asesinos al volante borrachos, en lugar de aplicar el homicidio culposo no sería mejor imputarles dolo eventual. Si todos los fiscales y jueces aplicaran este último criterio, los podrían mandar a la cárcel entre 8 y 25 años, y dejar de aceptar su borrachera como un atenuante de la pena.
Lo caratulan como homicidio culposo, que es lo mismo que un "chas-chas en la cola y portate bien".
Esta es la bronca de familiares de las víctimas y de la sociedad con sentido común: ver que el que mató a un ser humano mientras manejaba en curda, queda en la práctica, sin castigo.
Es increíble, pero hay juristas que argumentan que castigar a los borrachos que asesinan con su auto, con la figura del homicidio en la variante de dolo eventual, es una "sobrerreacción penal" porque se les estaría dando un castigo con cárcel y lo ven como "demasiado".
Es más, muchos jueces se agarran del artículo 34 del Código Penal que libera de penalidad a quienes no comprenden lo que hacen porque tienen alteradas sus facultades o por estar inconscientes de lo que hacen. Esos son los tribunales que opinan: "bueno, este hombre no tenía control de sus acciones porque tenía disminuidas sus facultades por haber manejado "chupado".
Pero, está claro que si alguien decide tomar, sabe en ese mismo momento que no podrá manejar luego. Es lo que se conoce como la "actio libera in causa" - acción libre en su causa-, que se aplica para cuando el conductor asesino todavía estaba "consciente" en plenitud.
Se debería castigar, entonces, a los que se emborracharon antes de matar a alguien con su auto, porque desde el vamos sabían que no debían conducir.
Pero el fallo de la Corte le vino como anillo al dedo a los asesinos al volante con copitas de más. Porque saben que ahora hay jueces que directamente aceptan la idea del delito culposo, el art. 84, sin animarse a argumentar todo lo que hemos señalado.
Así, los funcionarios judiciales que no quieren trepar el caso hasta el peldaño del dolo eventual, están yendo contra el sentido común de la gente que espera que estos homicidas paguen por lo que hicieron, y no queden libres, que es lo más parecido a la impunidad.
Hay demasiados magistrados que condenan blandito y mandan al sentenciado a una simple probation o le otorgan la suspensión de juicio a prueba: "vaya a su casa y no se manda ninguna macana por un añito".
Así están hoy muchos jueces y fiscales, como este de Guaymallén: liberando a homicidas, a personas que mataron a otras. Detrás quedan las lágrimas de los familiares y amigos de la víctima sin consuelo alguno. Y ese dolor le resulta completamente indiferente a los funcionarios del Poder Judicial.
El Fiscal que decidió dejar libre a Amadeo Yerdeo, ¿habrá pensado en todo lo que dejó atrás la muerte de Eduardo Quiroga tras ser atropellado por ese conductor alcoholizado? Parece que no.
Lo que pasa es que estos hombres de la Justica no van al velorio de las víctimas, no abrazan a los hijos que quedan huérfanos, no se ponen en la piel de los padres que vieron morir a su criatura. No les importa. Les da lo mismo.
Y al que provocó todo, lo dejan que siga tranquilo por la vida y con apenas un remordimiento que el tiempo apagará sin provocarle mayor daño.
Para terminar con esto, y mientras los Legisladores deciden hacer algo en algún momento y cambiar el Código para sancionar con penas más graves estos delitos, ya es tiempo que los fiscales y jueces tomen coraje, asuman su responsabilidad cívica, y no manden a la calle de vuelta y sin pena alguna a estos conductores ebrios y homicidas.
Ya es tiempo de que la Justicia deje de ser permisiva con los asesinos al volante que manejan borrachos y no les importa nada, porque no les pasa nada.
Alguien dijo que el Código Penal es una carta de presentación de las sociedades. Y si nuestro Código sanciona con la cárcel al que roba con un arma en la mano, pero deja libre al que mata conduciendo borracho, está claro que en este país es más importante el patrimonio de las personas que la vida humana.
De allí que tengamos 10 mil homicidios culposos al año... total, eso no te manda en cana.