Igual que un niño que abre su mundo de flores mágicas y de amor profundo. Así se presentó Fito Páez en Mendoza, en esta ocasión, para sacudir el estadio del Arena Maipú con su más reciente disco: Rock and Roll Revolution. Durante dos horas, el artista interpretó sus nuevos temas y dio un repaso por los éxitos que marcaron su trayectoria.
Minutos pasadas las 22, Fito saltó a escena para servir un nuevo banquete que permitiera saborear lo mejor del rock nacional argentino. Todo comenzó con RRR, el tema que le da nombre al último álbum del rosarino y continuó con Muchacha, otro de sus estrenos. Los mendocinos, al comienzo tranquilos, fueron entrando tímidamente en el circo del músico que pedía a sus seguidores que subieran los decibeles. Incluso, pidió a los trabajadores de Seguridad que se retiraran del frente del escenario.
Che, la gente está tranquila, no rompan las pelotas, por favor. Este es nuestro recital, vamos, decía Fito mientras sacudía sus manos pidiendo el retiro de los guardias. Somos gente piola, esto es el siglo XXI, nos gusta la música, expresó y ya sonaban los primeros acordes de Yo te amo, canción a la que siguió Margarita.
Luego, la invitación a subirse a la Rueda Mágica. Y quién no querría subir. En este punto, Fito ya había logrado su cometido de levantar al público mendocino en palmas y cantos. Y lo consiguió en el momento justo ya que comenzó a sonar uno de los clásicos del rosarino y favorito de muchos: 11 y 6, coreado por todas las almas que llenaron el recinto.
Ya con un clima ideal, Fito y sus músicos interpretaron Loco y La mejor solución, otros dos temas de su nuevo disco. Pero la gente quería más clásicos, quería disfrutar de esos temas que a muchos acompañaron en su adolescencia y que luego compartieron con sus hijos. Querían escuchar esas canciones que trascendieron las décadas con esa poesía animal que caracteriza a este artista.
Fito, sabiendo esto a la perfección, se sentó en el piano y dijo: Bueno, vamos a tocar una canción que gusta mucho. Y comenzó a sonar Tumbas de la gloria para complacer a los presentes. En el medio, Que te vaya bien y después Será, marcó un intervalo.
Tras la breve pausa, el rosarino- en el piano nuevamente- interpretó un bloque exquisito, donde se sucedieron varios clásicos entre los que se escucharon: Cable a tierra, Pétalo de Sal y Bello Abril, Cadáver exquisito y Te vi, entre otros. Este compacto, por llamarlo de algún modo, de breves interpretaciones, se convirtió en el momento más intenso de la noche. Todos esos temas que alguna vez se cantaron entre risas o llantos, sonaban. Fito era dueño y ya controlaba las emociones de su público.
La lista siguió con Al lado del camino y la guitarra se enfureció con Naturaleza sangre. Luego, otro momento mágico. Las luces se apagaron y en medio de la oscuridad, esos sonidos de festival invitaban a participar de la primera función del Circo Beat, el circo más sexy, más alto, más tonto del mundo.
La noche iba llegando a su fin. Fito, como la gente que lo acompañaba en el Arena Maipú absorta y completamente ajena a todo lo que sucedía en el exterior, cantaba sobre esos momentos, aromas, personas especiales que uno siempre se quiere llevar. Sí, sonaba Brillante sobre el mic. Prendan sus celulares, queda muy bonita esta canción con las luces de los teléfonos arriba. Todos obedecieron y, de repente, varias lucecitas comenzaron a iluminar un recinto en penumbra.
A rodar fue el tema elegido para bajar el telón. Pero la gente no iba a dejar que su ídolo se fuera tan fácilmente. Comenzaron los aplausos y el pedido de una sola canción más, para seguir flotando. Fito regresó con sus músicos e interpretaron nuevamente Rock and Roll Revolution y Mariposa Tecnicolor puso final a una de esas noches que erizan la piel. La nostalgia, la melancolía, la euforia, las sensaciones que se viven con este artista que sigue trascendiendo.