Ese. El que está ahí golpeando el micrófono contra su pecho para que los latidos del corazón se expandan al infinito. El mismo que toma la guitarra y no para porque una canción encadenada a la otra sabe volar en libertad. El activista de las causas sociales que posibilita el espacio para que la gente exprese sus demandas y grite sus luchas. El que se sienta en el Papito Barloa, el amigo del Barrio La Gloria, el del no rotundo a la Minería contaminante, el que arenga Te lo digo te lo canto, fuera Monsanto, el trotamundos, el de los gestos sin prensa, el pequeño gigante; el de la próxima estación: Esperanza.
Hace tiempo que Manu Chao se ha convertido en un músico del pueblo, justamente porque es del pueblo. Referirse a él significa transcender la escena, saltar por encima de los movimientos artísticos o la novedad de un nuevo álbum. El hombre nacido en Francia, no es sólo aquel que mueve multitudes, sino que es aquel que muchos adoptaron como a alguien cercano. Será el necesitado sueño de otro mundo compartido o la utopía de que ya no nos engañen con la primavera Sea lo que sea. Lo importante es que es.
Y así, con las ansias del reencuentro a flor de piel, es que Manu Chao concretó su regreso a la provincia este miércoles en el estadio Andes Talleres. Una insistente lluvia fue el condimento climático que enmarcó el encuentro, pero que de ningún modo opaco la energía y la fiesta que se vivió durante dos horas y media de recital en medio de charcos y lagunas de barro.
Pasadas las 22hs fue que comenzó el descontrol de una noche para el recuerdo. La banda que lo acompaña La Ventura sonó a la perfección y el ex Mano Negra se lanzó a ponerle voz a un repertorio sin pausa. Clandestino, Welcome to Tijuana, Rainin in Paradize, Y ahora qué, Cinco razones, La vida Tómbola, La carretera, Mentira y Que horas son mi corazón, fueron algunos de los temas de la lista. Esta última canción también incluyó el mensaje: Qué hora es Mendoza. Es hora de pasar a la acción contra toda la repugnancia, contra toda corrupción.
Es que con Manu Chao la forma importa, pero mucho más importa el contenido. Es por esto que durante el recital, se dio lugar a los Asambleístas de Tupungato que subieron al escenario para defender el agua pura y la ley 7722 de regulación de la actividad minera. Ya promediando la noche también fue el turno de los integrantes de la Biblioteca Popular Pablito González del Barrio La Gloria, quienes junto a las murgas El Negro Ariel y Enviados del Momo se manifestaron en repudio de la represión policial y los casos de gatillo fácil en los barrios pobres.
Y como bien dice que la resignación es un suicidio permanente, el músico acompañó y siguió cantando y tocando hasta pasada la media noche. De este modo su resistencia del submundo volvió a cobrar fuerza ante una multitud de cómplices y con un hasta pronto que fue volveré siempre Mendoza, se despidió.
La próxima parada será en Córdoba el próximo 27 de marzo. Otro destino-casa, que lo espera para levantar la bandera ecologista contra la empresa de agroquímicos.