4 de octubre de 2025
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Crisis productiva

Vitivinicultura: productores primarios alertan sobre la presión fiscal y el abandono estatal

Productores vitivinícolas de Mendoza denuncian una crisis de rentabilidad por costos en alza, precios en baja y presión fiscal que golpea al sector.

Por Marcelo López Álvarez

La Asociación de Viñateros de Mendoza salió al ruedo para marcar con preocupación la situación que atraviesa el sector de los productores vitivinícolas de Mendoza. La entidad denuncia mediante un comunicado que los productores primarios enfrentan una de las crisis de rentabilidad más severas de las últimas décadas, con consecuencias que van más allá de lo estrictamente económico y que comprometen la continuidad de una tradición profundamente arraigada en la identidad provincial.

Vitivinícultura: Costos en alza y precios en retroceso

El diagnóstico difundido por la organización es categórico y cargado de una realidad ineludible en el campo mendocino: “la ecuación económica ya no cierra. Durante la campaña 2024/2025, los costos de producción se incrementaron de manera desmesurada, desde la mano de obra hasta la energía, pasando por insumos clave como agroquímicos y fertilizantes”. Frente a este escenario, el valor de la uva no solo no acompañó la inflación, sino que en muchos casos resultó inferior al del año anterior.

Las cifras que aporta la Asociación grafican la magnitud del desfasaje: la energía y el riego aumentaron más del 100%, la mano de obra de cosecha un 115%, los fletes un 95%, mientras que impuestos y tasas registraron alzas que van del 50 al 250%. En paralelo, sostienen, la presión fiscal llega a apropiarse del 57,1% del excedente de una finca productiva.

viñas abanconadas
Los productores denuncian una situación extrema. El abandono de fincas se multiplica.

Los productores denuncian una situación extrema. El abandono de fincas se multiplica.

Un mercado desequilibrado

La organización señala que la situación se agrava por la asimetría de poder en la cadena vitivinícola. Más de la mitad de las bodegas no producen su propia uva, lo que coloca al productor en una posición vulnerable frente a precios que se imponen de manera unilateral. A esto se suman plazos de pago que se extienden a seis o nueve meses desde mayo, con retrasos frecuentes, lo que obliga a los viñateros a endeudarse o a malvender su producción.

“Nos hemos convertido en el eslabón permanente de ajuste”, resume el comunicado, al advertir que incluso quienes están integrados al proceso de elaboración se ven afectados por un esquema de rentabilidad negativa.

Contingencias y responsabilidades

La Asociación cuestiona además la falta de respuesta estatal frente a problemáticas que golpean al sector. Citan como ejemplo la propagación de la lobesia botrana, “enfermedad que hoy todos los productores sufrimos en nuestras fincas por una irresponsabilidad estatal en los controles de máquinas traídas por la industria, y si bien después de una larga lucha de nuestra Asociación junto a otros actores se ha logrado recién este año que el gobierno provincial escuche y afronte el problema como corresponde, desgraciadamente el remedio llega tarde y el productor ya sufrió daños irreparables que tuvo que pagar desde su bolsillo”.

“No pedimos subsidios ni parches, sino reglas claras: reducción de la presión impositiva, financiamiento accesible, condiciones de negociación dignas y herramientas contra las contingencias”, plantea el comunicado de la entidad que preside Eduardo Córdoba.

Impacto social y cultural

La advertencia no se limita al plano económico. Los viñateros destacan que la crisis amenaza con desarticular el tejido social del interior mendocino. El abandono de fincas, la falta de empleo y la migración de jóvenes hacia otras actividades generan un efecto multiplicador negativo en pueblos, escuelas, comercios y en la propia cultura vitivinícola.

En términos laborales, está en juego el sustento de más de 100.000 trabajadores rurales, entre permanentes y temporarios, que dependen directamente de la actividad.

El comunicado concluye con un reclamo urgente a los gobiernos nacional, provincial y municipales, así como al resto de la cadena vitivinícola, para que reconozcan la gravedad de la situación y adopten medidas inmediatas y sostenibles.

“Sin productor primario no hay vino, y sin vino no hay turismo ni economía regional”, subraya la Asociación, al tiempo que insiste en la necesidad de previsibilidad y de un horizonte claro para recuperar la rentabilidad.

Para los viñateros no quedan muchas opciones; o se adoptan políticas que aseguren condiciones justas y equitativas, o Mendoza corre el riesgo de ver comprometida no solo una de sus principales actividades económicas, sino también un legado cultural que forma parte de su identidad colectiva.

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