4 de octubre de 2025
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Geopolítica

China, Estados Unidos y América Latina: disputa por la hegemonía económica

China impulsa la Franja y la Ruta, un proyecto que abre oportunidades de inversión, infraestructura y desarrollo, pero desata el conflicto geopolítico

Por Marcelo López Álvarez

Durante el mes pasado se cumplieron 11 años del proyecto insignia de China, que ofrece una visión de desarrollo basada en la economía real y la cooperación mutua, frente a la hegemonía occidental. Para América Latina, región estratégica con vastas reservas naturales y crecimiento poblacional, la Iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR) representa una oportunidad histórica para impulsar la economía continental y equilibrar el mapa de poder mundial.

Tensiones en la región

La llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos y de gobiernos de derecha a distintos países de Latinoamérica, como Argentina, Paraguay o Bolivia, pone en tensión a la región, que se debate entre el alineamiento a la potencia americana y la decisión china de ser un actor clave en la región a partir de lo que Estados Unidos no ofrece: obras de infraestructura con financiamiento real.

Hoy el alineamiento sistemático de nuestro gobierno con los Estados Unidos desató una ola de versiones sobre los pedidos norteamericanos de profundizar el alejamiento de todo tipo de cooperación con el gigante asiático, a quien Donald Trump ha elegido como principal enemigo.

El origen de la Iniciativa

En septiembre de 2013, durante una visita a Kazajstán, el presidente chino Xi Jinping anunció la propuesta para la creación de corredores económicos que emularan la ancestral Ruta de la Seda. Un mes después, la iniciativa se extendió a la esfera marítima, buscando conectar puertos y, a través de ellos, a los pueblos alrededor del mundo.

La denominación inicial de “Nueva Ruta de la Seda” buscó trazar un paralelismo con el dinamismo económico que caracterizó a China durante más de mil años, cuando la ruta histórica no solo transportaba productos exóticos, como la seda que le dio su nombre (gracias al alemán Ferdinand von Richthofen), sino que también conectaba civilizaciones, compartía conocimientos y fomentaba el comercio armónico entre pueblos.

Una herramienta para un nuevo orden

Sin embargo, tal como analiza el sinólogo argentino Sebastián Schultz, para la revista Dangai, la Iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR), como fue rebautizada, no busca meramente reconstruir una ruta comercial o negociar seda. Nació en un contexto de orden internacional cuestionado, marcado por la pérdida de hegemonía de Estados Unidos, el fin del unipolarismo y la crisis de legitimidad de las instituciones globales emanadas de Bretton Woods. En este entorno de proliferación de tensiones globales, China propuso la IFR como una herramienta orientada principalmente a los países emergentes y en desarrollo, el denominado “Sur global”, para paliar los impactos de las crisis económicas, la brecha de infraestructura y los problemas sanitarios y ecológicos.

Un modelo basado en principios y la economía real

La esencia de la IFR radica en la promoción de un proyecto productivo sustentado en la economía real. La iniciativa contempla el financiamiento y la construcción de infraestructura crítica, como vías ferroviarias, carreteras, aeropuertos, proyectos energéticos, parques industriales y puertos, diseñados para agilizar el comercio entre las naciones participantes.

Schultz destaca dos características centrales definen este proyecto. En primer lugar, la IFR es un proceso abierto y no un “paquete cerrado”. Retomando el legado denguista de “cruzar el río tanteando las piedras”, se define sobre la marcha y se enriquece a partir de las experiencias prácticas y la incorporación continua de nuevos proyectos. En segundo lugar, el espíritu de la IFR se explicita bajo principios de cooperación con un enfoque “centrado en las personas”, donde los acuerdos comerciales son un medio, no un fin.

Al firmar el Memorándum de Adhesión, las partes se comprometen a principios básicos como la búsqueda del beneficio mutuo, la no injerencia en asuntos internos, el respeto por los modelos de desarrollo nacionales, la amplia consulta y la paz entre las naciones.

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El mega puerto de Chancay en Perú, una de las obras ya en funcionamiento construidas y financiadas por China en America Latina.

El mega puerto de Chancay en Perú, una de las obras ya en funcionamiento construidas y financiadas por China en America Latina.

Globalización incluyente y multipolaridad

Mediante estos principios, China busca construir una “globalización incluyente”. Esta globalización con características chinas se diferencia del modelo neoliberal: busca potenciar las capacidades nacionales a través de la cooperación internacional, respeta la diversidad y heterogeneidad de civilizaciones, y prioriza lo productivo sobre lo financiero y especulativo.

Por esta razón, la IFR es percibida como una herramienta clave para la construcción de un mundo multipolar, donde múltiples polos de poder conviven y cooperan de forma armónica y pacífica, contrario a las visiones que sostienen que busca un orden “centrado en China”.

América Latina: eje estratégico y oportunidad soberana

El fuerte respaldo internacional a la IFR se materializa en cifras contundentes: en una década, más de 150 países se han adherido, se han impulsado más de 3.000 proyectos y se ha destinado casi un billón de dólares en inversiones, generando 420.000 puestos de trabajo.

La iniciativa también ha diversificado sus dimensiones más allá de los corredores terrestres y marítimos originales, abarcando la Ruta de la Seda digital, espacial, polar, verde y de la salud.

América Latina y el Caribe (ALC) fue considerada por Beijing en 2017 como una extensión natural de la Ruta de la Seda Marítima. Actualmente, 22 países de la región han firmado su adhesión. La región es considerada estratégica debido a sus vastos recursos: representa el 13,6% de la superficie global, alberga 640 millones de habitantes, y su Producto Bruto Interno (PPA) conjunto supera al de India. ALC posee el 22% de las reservas de petróleo mundiales, es la tercera superficie mundial con mayor tierra cultivable, y concentra importantes reservas de biodiversidad, agua dulce y litio, un mineral esencial para la carrera tecnológica global.

Oportunidad y tensiones crecientes

Para ALC, la participación en la IFR se presenta como una oportunidad para quebrar los lazos de dependencia histórica con Estados Unidos. Permite pensar en el desarrollo de un proyecto productivo industrial soberano y socialmente inclusivo.

Esta realidad explica la reacción de Washington, con intentos de sabotaje por parte de funcionarios y medios estadounidenses frente a los proyectos de infraestructura enmarcados en la nueva ruta.

La reconfiguración del mapa de poder mundial es innegable. El acercamiento entre China y ALC es trascendental, y la IFR tiene una importancia estratégica, pero hoy se encuentra en medio de tensiones crecientes que geopolíticamente pretenden desestructurar la iniciativa.

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