La rivalidad entre Estados Unidos y China por el liderazgo mundial volvió a escalar en los últimos años, especialmente desde el retorno de Donald Trump al centro de la política estadounidense. Ya no se trata de un conflicto militar —aunque esa posibilidad sigue latente—, sino de una competencia feroz en los terrenos económico, tecnológico, científico y diplomático.
En este contexto, Argentina observa desde su posición periférica, pero con oportunidades concretas. Lejos de ser un mero espectador, el país puede sacar ventaja de la disputa, si logra posicionarse con inteligencia y mantener una dosis de autonomía estratégica.
La pregunta es inevitable: ¿se puede mantener la neutralidad cuando las potencias exigen definiciones claras?
Milei, entre el pragmatismo y la ideología
Desde su llegada a la presidencia, Javier Milei mostró una clara simpatía por Estados Unidos y un rechazo explícito a los regímenes comunistas, lo que incluyó cuestionamientos directos a China. Sin embargo, en los hechos, su gobierno ha adoptado una postura más pragmática.
La renovación del swap con el Banco Popular de China y los rumores sobre un posible viaje oficial a Pekín —aunque nunca se concretó— muestran que Milei no ha roto relaciones y, por el contrario, mantiene canales abiertos con ambas potencias.
Este equilibrio, aunque frágil, podría permitirle a Argentina negociar beneficios sin romper con ninguno de los dos polos, siempre que el contexto internacional no obligue a tomar partido.
Qué piensa la sociedad argentina
Una encuesta reciente de la consultora Zuban Córdoba reveló que el 55% de los argentinos cree que el país debería mantener su histórica neutralidad frente al conflicto entre EE.UU. y China. Solo un 20,9% se inclina por alinearse con China, mientras que un 19,3% elige a EE.UU.
Los datos muestran una sociedad cautelosa, que valora la autonomía en política exterior. Esto representa un giro relevante, ya que durante décadas la opinión pública fue más favorable a Estados Unidos.
El desglose por afinidad política también ofrece pistas:
Entre los votantes de Milei, el 39,8% prefiere alinearse con Washington, pero casi la mitad (49,6%) apuesta por la neutralidad.
En cambio, entre quienes votaron a Sergio Massa, predomina la equidistancia (59,9%), aunque un 36,9% ve con buenos ojos una relación más cercana con China.
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Los argentinos prefieren la neutralidad frente al conflicto entre China y Estados Unidos.
Otro dato llamativo es la percepción sobre quién contribuye más a la estabilidad global. Contra lo que se podría suponer, China lidera con un 36%, mientras que solo el 16% cree que ese rol lo cumple Estados Unidos.
Este cambio se explica, en parte, por las políticas comerciales agresivas que impulsó Trump, que fueron vistas como perjudiciales para países en desarrollo como Argentina. La imagen de EE.UU. como garante del orden internacional parece haberse debilitado.
Rusia, por su parte, también aparece como un actor que genera tensiones, pero principalmente por su invasión a Ucrania, lo que la diferencia del eje económico-comercial de la disputa entre Washington y Pekín.
La imagen internacional de Argentina con Milei
Otro de los hallazgos del estudio tiene que ver con la imagen de Argentina en el exterior. Para el 54% de los encuestados, la reputación del país ha empeorado desde que asumió Milei. Solo una minoría cree que mejoró, aunque reconoce que el país es hoy más visible en el escenario internacional.
Esa visibilidad, sin embargo, no siempre se traduce en prestigio. Las intervenciones del presidente en foros internacionales —a menudo polémicas y confrontativas— han generado reacciones mixtas, tanto dentro como fuera del país.