La inestabilidad de los mercados financieros argentinos volvió a poner en primer plano un fenómeno que se repite con persistencia desde hace décadas: la preferencia de los ahorristas por refugiarse en el dólar. La última semana de septiembre dejó en claro que, pese a los intentos oficiales por estimular la “dolarización endógena” a través de instrumentos financieros y la quita de retenciones al sector exportador, la reacción inmediata de los inversores ha sido acumular divisas por fuera del sistema.
Bonos no se recupera la confianza
En el mercado de deuda soberana, los movimientos de precios exhibieron un marcado contraste. Los Globales y Bonares de vencimiento corto lograron sostener rebotes significativos, con subas de hasta 1,3% en el caso del Global 2029. Sin embargo, la parte media y larga de la curva volvió a mostrar debilidad, con pérdidas pronunciadas en títulos como el Global 2041, que cayó 4,4% en la semana.
La selectividad de las compras refleja una tendencia defensiva: los inversores se concentran en los bonos de corto plazo, mientras castigan con ventas los plazos más extensos, donde el riesgo de default o reestructuración futura se percibe como más alto. Esta dinámica llevó al riesgo país a superar los 1.100 puntos básicos, consolidando una trayectoria alcista que limita las posibilidades de financiamiento externo.
Acciones y ADR en retroceso
El panorama bursátil no ofreció alivio. En Nueva York, los ADR de bancos argentinos encabezaron las pérdidas, con descensos superiores al 6%. En la plaza local, el S&P Merval retrocedió más de 2%, arrastrado por caídas de empresas energéticas y de servicios públicos. La corrección refleja la percepción de un mercado sin drivers claros, sometido a la incertidumbre electoral y al endurecimiento del control de cambios.
El dólar como refugio
Más allá del desempeño de bonos y acciones, la atención volvió a concentrarse en el frente cambiario. La cotización del dólar mayorista osciló entre los $1.450 y los $1.376 en una sola jornada, lo que evidenció la intervención del Banco Central, forzado a vender divisas para evitar un salto mayor.
Sin embargo, esas intervenciones no logran modificar la tendencia de fondo: los agentes económicos siguen acumulando dólares como cobertura. El INDEC informó que en el segundo trimestre de este año los argentinos tienen atesorados u$s 245.311 millones en billetes y depósitos fuera del sistema, cifra que creció en más de u$s 2.300 millones respecto del trimestre previo. Este comportamiento confirma que la dolarización de carteras se mantiene como estrategia dominante de los ahorristas. A pesar de los esfuerzos del Gobierno porque los argentinos saquen los dólares del colchón, la realidad es que la cantidad crece y la tendencia a la dolarización se profundiza en la medida que los ciudadanos creen que el dólar está barato y las dinámicas preelectorales aumentan la posibilidad de una devaluación post 26 de octubre.
image
A pesar de los esfuerzos del Gobierno los dólares no salen del colchón, sino que siguen engrosandolo
Economía política y confianza
La presión cambiaria responde más a expectativas que a flujos. El mercado descuenta que las promesas de asistencia financiera internacional están condicionadas al resultado electoral, y frente a esa incertidumbre los actores optan por adelantarse. La lógica es clara: mejor dólares en mano que promesas futuras.
Las medidas adoptadas por el Gobierno -cepo, quita de retenciones y recompras de bonos- son interpretadas como señales de debilidad más que de fortaleza. Al no contar con un acuerdo político amplio, los intentos de sostener el tipo de cambio se perciben como parches de corto plazo que refuerzan la desconfianza.
Tres meses de caídas
El balance de septiembre confirma la tendencia. Los bonos en dólares acumularon pérdidas de entre 6,3% y 12,4%, con mayor castigo en los tramos largos de la curva. Es el tercer mes consecutivo de retrocesos, lo que deja al retorno total promedio en terreno negativo en casi un 12% en lo que va del mes.
Este escenario de debilidad en los activos locales contrasta con el desempeño positivo de otros emergentes, lo que sugiere que los factores de presión son, en su mayoría, domésticos.
Un dilema sin resolver
La insistencia del Gobierno en “remonetizar” la economía con dólares a través de nuevos esquemas impositivos y de blanqueo no ha tenido, hasta ahora, el efecto buscado. En lugar de ingresar al sistema, los fondos en moneda dura continúan saliendo, impulsados por la falta de confianza en el rumbo económico y en la estabilidad de las reglas de juego.
La paradoja es evidente: mientras el Estado busca captar divisas para sostener el nivel de reservas, la sociedad acumula dólares de manera privada, desconfiando de los mecanismos oficiales.
El fenómeno de la dolarización de carteras no es nuevo, pero adquiere renovada intensidad en contextos de volatilidad como el actual. La falta de instrumentos confiables en pesos, el déficit de credibilidad institucional y la cercanía del calendario electoral refuerzan una dinámica que se repite con obstinación: la moneda estadounidense es, para los argentinos, el verdadero activo de resguardo.