La primavera ya estalló en los caminos rurales anticipándose a la fecha que le marca el calendario. Y con su llegada, los agricultores -que tal vez esperaban que algo cambiara en este año sin lluvias- fruncieron el entrecejo. El agua no llega desde el cielo, y el caudal de los ríos que viaja por canales e hijuelas para llegar a las fincas se nota, ya desde el inicio, escasa.
No sólo Mendoza está pasando por una época de sequía extrema. Todo el centro y norte argentino viene marcado del mismo modo, con producciones que se están perdiendo por la falta de precipitaciones. La sequía y las temperaturas extremas por el cambio climático están sembrando pavor en el mundo. Europa está culminando su verano con temperaturas que han provocado miles de muertes y la peor sequía en 500 años según los científicos que estudian el evento.
Los ríos europeos han alcanzado niveles mínimos de agua y han afectado la producción de cultivos y energía. El Rin ha bajado tanto en su caudal que el transporte marítimo tuvo que reducirse lo cual también provocó problemas de abastecimiento en algunos países.
El suroeste de los Estados Unidos ingresó en el 2000 en un ciclo de sequía que ya lleva 22 años y que constituye el peor período de escasez hídrica de los últimos 1200 años.
Los expertos del Programa de Cambio Climático de las Naciones Unidas han revelado que las sequías que antes se producían una vez cada diez años, ahora se producen 1,7 veces por década. Y con 2°c más de calentamiento global, las crisis hídricas se producirán cada 3 o 4 años.
En nuestro país, los meteorólogos dieron a conocer el pronóstico trimestral para la primavera que viene con más de lo mismo: casi nulas precipitaciones y un aumento de temperatura desmedido al ingresar al verano. Explican que estamos ante el primer "triple episodio" de La Niña en este siglo al abarcar tres veranos consecutivos desde que se inició, en septiembre del 2020.
Para el resto de la Argentina puede ser atípico intentar ganarle a la falta de agua en los ríos o a la lluvia que falta, pero esto no puede ocurrir a un mendocino.
Los mendocinos sabemos cuán seca puede ser una primavera y aquí los rezos van para la madre Cordillera, para que nos siga dando el agua que necesitamos.
Pues esto tampoco está ocurriendo. Irrigación se ha encargado de informar en todos los oasis la bajísima cantidad de agua que hay en los embalses o que escurrirá cada río, por lo que los riegos serán más que segmentados -al igual que en los últimos años- y se cortará apenas ocurran eventos deseables como lluvias o tormentas.
"Empezamos con esperanza pero no alcanza el agua y se empezará a seccionar cada 16 días los riegos", contaba por estos días un inspector de cauces de General Alvear. "La temporada no inició en el mismo nivel que el año pasado, aún no hay deshielo por lo que estamos un 15% más bajo que en el 2021", añadió.
También dijo algo que muchos productores aún no pueden terminar de digerir y es que hay que concientizarse que los turnos de riego por temporada no serán más de 12 o 13. Y esto teniendo en cuenta la disponibilidad para aquellos que tienen padrón de riego definitivo; las zonas con riego eventual reciben mucha menos cantidad de agua, en volumen.
Esta semana, el Gobierno de Mendoza presentó a funcionarios de la empresa israelí Mekorot con la que se diseñará un masterplan que marcará la manera en que la provincia utilizará sus recursos hídricos de acá hasta el 2050.
Diego Berger, de la empresa israelí que ha logrado reutilizar la misma gota de agua hasta tres veces llegando a una eficiencia impensada en otras tierras, dijo que la sequía que enfrenta Mendoza no tiene que ver con problemas tecnológicos sino con la gestión: "Siempre decimos que el 90 por ciento de los problemas son de gestión. En definitiva tenemos que saber si estamos gestionando la demanda o la oferta".
Y de este modo se abre un nuevo paradigma desde Irrigación en que que realizarán un diagnóstico de la oferta y la demanda hídrica, con el acento en gastar menos y utilizar mejor el agua que es escasa.
El DGI cuenta con diagnósticos exhaustivos de glaciares, cuencas y períodos hídricos para poner a disposición. Sin dudas, siempre va a ser un buen momento para comenzar.
La provincia también tiene un Plan de Ordenamiento Territorial aprobado por ley y que casi no se está utilizando más que para sacar algunas ordenanzas locales. La falta y la disposición de agua para producciones agroganaderas; agua para industrias; y obviamente para el consumo humano deberá regir la manera en que ciudades y zonas rurales crezcan en los próximos años.
Mendoza está volviendo a ser un desierto, dicen algunos. En todo caso, Mendoza volverá a ser un desierto para aquellos que no tengan la capacidad de transformación productiva que la urgencia requerirá.