Bares y restaurantes

Menor recaudación, salarios más bajos: el impacto de la restricción horaria en Mendoza

Por Florencia Rodriguez

Luego de una temporada de verano que con la llamada "meseta epidemiológica" permitió al sector gastronómico recuperarse del primer golpe de la pandemia por coronavirus, llegó la segunda ola y las nuevas restricciones no tardaron en aparecer. A principios del mes de abril, se estableció nuevamente la alerta sanitaria que prohibía la circulación de personas desde las 00.30 y el impacto se sintió de inmediato: bares y restaurantes registraron una caída cercana al 50% en su facturación. Ahora, el Gobierno provincial sumó una hora más a la restricción horaria y en Mendoza, bares y restaurantes sólo pueden funcionar hasta las 23.30.

El latigazo de la nueva medida afecta a empresarios/as, empleados/as e incluso a proveedores. Desde el sector aclaran y remarcan una y otra vez que no están en contra de las restricciones que tienen como objetivo reducir la circulación de gente en las calles en medio de una escalada de contagios que tiene al sistema sanitario al límite, sino que piden ayuda para el pago de sueldos e impuestos, es decir, apoyo para sostener la industria que genera cientos de puestos de trabajo.

El primer golpe: el empleado/a

La mayoría de los trabajadores de bares y restaurantes, desde el mozo/a hasta el cocinero y pasando por cajeros, cobra de acuerdo a la cantidad de horas que presta su servicio. La restricción horaria tiene su consecuencia lógica e inmediata: a menor carga horaria, menos dinero en el bono de sueldo.

Este fue el reclamo central de Uthgra (Unión de Trabajadores del Turismo, Hoteleros y Gastronómicos) durante la manifestación que realizaron este martes por la mañana en la explanada de la Casa de Gobierno. Alertan sobre el recorte del salario de los empleados y solicitan al Estado provincial un ATP (Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción) para mantener los locales en pie.

"Ya habíamos presentado una carta el pasado 7 de abril explicando cómo afectaba la restricción horaria que en ese momento era hasta las 00.30. Ayer nos redujeron otra vez el horario de atención, el resultado está a la vista: en lugar de trabajar 8 horas, nuestros compañeros van a trabajar 6 o 4 de acuerdo a la necesidad de cada establecimiento y en consecuencia cobrarán menos", comenzó a explicar Carolina Montivero, titular de Uthgra.

El reclamo de Uthgra, este martes, en casa de Gobierno. Foto: Yemel Fil.

"Tomemos el ejemplo de un mozo/a que cobra mensualmente $44 mil pesos. Con la reducción horaria, ahora va a cobrar entre $20 y $25 mil pesos, ¿cómo se puede subsistir con ese salario? Luego, bajan las temperaturas y se reducen las mesas porque nadie se sienta afuera de un bar cuando hace frío, eso impactará en la cantidad de clientes y en la facturación. Lo que pedimos es una ayuda del Estado, un ATP provincial porque la situación es insostenible y el panorama no es alentador, otra opción es dar marcha atrás con la restricción horaria pero sabemos que eso no va a suceder porque el objetivo del Gobierno es disminuir la circulación de personas. La economía no puede ir lejos de lo que es la salud porque nos vamos a morir de hambre", agregó.

El otro golpe: a empresarios/as

Como lo señalaba Montivero, la reducción horaria impacta en la facturación. La costumbre mendocina es visitar bares y restaurantes de noche. No son pocos los trabajadores/as que salen de cumplir sus labores entre las 20 y 21 horas. La pregunta es ¿cuántos de ellos/as consideran conveniente llegar a cenar o tomar algo durante dos horas? ¿cómo influye el cansancio? Los dueños de locales de este sector ya conocen bien el panorama y lo ilustran muy sencillamente: no hay rotación de mesas, con poco recambio, baja recaudación. 

A la caída en la facturación- que no sólo está motivada en la reducción en la atención al público sino también en el miedo de la gente al virus- se suma otro problema y es el que complica cumplir con las obligaciones tributarias. Es que los empresarios/as no sólo deben pensar en los salarios de sus trabajadores sino también en estar al día con el alquiler (que registró nuevos aumentos) y los impuestos.

"En mi caso, la temporada de verano me alcanzó para ponerme al día con todo, ahora adquiero deudas de nuevo. Hice todos los esfuerzos para trabajar lo mejor posible y cerrar el año al día con mis obligaciones tributarias y como empleador pero ahora empieza todo de nuevo. Hace un mes venimos pidiendo un ATP provincial porque con la reducción horaria tenemos un solo recambio y con suerte", comentó David Dávila, dueño de Kallpa, en calle Arístides Villanueva.

Y detalló: "La gente viene tarde porque si bien el Gobierno sugirió un horario de inicio de atención, no estableció nada con respecto a los cierres, entonces, el comercio cierra entre las 20hs, 21hs y llega tarde, y se queda hasta que cierra el bar, si al final son sólo dos horas. Lo voy a explicar con un ejemplo muy claro, de 500 personas que tenía en el bar por día, ahora tengo sólo 80 en promedio, con un ticket de facturación cercana a $700 pesos. La medida nos deja sin rotación, para no contraer deuda tendría que atender a 100 personas con tickets de 600 para recaudar 60 mil pesos y no perder, bueno, eso ya no está sucediendo".

Ante la caída en los ingresos, David tomó la decisión de abrir el bar sólo tres días a la semana. Así, de atender de martes a domingo, sólo funcionan jueves, viernes y sábados porque "la facturación no se condice con los gastos que tengo sólo para abrir las puertas", expuso.

Kallpa, en Arístides Villanueva. Foto: Cristian Lozano.

No muy lejos de Kallpa, está instalado Beerlin, otro bar de calle Arístides. Su dueño, Andrés Civit relató cómo es la situación actual en su negocio. Comenzó contando que desde la primera restricción horaria de inicios de abril, la facturación se redujo en casi un 50%. Además, habló de las desventajas de los bares frente a las reuniones sociales o familiares que tienen lugar en las casas.

"Como propietario de bar, puedo tener hasta 6 personas por mesa, dentro de casa hasta 10. En la patio del bar, también hasta 6 clientes por mesa mientras que en el de casa hasta 20. Entonces, ¿en casa no se contagian y en el bar sí? Creo que no porque la gastronomía tiene más protocolos sanitarios que cualquier otra actividad. Además, si tengo que echar clientes a las 23, la medida que han adoptado muchas personas es hacer reuniones en casas que a veces duran toda la noche y a las 5.30 cada uno se dirige a su destino y aquí no pasó nada. Esto sucede y nadie puede negarlo", señaló Civit.

Bar Beerlin, en Arístides Villanueva. Foto: Cristian Lozano.

"Nosotros no estamos en contra de las restricciones del Gobierno porque entendemos la situación que estamos atravesando en la provincia, el país y el mundo. Lo que estamos pidiendo es que si van a tomar estas medidas que vengan acompañadas de un ayuda que puede ser un ATP, flexibilizar el ingreso al Repro (Programa de Recuperación Productiva) o una reducción en los impuestos, algo, que nos den una mano de alguna manera porque así no se puede sostener esta industria que genera muchísimos puestos de trabajo y eso que no estamos hablando del impacto a proveedores que al atender menos, les compramos menos. Entonces, dejemos de plantear estas medidas sin brindar un apoyo para no fundir a las pymes", cerró el dueño de Beerlin.

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