Con 93 años, Bianchi suma la 4ta generación familiar y nuevo vino: "Queremos crecer sin parámetros"
Cerca del siglo de vida, una empresa familiar se acostumbra a los traspasos generacionales. Y eso queda patente en Bianchi, la histórica bodega sanrafaelina, que tras desembarcar en el Valle de Uco en 2018 empezó a preparar el terreno para que los bisnietos del fundador, don Valentín, empiecen a tomar las riendas de a poco: luego de Raúl Bianchi, una de las cabezas visibles de la tercera camada con su hermana Sylvia y Ricardo Stradella, ahora sus hijos Enzo y Yanina, además de sus sobrinos Silvina, Andrea y Rafael García Bianchi, junto Eduardo, Valentín, Lucca y Aurelio Stradella asoman como los próximos conductores.
"Es la clara demostración de la convivencia familiar que ha tenido Bianchi a lo largo de estos 93 años. Creo que aún somos jóvenes para ceder "el sillón de Rivadavia" como le llamo, pero sí maduros para comprometer a la cuarta generación a que se involucre"", arranca Raúl, acompañado de su hijo Enzo.
Raúl ¿cuál es el significado que le asigna a esta transición en una de las pocas bodegas que sigue bajo mandato familiar en Mendoza?
Son muchos años de esfuerzo de don Valentín, de mi padre y mi hermano, de mis tíos, algunos que formaron parte de la empresa y otros que se fueron. La familia fue reduciéndose y creciendo a la vez, y ellos (la cuarta generación) reciben un legado con un tremendo significado y una responsabilidad importantísima; creo que el respeto fue clave, porque nos dejó cumplir 93 años y llegar hasta acá.
Enzo ¿qué crees que la cuarta generación puede aportarle a los logros de Bianchi?
Hoy en día, ésta bodega y esta finca (Enzo Bianchi, ubicada en Los Chacayes, Tunuyán) le están aportando a nuestros antiguos vinos lo que les hacía falta: la fuerza, frescura, los caprichos, que para mí resume lo que somos la cuarta generación. Un grupo de jóvenes con muchas ganas y fuerza, voluntad para seguir adelante con la empresa, hacerla más grande y crecer sin parámetros. Como primos no tenemos un límite, queremos ir hacia adelante, no solo con este vino, que representa un sinfín de gustos y creo que va a ser un ícono que va a dar mucho de qué hablar, sino con muchos más, para seguir dándole a la gente lo que realmente quiere tomar.
El futuro llegó hace rato
Para Enzo, el secreto de la vigencia del clan al frente de la bodega fundada en 1928, y sobre todo para darle continuidad a futuro en medio de un mercado vitivinícola que ha seguido concentrándose en manos de cada vez menos capitales, "es básicamente el diálogo, que los primos nos mantengamos unidos y sigamos escuchando a la gente".
El traspaso debía contar con un símbolo, y el desembarco de los más jóvenes de la familia bodeguera lo tiene en la flamante línea Cuarta Generación, que cuenta con 2 versiones: el Malbec 2018 ($4.500 precio sugerido), y un Gran Corte a base de Malbec 44%, Merlot 22%, Cabernet Sauvignon 22%, Petit Verdot ($4.500), que salen al mercado con la novedad de la realidad aumentada: basta descargar la app (Camonapp) y escanear la etiqueta para acceder a los viñedos y bodega de Los Chacayes que les dio origen.
Hay una apuesta a la alta gama y la tecnología, pero sin desatender la base histórica de la pirámide de consumo que se sustenta en una marca insigne como Don Valentín Lacrado. ¿Sigue siendo así?
R: Por supuesto. En su momento, cuando nace Don Valentín, allá por los ´60, fue el vino más caro del país. Seguimos evolucionando, la tecnología nos viene avasallando y entonces aparecieron otros nuevos, como 1887 y Cinta de Plata, el Particular, un monovarietal sin madera...la bodega siempre apostó a la gran calidad, "la pequeña bodega de grandes vinos" como decía mi abuelo. Pero el costo oportunidad que nos trajo Borgoña, Chablis, Margot, Don Valentín, que es "el gran vino", New Age, uno no puede dejarlo de lado, el consumidor lo pide. Y si bien el paladar ha ido evolucionando, con un vino como Cuarta Generación, con súper tecnología y cuidado de una viña plantada en una zona particular, donde 50 años atrás había sólo piedras, tampoco se puede perder esa costumbre, la estrategia antigua que nos llevó a estar donde estamos. Evolucionamos con el terroir, porque todo cambia, como los celulares, el paso de la TV blanco y negro a color.
Pero esta actualidad, la del pasaje de la tercera a cuarta generación ¿sería posible si se dejaran de vender esas marcas clásicas?
R: Es como si tuvieras un Fórmula 1 pero no contas para cargarle combustible. En nuestro caso, Don Valentín y los otros es el combustible, lo que tampoco significa que sin el motor de cuarta generación puedas competir. Todo es un auto de carrera: neumáticos, motor, inyección deben ser extraordinarios, todo es un mundo que se complementa. Gracias a Dios mantenerlo en nuestro portfolio permitió llegar al Enzo Bianchi siguiendo esos pasos: hoy tenemos un blanco que, sin ser el más caro de Argentina, por lejos está en la cúspide de la pirámide de los Chardonnay nacionales; los tintos están para competir a nivel mundial: más allá de los conocedores que les ponen puntajes, nos sentamos con pares nuestros que se sacan el sombrero.
Nos preguntan "¿en Argentina hacen esto?", porque no les entra en la cabeza que tenemos el terroir. Sí, lo hacemos. Pero no somos Bianchi, somos vino argentino, que es lo que nos lleva por ejemplo a Australia o Nueva Zelanda. El mundo tiene infinitas posibilidades para desarrollar grandes vinos, y San Rafael también.
A propósito de modernidad y nuevas tendencias, la bodega no es ajena a ellas. De hecho, sumó con su propio vino enlatado con New Age. ¿Qué proyectos tienen para seguir en ese camino?
E: "Además de ese formato, y de la línea orgánica Famiglia Bianchi, que obtuvo varios premios, tenemos muchos proyectos nuevos. Estamos tratando de adelantarnos a lo que el consumidor quiere. Pero por ahora no podemos adelantar mucho".
R: Como dijo San Martín, el mundo es muy grande y hay espacio para todos. Todos tenemos un lugar, un corazoncito puesto ahí. Yo al márgen de la bodega en mis ratos libres también elaboro ahumados; me cuesta llegar a los supermercados porque no me comprenden, también a las fiambrerías, pero tengo mi nicho. Y a la gente que realmente aprecia la alta gama los consume, como también compra nuestros Enzo o María Carmen. El problema es que algunos quieren la camisa de marca, la más cara, pero pregunta por lo más barato cuando va a comprar fiambre o carne.