El partido tuvo los condimentos típicos de una final por la permanencia: nervios, pelotazos, choques, miedo a perder y escaso juego asociado para generar acciones de peligro.
El partido tuvo los condimentos típicos de una final por la permanencia: nervios, pelotazos, choques, miedo a perder y escaso juego asociado para generar acciones de peligro.