La palabra humor proviene del latín humor, que significa líquido, humedad. Los antiguos griegos consideraban que el cuerpo contenía cuatro líquidos básicos -los humores- que a su vez se relacionaban con los cuatro elementos: aire, agua, tierra y fuego. El balance entre estos líquidos era esencial para la salud. Por lo tanto, la buena salud estaba vinculada desde antaño con el "buen humor".
Varios estudios afirman que las personas con buen humor presentan mayor coeficiente intelectual. Además, sociabilizan mejor y forman vínculos óptimos. Entonces, el humor demuestra inteligencia intelectual y emocional.
Y está vinculado a la risa. Tanto el sentido del humor como la risa actúan sobre áreas específicas del cerebro, estimulando, por ejemplo, la memoria a corto plazo.
En el libro Método de buenas maneras, del escritor DeRose, leemos lo siguiente: "En mis clases digo cosas capaces de hacer ruborizar a una estatua de mármol, pero como las digo sonriendo, el público se ríe conmigo y no se ofende".
Al menos como entrenamiento, es interesante empezar a cultivar el buen humor, aunque sea al principio con un sentido utilitarista, pensando sólo en los beneficios. Se irá formando así un círculo virtuoso del que, afortunadamente, no se podrá escapar.
"El humor nos dice más con respecto al funcionamiento del cerebro humano, que cualquiera otra conducta mental, incluida la razón". Edward de Bono.