Paritarias versus inflación: Una carrera que podría nunca acabar. Por Sergio Bruni para SITIO ANDINO

Paritarias sin resolución a la vista, gremios de protesta en protesta y paros, escuelas y hospitales vacíos.

Luego de las elecciones de octubre el Gobierno nacional debió admitir las inconsistencias del “modelo”. Casi acorralado, fue la propia realidad la que lo obligó a asumir la necesidad de efectuar cambios.

Así, el año 2014 se ha transformado en un período de convulsión política y social. Paritarias sin resolución a la vista, gremios de protesta en protesta, paros, escuelas y hospitales vacíos, cortes de calles y rutas, pintan el panorama que transitamos.

En ese contexto además, y a raíz de las turbulencias económicas, se han acelerado los tiempos políticos, adelantándose el proceso de construcción de alternativas al partido gobernante. Espacio que, por otro lado, convive con una diáspora progresiva de dirigentes que integraron el oficialismo y participaron de la “fiesta K” mientras duraron las reservas y el gasto público podía crecer sin freno, financiándose con activos provenientes del Tesoro, las retenciones al agro, ANSES, el Banco Nación, y hasta de la Lotería Nacional.

Pero luego de la admisión de hecho de los índices inflacionarios reales  - ya que el Gobierno nunca reconoció públicamente los datos falsos del INDEC - adecuando el valor de la moneda de cambio a la realidad (eligiendo nuevamente formas eufemistas, prefiriendo hablar de “modificación del sistema de cambio”), la puja distributiva parece estar adquiriendo ribetes nunca vistos desde los años 80.

Ahora bien, si intentamos entender la raíz de las medidas que el Gobierno puso en marcha, es claro que tanto el aumento de la tasa de interés, como la recuperación de reservas a costa de la limitación de importaciones, son al menos incoherentes con el discurso histórico del Kirchnerismo, pues se trata de medidas que no podríamos catalogar precisamente de heterodoxas.

Estas disposiciones económicas han sido aisladas, fuera de cualquier proceso sistematizado. Se han decidido de un día para otro, en el apremio por una situación extrema, en forma ajena a cualquier plan económico estratégico. Todo ello genera de hecho un ajuste que, por no efectuarse a partir del control de las variables económicas en manos del Estado, termina siendo más injusto principalmente para los más indefensos, esto es, para los que menos tienen. Distinto sería el escenario si fuera el propio Estado quién lo efectuara y administrara.

“Dejar hacer, dejar pasar…” esa frase icónica del liberalismo, parece ser hoy la preferida por el Kirchnerismo, pero sólo en sus hechos, ya que discursiva y vehementemente se encarga de atacar a diestra y siniestra a la oposición, acusándola de propiciar la devaluación y ser los representantes del neoliberalismo.

Mientras tanto, no se pone el mismo énfasis en controlar el nivel de precios y sostener la actividad económica, la que ya empieza a verse resentida. Por ejemplo, en la Industria en general ya se percibe una caída del 2,6% en Enero, también las importaciones reflejaron una merma, en éste caso del 4% respecto del año anterior. En este sentido, resulta paradigmático lo que sucede en la industria automotriz - que ha sido el mascarón de proa de la industria nacional -, donde ya se anuncian suspensiones de personal a raíz de la caída en las ventas.

¿Y qué sucede respecto de los precios? Para las consultoras privadas, en lo que va del año la tasa de inflación creció casi 9%. Con ello puede concluirse que efectivamente no alcanza con un plan de “Precios Cuidados” para dejar la variación anual por debajo del 30%, máxime teniendo en cuenta que la devaluación disparó una cascada de aumentos que ya no son revisables. Y si no se consigue bajar las expectativas (que hoy apuntan a 35% anual) el Gobierno asumirá - en los hechos - que la caída del salario real terminará actuando como ancla antiinflacionaria.

Entretanto, esa caja de Pandora - constituida por los subsidios a la energía y el transporte - se mantienen, generando un país cada vez menos armónico, donde un habitante de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires o de la Provincia que resida en el conurbano, que consuma 600 Kw/h paga por Kw/h cinco veces más que un compatriota que tuvo la "suerte" de quedarse en las áreas cubiertas por Edenor, Edesur o Edelap, cuyas tarifas son reguladas por el Gobierno nacional.

Los subsidios a la energía constituyen buena parte del gasto estatal. Estos se financian a partir de la emisión de moneda, socavando diariamente el valor de la misma, alcanzando en el año 2013 valores récords y llegando a 134.114 millones durante el 2013, con un crecimiento 34,3% respecto al mismo período del año anterior (fuente Asociación Argentina de Presupuesto - ASAP). 

En definitiva, el ajuste por inflación castiga con mayor virulencia a los trabajadores, quienes poseen ingresos mensuales fijos, por lo que éste proceso paritario es fundamental para aminorar los efectos inflacionarios. Sin embargo, si el Gobierno no presenta además un programa creíble - que ataque en su misma base los fundamentos que provocan el incremento sostenido de los precios -, la recomposición de los salarios que se obtenga en ésta discusión paritaria se transformará en un mero incremento nominal, con efecto sólo de características alucinógenas para los ya flacos bolsillos laborales, en una carrera que parecería nunca acabar.
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