En el largo camino de negociaciones y acuerdos del Gobierno con el Fondo Monetario Internacional (FMI), Economía levantó parte de las restricciones cambiarias para las personas humanas, permitiendo la compra casi libre de dólar billete en entidades oficiales. Sin embargo, mantiene las restricciones para las empresas y operaciones comerciales y -para algunos, insólitamente- el dólar tarjeta, que recarga fuertemente las operaciones en dólares con tarjeta de crédito que se abonen en pesos.
¿Por qué se mantiene esa especie de restricción o penalidad para usar la tarjeta en dólares y pagar en pesos? La realidad es que tiene más que ver con una cuestión fiscal que con el control cambiario. La necesidad de recaudar para sostener el dibujado superávit fiscal puede más que el espíritu libertario.
El cálculo del dólar tarjeta parte del tipo de cambio oficial vigente, al que se adiciona una percepción del 30%. Según la situación fiscal del contribuyente, ese recargo se imputa como anticipo del Impuesto a las Ganancias o del Impuesto sobre los Bienes Personales. En la práctica, se trata de una retención que el Estado cobra por adelantado y que, más tarde, puede ser utilizada como pago a cuenta. Para quienes no abonan Ganancias o Bienes Personales ni siquiera tienen posibilidad de recuperarlo, ya que los trámites para la devolución son casi imposibles para un mortal y, en caso de lograrlo con algo de suerte, AFIP devolverá este importe a año fiscal vencido, sin actualización alguna.
Esa lógica anticipatoria para quienes pagan impuestos patrimoniales y confiscatoria para quienes no, es lo que lo convierte en un instrumento de recaudación eficaz.
El peso de la recaudación
Los datos oficiales permiten comprender por qué el Gobierno decidió sostener esta percepción. Según información obtenida por un medio especializado a través de un pedido de acceso a la información pública, entre abril y junio las percepciones vinculadas al dólar tarjeta sumaron 381.028 millones de pesos.
Del total, 359.595 millones de pesos correspondieron a adelantos del Impuesto a las Ganancias y 21.433 millones de pesos a Bienes Personales. La incidencia mensual muestra que, en abril, las percepciones por Ganancias alcanzaron 159.583 millones de pesos, equivalentes al 6,5% de la recaudación total de ese tributo, que ascendió a 2,45 billones de pesos. Las correspondientes a Bienes Personales sumaron 9.257 millones de pesos, cerca del 15,8% de lo recaudado en el mes por ese impuesto.
En mayo, el ingreso por percepciones de Ganancias se redujo a 93.823 millones de pesos sobre un total de 4,78 billones de pesos recaudados; en junio, ascendió a 106.189 millones de pesos sobre una base de 2,88 billones de pesos. Las percepciones por Bienes Personales también registraron un descenso: 5.649 millones de pesos en mayo y 6.527 millones de pesos en junio.
El descenso tiene una explicación: quienes están más duchos en el manejo de las finanzas familiares optan por la compra de dólares (o usar los que poseen) para cancelar la tarjeta con dólar billete.
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El dólar tarjeta no se va. Se ha transformado en un importante elemento de recaudación para el gobierno.
La devolución: un trámite eterno
La normativa vigente permite que esas percepciones sean devueltas o imputadas como crédito fiscal, pero los plazos juegan en contra del contribuyente. Quienes presentan declaración jurada pueden computarlas en su liquidación anual; quienes no tributan Ganancias ni Bienes Personales deben solicitar la devolución a partir del 1º de enero del año siguiente.
En ambos casos, el reintegro puede tardar varios meses, lo que implica que, en un contexto de inflación elevada, el monto recuperado pierda capacidad de compra. Los contadores advierten que el procedimiento suele enfrentar obstáculos administrativos y requerimientos documentales que dificultan su concreción. En síntesis, la “percepción a cuenta” del dólar tarjeta se transforma, en la práctica, en un nuevo impuesto.
Dólar tarjeta ¿Cómo reducir el impacto?
Para minimizar el peso de la percepción, los contadores sugieren diferenciar entre consumos facturados en pesos y en dólares. Sin embargo, no siempre se puede: algunos servicios, como plataformas de streaming o licencias de software, llegan directamente en pesos, aunque el proveedor cobre luego en dólares, lo que hace inevitable e irrecuperable la percepción.
Cuando el gasto se factura directamente en dólares, existe la posibilidad de pagar con divisas propias y evitar el recargo. Esto requiere solicitar a la emisora de la tarjeta que bloquee el débito en pesos y permita cancelar la operación con dólares en cuenta. En algunas entidades es muy fácil de hacer, incluso vía web o app; en otras, como el Banco Nación, la operatoria es un verdadero galimatías.
El dilema para el Gobierno
El mantenimiento del dólar tarjeta plantea un interrogante político y económico. En lo político, es una contradicción inocultable entre el discurso libertario del Ejecutivo y la realidad.
En lo económico, para el Tesoro, representa una fuente de ingresos inmediata y previsible que contribuye a sostener el superávit primario. Para los usuarios, es una retención que encarece las compras en el exterior y cuyo reintegro, además de demorado, se ve erosionado por la inflación.
En términos distributivos, el impacto recae sobre los sectores con mayor propensión a consumir bienes y servicios fuera del país, así como sobre profesionales y empresas que contratan servicios internacionales para su actividad. Para estos últimos, la percepción funciona como un costo adicional que afecta la competitividad.
Dólar tarjeta ¿cambiara alguna vez?
La pregunta de fondo es si tiene sentido mantener este esquema en un contexto de liberalización cambiaria. El levantamiento del cepo para personas humanas marca un cambio en las reglas de acceso a divisas, pero la permanencia del dólar tarjeta mantiene una penalización selectiva sobre ciertos consumos.
Desde la óptica fiscal, el argumento es claro: en un escenario de necesidades presupuestarias inmediatas, resulta difícil para el Gobierno resignar ingresos por más de 380.000 millones de pesos en un trimestre. Desde el punto de vista de la política económica, sin embargo, persiste la duda sobre el impacto que esta medida puede tener en la coherencia y credibilidad de la nueva estrategia cambiaria.
El dólar tarjeta se ha consolidado como un recurso fiscal relevante. Los datos muestran que, aun con la apertura parcial del mercado de cambios, el Estado opta por preservar un mecanismo que combina recaudación inmediata con costos políticos y económicos.
Para los contribuyentes, la mejor defensa sigue siendo la planificación: evaluar la posibilidad de pagar en dólares cuando sea factible y gestionar a tiempo las solicitudes de devolución.