Cambia la percepción de la minería argentina y pasa de la desconfianza al apoyo
La minería argentina vive un cambio histórico: récord de exportaciones, auge del litio y el cobre, y percepción social más favorable en la conversación digital.
La minería argentina atraviesa un punto de inflexión. A los sólidos indicadores de crecimiento en producción, exportaciones e inversiones se suma un fenómeno menos visible pero igualmente relevante: la paulatina transformación de la percepción social de la actividad.
Los datos recientes del Informe DAS sobre conversación digital en minería (2023-2025) de la consultora LLYC permiten observar cómo, tras años de resistencias y conflictos, se abre un espacio para una narrativa más favorable hacia la industria.
En 2024, las exportaciones mineras alcanzaron 4.633 millones de dólares y las proyecciones para 2025 superan los 5.000 millones, lo que constituiría un récord histórico. A más largo plazo, la Secretaría de Minería de la Nación estima que el país podría cuadruplicar esa cifra hacia 2030, llegando a los 18.600 millones anuales, con el litio y el cobre como grandes impulsores.
Argentina ha logrado captar crecientes flujos de inversión en exploración. El año pasado se ubicó como el sexto país del mundo en atracción de capitales para proyectos mineros, superando incluso a Perú y Brasil. Este dato refleja no solo el potencial geológico, sino también una coyuntura internacional que valora la estabilidad institucional y la previsibilidad legal.
La sombra de la desconfianza
Sin embargo, la fortaleza productiva y financiera ha convivido históricamente con un talón de Aquiles: la imagen negativa del sector. Desde inicios del siglo XXI, la minería se ha visto asociada a conflictos ambientales, falta de transparencia y débiles mecanismos de articulación con las comunidades. En al menos siete provincias, las resistencias sociales derivaron en restricciones e incluso prohibiciones de la actividad.
El nuevo estudio del Data Analytics Suite (DAS), que analizó más de 380.000 publicaciones en redes sociales entre diciembre de 2023 y febrero de 2025, ofrece señales alentadoras. Aunque el sentimiento positivo sobre minería se mantiene en torno al 46%, la proporción de comunidades aliadas a la actividad creció significativamente. Mientras entre 2021 y 2023 representaban un 35% de las menciones, en el período más reciente alcanzaron el 47,4%.
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La percepción social sobre la minería va mutando rápidamente y el apoyo ya supera el rechazo
Una conversación que cambia de tono
La evolución de la conversación digital muestra un punto clave: desde fines de 2023, las menciones negativas comenzaron a descender de manera sostenida, al tiempo que las positivas aumentaron. Incluso, en momentos de gran visibilidad pública –como el anuncio de la inversión de BHP en San Juan o la inauguración de la planta de hidróxido de litio en Salta– se registró un fenómeno inédito: los mensajes favorables crecieron sin arrastrar un incremento paralelo de los críticos.
Este comportamiento rompe con la lógica de “espejo” que dominó en el pasado, cuando cada anuncio de inversiones o proyectos provocaba una respuesta inmediata de rechazo. El cambio sugiere que la minería empieza a consolidar apoyos sociales más firmes, al menos en ciertos territorios y comunidades.
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Los minerales estratégicos y la narrativa pública
El litio, considerado la gran estrella del sector, mantiene un papel protagónico en la conversación. Argentina posee el 20% de los recursos globales y se proyecta como el segundo productor mundial en el mediano plazo. Si bien la caída de los precios internacionales redujo el entusiasmo coyuntural, el debate sobre su potencial continúa ocupando un lugar central, especialmente en las provincias del noroeste.
El cobre, en cambio, aparece como la gran promesa de futuro. Aún sin proyectos de gran escala en producción, el país cuenta con recursos estimados en 90 millones de toneladas. La conversación pública duplicó su volumen en el último período, reflejando un mayor interés social y una estrategia oficial activa en su promoción.
El oro, principal mineral exportado, enfrenta una situación distinta: sus yacimientos muestran signos de madurez y la narrativa pública aparece más ligada a reclamos por distribución de beneficios y cuestionamientos ambientales.
Regiones en contraste
El estudio también revela la diversidad de climas sociales según las regiones. En el NOA, provincias como Salta exhiben un ambiente relativamente favorable, mientras que en Jujuy y Catamarca persisten los reclamos de comunidades indígenas en torno al uso del agua y derechos territoriales.
En la Patagonia, Chubut sigue siendo el epicentro de la resistencia social, en contraste con Santa Cruz, donde la minería ya forma parte del entramado productivo. San Juan, en Cuyo, se consolida como ejemplo de aceptación y desarrollo, mientras que Mendoza mantiene debates abiertos en torno a sus restricciones legales.
El desafío de la legitimidad social
Más allá de cifras y proyecciones, la minería argentina enfrenta un reto ineludible: consolidar una licencia social para operar. La mejora en la conversación digital es una señal auspiciosa, pero todavía frágil. Los debates ambientales, el acceso al agua, la distribución de beneficios y la relación con comunidades locales siguen siendo temas sensibles.
La clave para afianzar el cambio de percepción radica en transparencia, sostenibilidad y participación social. La narrativa favorable solo podrá consolidarse si las inversiones se traducen en empleo, desarrollo de proveedores locales y mejoras tangibles en la calidad de vida de las regiones productoras.
Un nuevo horizonte
La minería argentina parece entrar en una etapa distinta. Ya no se trata solo de atraer inversiones y aumentar exportaciones, sino de construir un relato compartido que vincule a la actividad con el desarrollo económico y social del país. El informe revela que los cimientos de esa transformación ya están en marcha.
Si logra mantener este rumbo, la minería podría no solo convertirse en un motor clave para la economía nacional, sino también dejar atrás décadas de desconfianza y conflicto. El verdadero desafío será que la riqueza bajo tierra se traduzca en prosperidad sobre la superficie.