En Argentina, una de las discusiones que atraviesa el debate público y la gestión de Javier Milei es la jubilación. El Gobierno proyecta elevar la edad mínima: 65 años para mujeres y 70 para hombres, cinco más que en la actualidad.
Los seguros de retiro ganan espacio entre jóvenes como opción de jubilación. Qué ofrecen y cómo se diferencian del sistema previsional tradicional.
En Argentina, una de las discusiones que atraviesa el debate público y la gestión de Javier Milei es la jubilación. El Gobierno proyecta elevar la edad mínima: 65 años para mujeres y 70 para hombres, cinco más que en la actualidad.
La cuestión previsional no es menor si se considera el fenómeno demográfico que atraviesa la región. Se estima que el número de personas mayores de 65 años se duplicará en las próximas décadas. De hecho, se espera que en América Latina y el Caribe, los mayores de 60 representen el 16,5% de la población en 2030 y un 25,1% en 2050, lo que equivale a más de 190 millones de personas.
En este contexto, cada vez más sectores desconfían de la capacidad del Estado para garantizar jubilaciones suficientes. Frente a este panorama, crece el interés de las nuevas generaciones por los seguros de retiro como alternativa de ahorro y previsión.
Tradicionalmente, los seguros de retiro eran contratados en edades avanzadas. Hoy, esa orientación cambió: la edad promedio de ingreso ronda los 38 años. Un 20% de los asegurados se encuentra entre los 18 y los 30 años, y un 60% entre los 31 y 45.
El atractivo responde a la flexibilidad del producto. Los usuarios pueden elegir entre retiro puro o retiro con vida. Según explica Andrés Moll, jefe de Operaciones Personas de La Segunda Seguros, “durante la etapa activa, el asegurado define el destino de su ahorro: desde un viaje o una beca de estudios hasta la compra de una vivienda o un complemento jubilatorio”.
Las aseguradoras, al no estar obligadas a mantener altos niveles de liquidez como ocurre en el sistema bancario, pueden diseñar estrategias más estables y rentables a largo plazo. Esto genera confianza en quienes buscan proteger sus ingresos futuros.
Los seguros de retiro han demostrado resultados competitivos en los últimos años. En pesos, los rendimientos siguieron de cerca a la inflación e incluso comenzaron a superarla a medida que el índice cedió. En dólares, el mínimo garantizado es del 2% anual, aunque en la práctica los retornos oscilaron entre el 6% y el 8%, según el período analizado.
Otra ventaja es la posibilidad de acceder al fondo en determinadas situaciones de vida sin penalización significativa, como internaciones, casamientos, nacimientos o compra de una vivienda. A partir de los 48 meses, la penalidad por retiro anticipado es de apenas 1%, y desaparece completamente a los 10 años.
En caso de fallecimiento o invalidez total, los beneficiarios acceden al 100% del fondo acumulado, lo que suma un componente de seguridad patrimonial.
De acuerdo con datos de la Administración Nacional de la Seguridad Social (ANSES), la edad promedio de las jubilaciones por vejez es de 62,5 años: 64,2 en varones y 61,3 en mujeres. El requisito de 30 años de aportes constituye una barrera para quienes tuvieron trayectorias laborales fragmentadas, lo que deriva en inequidades y exclusión.
Este escenario motivó la sanción de sucesivas moratorias, pero también alimentó la persistencia de regímenes especiales y jubilaciones de privilegio. Según ANSES, más de 300 mil personas reciben beneficios diferenciales —entre jubilaciones y pensiones— con montos muy por encima de la media.
El déficit estructural es otro problema central. Desde 1998, el sistema previsional mantiene resultados en rojo: los aportes y contribuciones apenas alcanzan para cubrir la mitad de las erogaciones. El resto se financia con transferencias del Tesoro y otros impuestos.
El Fondo de Garantía de Sustentabilidad, creado tras la estatización de las AFJP, se fue reduciendo en términos reales y se agota progresivamente. A esto se suma un tope salarial histórico: a julio de este año, el salario máximo sobre el cual un trabajador contribuye a ANSES es de $3.398.831,89 brutos. Los ingresos superiores están exentos, lo que limita los aportes al sistema y deja recursos excedentes que muchas veces se canalizan hacia seguros de retiro o instrumentos privados de ahorro.
En los años 90, esa masa de ingresos se derivaba principalmente a las AFJP, mientras que los seguros de retiro apenas representaban el 10% del mercado. Hoy, esa participación creció significativamente.
De acuerdo con la pirámide socioeconómica elaborada por la consultora de Guillermo Oliveto, un 22% de la población argentina tiene ingresos suficientes para acumular capital de manera sostenida. Este sector busca cubrirse del riesgo de longevidad y complementar su jubilación con herramientas privadas.
La combinación de incertidumbre previsional, déficit estructural y envejecimiento poblacional explica por qué cada vez más jóvenes deciden contratar un seguro de retiro. La tendencia parece consolidarse como parte de un nuevo paradigma en materia de ahorro y planificación financiera/ Noticias Argentinas