Un episodio lamentable de violencia generado por simpatizantes de Quilmes tuvo suspendido 18´ el partido que se disputó esta noche en el estadio Malvinas Argentinas entre el Cervecero y Boca Juniors.
Un episodio lamentable de violencia generado por simpatizantes de Quilmes tuvo suspendido 18´ el partido que se disputó esta noche en el estadio Malvinas Argentinas entre el Cervecero y Boca Juniors.
Cuando el partido llevaba 20´del segundo tiempo y Quilmes había logrado descontar en el marcador (2-3) hinchas del equipo del sur de Buenos Aires comenzaron a agredir sin razón alguna a los plateistas xeneises ubicados en el sector sur de la platea techada.
Piedras, botellas y cualquier elemento contundente, obligaron rápidamente al público de Boca a retroceder y correrse del lugar, que comenzó a transformarse de a poco en un terreno plagado de elementos contundentes.
Uno de los proyectiles impactó sobre el jefe de seguridad de la delegación de Quilmes, Pablo Otero, que debió ser atendido por el cuerpo médico del club. Un corte en su cabeza, por algún elemento que voló por los aires desde el sector sur lo terminó hiriendo.
Y aparecieron los bomberos, que arrojaron agua y mojaron hasta a policías ubicados adentro del campo de juego, alguno de ellos apostados bajó la popular sur (dentro del campo de juego y en el perímetro de agua que bordea todo el escenario), intentando ponerse a salvaguardo de los hechos.
El partido a pesar de la situación límite que se vivió, por decisión de Ariel Penel árbitro del juego, consensuado con los dos entrenadores de los equipos implicados en el juego, continuó con total normalidad.
Inexplicable, teniendo en cuenta los sucesos violentos que se vivieron y que pudieron finalizar de la peor manera. El único torneo que permite contar con partidos donde pueden convivir las dos hinchadas a partir de ahora deberá replantearse seriamente. Muy seriamente.
Producción Fotográfica: Cristian Lozano