Es fin de año y estamos todos un poco estresados y ansiosos. Siendo así es más esperable estar reactivos frente a los estímulos del entorno. Es ahí cuando nuestros patrones y respuestas automáticas aparecen. La buena noticia es que hay otra forma de estar en el mundo. Podemos responder como queremos hacerlo. Eligiendo esa respuesta. ¿Podremos?
Ser menos reactivos: un camino hacia respuestas más conscientes
En la vida diaria, todos nos enfrentamos a situaciones que nos generan emociones intensas o nos sacan de nuestro centro. Las circunstancias externas, los comentarios de otras personas, los imprevistos o incluso nuestras propias expectativas pueden activar respuestas rápidas y automáticas. Es lo que comúnmente conocemos como reactividad. Sin embargo, lo que no siempre percibimos es que, aunque la reactividad es una respuesta natural del ser humano, tenemos el poder de elegir cómo responder ante los desafíos de la vida. En lugar de ser simples víctimas de nuestros impulsos, podemos optar por respuestas más conscientes que nos ayuden a manejar nuestras emociones y mejorar nuestras relaciones interpersonales.
La reactividad es el resultado de un mecanismo de defensa ancestral del ser humano. En términos simples, ser reactivo implica responder a una situación de manera impulsiva, sin tomar un momento para reflexionar sobre la situación o las consecuencias de nuestras palabras o acciones. Las respuestas reactivas suelen estar impulsadas por emociones intensas, como el enojo, el miedo, la frustración o la ansiedad, que nublan nuestro juicio y nos llevan a actuar sin pensar.
Este tipo de respuestas rápidas no solo afectan nuestras relaciones, sino que también impactan nuestra paz interior y nuestro bienestar. Si estamos constantemente reaccionando de forma automática a los estímulos del entorno, no solo perdemos el control de nuestras emociones, sino que también dejamos de vivir de manera auténtica, guiados por nuestros valores y deseos profundos.
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La opción de ser conscientes: el poder de elegir
Si bien la reactividad es una respuesta natural, siempre tenemos la capacidad de elegir una respuesta más consciente. Ser consciente significa detenernos, tomarnos un momento para reflexionar sobre lo que sentimos y lo que está sucediendo a nuestro alrededor antes de responder. Implica ser plenamente conscientes de nuestras emociones, pensamientos y la situación en su totalidad, en lugar de reaccionar de manera impulsiva.
Este enfoque de conciencia no implica suprimir nuestras emociones ni ignorar lo que sentimos. En cambio, consiste en dar espacio a esas emociones, observarlas sin juicio y luego decidir la mejor manera de responder. Al tomar este enfoque más consciente, no solo mejoramos nuestras interacciones con los demás, sino que también cultivamos un mayor sentido de paz interior.
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¿Cómo hacemos esto?
Desarrolla la autoobservación: La primera clave para ser menos reactivo es ser consciente de tus propias emociones y patrones de pensamiento. Observa cómo respondes ante diferentes situaciones. ¿Te enojas fácilmente cuando alguien te critica? ¿Te ponés ansioso cuando hay alto nivel de incertidumbre? La autoobservación te va a permitir identificar cuándo estás siendo reactivo y cuándo estás actuando desde un lugar consciente. El simple hecho de estar atento a tus reacciones ya es un paso importante.
Hacer nada y esperar: Cuando algo o alguien nos provoca, es fácil caer en la tentación de responder de inmediato. Sin embargo, esto suele ser la receta para la reactividad. En lugar de responder de forma instantánea, aprendé a tomarte un momento para respirar profundamente y hacer una pausa. Este pequeño espacio entre el estímulo y tu respuesta te va a permitir pensar con mayor claridad y elegir una reacción más considerada.
Practica la respiración consciente: Cuando nos sentimos abrumados por nuestras emociones, nuestra respiración se vuelve más rápida y superficial, lo que alimenta aún más nuestra reactividad. Al practicar la respiración consciente, podemos volver a centrarnos y calmar nuestro sistema nervioso. Intenta inhalar profundamente durante cuatro segundos, retén el aire durante cuatro segundos y luego exhala lentamente durante cuatro segundos. Repetí este proceso tres veces. Este simple ejercicio puede ayudarte a reducir la intensidad de las emociones y crear el espacio necesario para una respuesta más reflexiva. No respires profundo demasiado tiempo porque podés hiperventilar y el efecto puede ser contraproducente.
Recordá que las emociones son pasajeras: Las emociones intensas, como la ira o la tristeza, son parte de la experiencia humana, pero también son transitorias. Cuando nos sentimos abrumados por una emoción, es fácil pensar que la situación es más grave de lo que realmente es. Reconocer que las emociones son temporales nos ayuda a no identificarnos completamente con ellas. Esta perspectiva nos da la distancia necesaria para no reaccionar desde la urgencia del momento.
Reflexiona sobre las consecuencias: Una forma eficaz de elegir una respuesta más consciente es pensar en las consecuencias de nuestras acciones antes de actuar. Si te sentís tentado a reaccionar de manera negativa ante una situación, pregúntate "¿Cómo me voy a sentir después de responder de esta manera? ¿Qué impacto tendrá esta respuesta en mi relación con la otra persona o en la situación en general?" Hacer este ejercicio mental nos da la oportunidad de elegir una respuesta más sabia y alineada con nuestros valores.
Desarrolla la empatía: A menudo, nuestra reactividad surge de malentendidos o de la falta de comprensión de las intenciones de los demás. Practicar la empatía nos permite ponernos en el lugar del otro, entender sus emociones y responder desde una actitud de compasión. Si alguien te critica, por ejemplo, en lugar de defenderte o atacar, intenta comprender el fondo de sus palabras y qué está sucediendo en su vida para que se exprese de esa manera.
Trabaja en tu autocuidado: La reactividad puede ser más frecuente cuando estamos agotados, estresados o emocionalmente sobrecargados. Practicar un autocuidado regular, que incluya tiempo para vos mismo, descanso adecuado, ejercicio y actividades que te nutran emocionalmente, puede ayudarte a reducir los niveles de estrés y mejorar tu capacidad para responder de manera calmada y equilibrada.
Acepta la imperfección de la respuesta: Todos tenemos momentos en los que actuamos de manera reactiva. En lugar de juzgarte duramente, acepta que ser humano implica cometer errores. Cada vez que reacciones de forma impulsiva, usa esa experiencia como una oportunidad para aprender y mejorar. La autocompasión es clave para no quedarnos atrapados en ciclos de culpa o frustración que solo aumentan la reactividad.
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Si bien es más deseable elegir a consciencia nuestra respuesta, muchas veces reaccionamos como podemos y como nos sale en el momento. Está bien permitirse algo de reactividad de vez en cuando. Y hay que decirlo, hay personas que al detonarnos merecen un poquito nuestra reacción, ¿no?