Identidad de género

Mendoza: se multiplicó la cantidad de personas trans en tratamiento de hormonización

Actualmente, en Mendoza, hay 6 centros de hormonización distribuidos en el territorio. En casi 10 años, la demanda por el tratamiento aumentó hasta 25 veces.

Por Florencia Rodriguez

Recientemente, en el Hospital Schestakow, de San Rafael, se presentó oficialmente el consultorio de hormonización para responder a la demanda del sur provincial. En Mendoza, se han creado seis centros de este tipo para la atención de la comunidad trans. Están distribuidos por zonas: uno en el Gran Mendoza (Godoy Cruz, Ciudad, Las Heras, Maipú, Luján de Cuyo) que funciona en el Hospital Central; otro en la zona Este, situado en el Hospital Perrupato (La Paz, Junín, Rivadavia, San Martín). Ahora, San Rafael refuncionaliza su servicio mientras que en el transcurso de este año, se han abierto- por temas de distancia- otros servicios en Malargüe y en General Alvear.

La creación de estos centros de hormonización da cumplimiento a la Ley de Identidad de Género que garantiza los tratamientos de todas aquellas personas cuyo autopercibimiento no coincida con el género que le fue asignado al momento de su nacimiento. A poco de ser sancionada, en el 2013, los primeros centros comenzaron con la atención de entre 15 y 20 personas, cifra que en los últimos 9 años se multiplicó.

“Actualmente, hay alrededor de 570 en tratamientos de hormonización y la frecuencia de nuevas consultas es de 20 pacientes por mes. Para los tratamientos de hormonización, no hay lista de espera, se atiende de forma casi inmediata, tienen ingreso al sistema, consultas con el endocrinólogo y la medicación de forma gratuita”, comenzó a explicar Fernanda “Teté” Urquiza, coordinadora de Género y Diversidad de Mendoza.

“La persona recibe un tratamiento de hormonización cruzado donde lo que se logra, a través del uso de estrógenos o testosterona, es compensar las hormonas de acuerdo al género autopercibido. Es un tratamiento crónico, es decir, se debe sostener durante toda su vida para poder generar los cambios y está guiado por un profesional de endocrinología que evalúa, no solamente los resultados del proceso sino también, el estado de salud general del/la paciente”, agregó la funcionaria.

En estos momentos, son 130 los/as pacientes en lista de espera para adecuación mamaria, sobre todo, para adecuaciones pectorales, “que sería en el caso de la construcción de un pectoral masculino”, explicó Urquiza. Y continuó: “También, hay alrededor de 30 personas que aguardan para someterse a la cirugía de vaginoplastía, que se empezaron a hacer en el Hospital Central a partir del 2021”.

“Ser quien realmente quiero ser”

Valentín Beneite tiene 21 años y estudia Derecho en la UNCuyo. Le encantan las artes marciales y participa en varias organizaciones que luchan por distintos derechos. Nació con un sexo diferente al cual se autopercibe y, por ese motivo, tomó la decisión de comenzar con un tratamiento de hormonización que ya empezó a reflejar sus resultados.

“Mi género siempre fue masculino aunque mi sexo asignado al nacer fue femenino. Esa diferencia empujó todo este proceso y recién hace casi dos años pude expresárselo a alguien y empezar con todo mi tratamiento, mis cambios”, comenzó a contar Valentín.

“Empecé con la partida de nacimiento, después los análisis y estudios necesarios para poder arrancar con el tratamiento de hormonización que sí llevó un tiempo, fue difícil dar con el turno. Por eso, me hice cargo de todos los costos (aunque tengo obra social) porque era importante para mí comenzar rápido. Después de concluir con todos los estudios y demás trámites, empecé el tratamiento de hormonización a fines del año pasado”, agregó.

Valentín señaló que nunca tuvo problema durante el proceso (que sigue adelante) y resaltó que desde que empezó a ver los cambios, se siente más cómodo porque ya tiene los rasgos más definidos. “Igualmente, la razón principal por la que decidí empezar el tratamiento hormonal y someterme a la cirugía de masculinización de tórax fue el poder sentirme cómodo conmigo. Verme y sentir que soy yo”, dijo.

“Cuando era muy chico, nunca tuve dilemas. Muchas veces, tuve la sensación de incomodidad pero más que nada por el trato que recibía de otras personas. En la escuela, por ejemplo, siempre recibí el apodo de ‘la machona’, la ‘marimacho’ por las actividades que hacía o por mis comportamientos que se consideraban masculinos. Al principio no me afectaba como cuerpo o como identidad, quizás porque en ese momento no lo entendía. Cuando fui creciendo sí entré en una disyuntiva que resolví pensando: ‘bueno, me gustan las mujeres nada más’, pero no pasó de ahí. Finalmente, llegué a la conclusión de que era toda una cuestión del sentir: no era una cuestión de lo que me gustaba para afuera sino también de lo que me gustaba por dentro, lo que a mí me gustaría ser. Era una cuestión de identidad, no de orientación sexual ”, sumó Valentín.

“No considero que el Valentín anterior se haya ido, siento que ahora es más libre. No pienso que hayamos sido dos personas diferentes, éramos la misma pero estábamos en situaciones de libertad y comodidad distintas, nada más. Si tuviera que decirme algo a mí mismo y a todas las personas en mi situación, sería que se permitan ser, que hay que dejar de dar tanta importancia a lo que la gente espera que uno sea y enfocarse solamente en lo que realmente se quiere ser”, finalizó.

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