Historia de Vida

Es mamá, celadora y crea juguetes artesanales: "Cada uno es parte de mí"

Los juguetes artesanales son una alternativa perfecta para regalar en el Día del Niño. La historia de una emprendedora de la provincia de Mendoza.

Por Ángeles Balderrama

Desde Mafalda y Hello Kitty hasta la Pantera Rosa y los Minions, son algunas de las variedades de juguetes que realiza Lucía Ramos (57), una mamá, trabajadora y artesana de la provincia de Mendoza. Con lana, aguja, mucha paciencia y dedicación realiza muñecos personalizados de crochet.

A días del tan esperado "Día de la Niñez", los juguetes artesanales se presentan como una alternativa perfecta para regalar. Es que, además de colaborar con la economía local, cada pieza posee un valor agregado por los artesanos que lo realizan.

"Esto soy yo, porque una parte de mí está ahí, en esos muñecos. Realmente es hermoso, es muy bonito. Cuando los vendo, los niños los ven y se enamoran. Entonces eso, para mí, es una gran satisfacción", explicó Lucía Ramos a Sitio Andino.

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La mujer trabaja hace 33 años como celadora en una escuela de San José, Guaymallén, sin embargo su tiempo lo divide entre el trabajo, el cuidado de sus tres hijos, la casa y su gran pasión: el crochet.

"Empecé haciendo ropa y algunos gorritos por la situación económica, porque tenía tres hijos. Después decidí empezar a vestirlos con ropa que yo hacía, pero nunca pensé que iba a terminar vendiendo lo que hago", dijo Lucía, quien participa en muchas ferias del departamento de Guaymallén y puede encontrarse a través de su Instagram: luciaacrochet.

Y agregó: "Igualmente tenía la fascinación de hacer muñecas de tela. Y cuando empecé a meterme en esto de los muñecos amigurumis, no lo dejé más".

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A tres años de jubilarse, considera que su trabajo como artesana es lo que quiere continuar realizando durante los próximos años. "Yo había pensado dedicarme a esto cuando me jubilara, pero empecé diez años antes", aseguró entre risas.

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Juguetes tejidos, un trabajo de amor y paciencia

Desde hace años, Lucía dedica todas sus tardes a crear nuevos amigurumis. En concreto, destaca que dedica aproximadamente unas seis horas al tejido. Luego, debe unir las piezas para que todo quede perfecto.

"A mí me pasa que, si fuera por mí, estaría toda la tarde metida en mi tejido porque cuando empiezo me gusta verlo terminado. El mundo del crochet es increíble. Yo jamás me hubiera imaginado que podían crearse infinidad de cosas con solo tres puntos", contó.

Ahora, con nuevas ideas para el emprendimiento, Lucía Ramos comenzó a buscar alternativas en sus materias primas. Se trata de "hacer cosas autóctonas con telas teñidas con cáscaras de cebolla, algarrobo o yerba mate".

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"Ese tipo de material por el que fui a averiguar, me contaron que es de la Comunidad Huarpe de Lavalle", remarcó.

Con nuevos proyectos, pero siempre de crochet, Lucía Ramos dijo a Sitio Andino que su trabajo no implica esfuerzos porque "cuando a uno le gusta lo que hace, se hace con mucha satisfacción".

"Tengo una habitación en donde yo tejo y un día le dije a mis hijos que a mí me dejan ahí y no me sacan más. Dicho y hecho. Creo que todos lo que hacemos este tipo de cosas, los artesanos, no lo hacemos solamente por el dinero -porque no vendo tanto- pero es lo que a uno le gusta. Así que tengo una juguetería en la casa", dijo riéndose.

A poco del Día de la Niñez, Ramos remarcó que este tipo de muñecos son bastante elegidos por los papás porque son de larga duración. "Lo podés lavar, conserva su color, su forma y el niño, como es muy curioso, lo puede tocar bien, jugar, revolcarlo".

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