“Creo que el problema mayor es que, justamente con estas creencias populares, la gente está intentando pasar por alto toda esta situación, pero hay varias cosas que hay que tener en cuenta: Si estoy tomando 10 copas de vino en la semana o en un fin de semana, el daño es el mismo. Esto de tomar agua o café en el medio para bajar, no sirve”, afirma la profesional.
“El consumo abrupto, salir y tomar en exceso durante el fin de semana porque después, durante la semana, tomo un café” es igual de perjudicial para la salud, expresó la profesional.
Otro mito que derribó es que los tragos dulces “no pegan” de la misma forma que las bebidas más fuertes. En este sentido, Tejada explicó que lo que se debe tener en cuenta es cuántos gramos de alcohol tiene esa bebida. “Si es más dulce o no, es indiferente. Lo que cambia es la cantidad de gramos que nosotros estamos consumiendo de alcohol”, señala.
Una copa de vino, ¿a cuántos gramos de alcohol en sangre equivale?
Según detalló Tejada a este medio, la medición utilizada por los profesionales hepatólogos -y acatada a nivel internacional- para medir la cantidad de alcohol en sangre es la Unidad de Bebida Estándar (UBE).
Esta unidad equivale a 10 gramos de alcohol en sangre y, de acuerdo con lo establecido por diferentes organismos de salud, “una UBE ya puede generar daños” en nuestro cuerpo.
A cuánto equivale una UBE en diferentes bebidas:
- Una UBE (10 gramos de alcohol) equivale a 250 mililitros de Cerveza (media pinta);
- Una UBE (10 gramos de alcohol) equivale a 125 mililitros de Vino (una copa);
- Una UBE (10 gramos de alcohol) equivale a 60 mililitros de Gin;
- Una UBE (10 gramos de alcohol) equivale a una medida de Whisky (10 mililitros).
La profesional aclaró que los efectos del alcohol en el cuerpo son inmediatos: “Se absorbe fácil y a los cinco minutos ya ingresa en sangre. De igual forma, pasa rápido al sistema nervioso y actúa como depresor de las funciones”. Asimismo, puntualizó que, según el peso o género de una persona, puede actuar de diferentes formas.
En las mujeres se constató que, debido al índice de masa corporal, la cantidad de alcohol que se necesita para hacer daño es mucho menor que en el caso de los hombres. En este sentido, destacó que “más de dos tragos en una mujer y más de cuatro en un hombre ya representan un riesgo de desarrollar enfermedades hepáticas”.
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Alcohol al volante: los peligros del consumo excesivo y su impacto en la salud
Además, estos escenarios pueden agravarse cuando la persona que bebió debe conducir, lo que implica no solo un prejuicio para su integridad física, sino también la de terceros. Con una alcoholemia entre 0,5 g/l y 2 g/l, el individuo puede presentar fallos en la coordinación motora. Cuando se excede ese valor, el alcohol afecta otras funciones neurológicas, como la capacidad de mantenerse en alerta o de hablar y comprender correctamente. Con niveles mayores a 3 g/l, las probabilidades de sufrir un coma etílico o una enfermedad hepática son mucho más elevadas.
Calculador de riesgos por el consumo de alcohol
- Consumo de riesgo: casos en que se ingieren más de dos unidades de UBEs (más de 20gr para mujeres y más de 30gr en hombres)
- Consumo perjudicial: es cualquier tipo de consumo, sin importar la cantidad de alcohol ingerido, que puede derivar en consecuencias para la salud física de la persona que tomó o en un tercero. Por ejemplo: los accidentes por alcohol al volante.
- Consumo excesivo episódico o “Binge drinking”: ingesta de 5 o más bebidas alcohólicas en hombres, y 4 o más en mujeres, en un lapso de aproximadamente 2 horas.
Respecto de este último caso, Tejada precisó que “el problema con el consumo excesivo es que puede derivar en un coma etílico, pero muchas veces no se llega a eso, sino que llega a un daño hepático”. Ambos casos son de igual importancia, ya que si bien el hígado “es un órgano muy noble” y “no suele dar síntomas” cuando lo hace “nos habla de gravedad y, muchas veces, de enfermedades avanzadas”, explicó.
“El alcohol es otra droga, en ningún punto es beneficioso para la salud”, afirma Tejada Rico.
Endurecen las multas por conducir alcoholizado en Mendoza
En un esfuerzo por reducir los accidentes viales y concientizar sobre la ingesta de alcohol al volante, el Gobierno de Mendoza promulgó una ley para endurecer las multas y sanciones a conductores que se encuentran en estado de ebriedad.
De 0,2 en el caso de bicicletas con o sin motor, motocicletas y/o ciclomotores y de 0,5 en el caso de automóviles a 0,99 gramos de alcohol en sangre, las sanciones pecuniarias oscilan entre las 3.000 a 6.000 unidades fijas ($ 381.000 a $ 762.000).
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En el caso de aquellos conductores que superen el 1 gramo de alcohol en sangre, la multa va desde las 4.000 hasta las 11.000 Unidades Fijas ($508.000 a $1.397.000). Asimismo, los infractores enfrentan hasta 120 días de cárcel y la inhabilitación que puede oscilar entre los 90 y los 545 días, dependiendo de cada caso y la decisión del juez interviniente.
¿Cómo se mide el nivel de alcoholemia en una persona? De acuerdo con Tejada, el grado de alcoholemia se calcula al dividir los gramos de alcohol puro ingeridos, por el peso en kilos del consumidor multiplicado por 0,7 (0,6 en el caso de mujeres). Por ejemplo: si un hombre pesa 70 kilos e ingirió 40 gr de alcohol (4 copas de vino) arrojará un resultado postivo en 1.2 gr de alcoholemia.
El efecto del alcohol en el cuerpo: qué enfermedades provoca
Los profesionales de la salud reiteran que disminuir la ingesta de alcohol etílico es los más beneficioso para la salud, ya que de la única forma que este "no genera daño" en el cuerpo es cuando se encuentra "en niveles cero".
Sofía Tejada reafirma esto, y señala: “Se entiende que estamos en una sociedad donde se consume bastante alcohol. Está muy arraigado en nosotros y, sobre todo, en Mendoza", pero "lo más efectivo para reducir la mortalidad por estas enfermedades" es la abstinencia.
Entre algunos de las consecuencias que puede tener la ingesta masiva de alcohol etílico, se encuentran las enfermedades hepáticas o el alcoholismo (afección psiquiátrica que genera dependencia). Sin embargo, Tejada destacó que las primeras pueden darse "con el consumo de cualquier cantidad de alcohol".
En síntesis, el consumo de alcohol puede incrementar el riesgo a padecer afecciones como:
- Hígado graso;
- Hepatitis;
- Diferentes tipos de cáncer (por ejemplo, de hígado, de cabeza, de estómago, entre otros);
- Ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares;
- Trastornos neurológicos, episodios de desorientación, alteraciones en la memoria.
- Otras consecuencias del consumo excesivo de alcohol pueden derivar en coma etílico, lesiones por caídas, alcoholismo o accidentes de tránsito.
Las alarmantes cifras del consumo de alcohol en Argentina
Los incesantes casos de alcohol al volante no son los únicos riesgos que conlleva la ingesta de las bebidas con contenido etílico. Según afirmó Tejada, “en Argentina, en los últimos 7 años ha aumentado un 50% el consumo en chicos de entre los 13 a los 17 años ”.
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Alcohol al volante: los peligros del consumo excesivo y su impacto en la salud
De hecho, se calcula que la edad de inicio de consumo es a los 13 años -con una tendencia a que cada vez sea a menor edad- y, entre los jóvenes de esa franja etaria, el consumo en mujeres aumentó superando al de los varones.
“Hay un 10% de las muertes, a nivel mundial, que están asociadas al alcohol, ya sea por accidentes viales o por un cáncer de hígado, osteoporosis o una hepatitis alcohólica”, publican desde el Gobierno nacional. Además, destacan que en Argentina mueren 8.000 personas al año por enfermedades vinculadas al consumo de bebidas alcohólicas.
Argentina es el segundo en consumo de alcohol en América del Sur: se estima un nivel de ingesta de alcohol puro por persona al año de 9,88 litros, según información provista por el Gobierno.
“Entre los trece o los veinticinco años, el patrón más grande es el consumo abrupto, en dos horas, de mucha cantidad de alcohol. Esto puede desencadenar una hepatitis alcohólica y generar una falla hepática", agrega la profesional, y señala que la problemática es aún más grave de lo que se percibe, por lo que la forma de abordarla interpela no solo al sistema de salud, sino también al ámbito educativo y a los gobiernos.