Mientras el Gobierno exhibe la estabilidad inflacionaria como un logro central de su política económica, la percepción de los trabajadores argentinos ofrece un cuadro bien distinto: la mayoría afirma que su salario no alcanza para cubrir las necesidades básicas y que la situación financiera personal se deterioró en los últimos meses.
Un reciente informe de la plataforma de empleo Bumeran, realizado en cinco países de la región y con 1.854 participantes locales, muestra que ocho de cada diez trabajadores en Argentina consideran insuficiente su ingreso mensual. Apenas un 14 por ciento asegura que logra llegar a fin de mes, mientras que el 26 por ciento declara que el salario solo dura dos semanas y un 24 por ciento lo destina por completo al pago de deudas.
El 72 por ciento de los consultados en Argentina reconoció estar endeudado. La distribución del gasto mensual refleja la presión de los costos fijos: el alquiler consume en promedio el 43 por ciento de los ingresos, seguido por alimentos (30 por ciento), pago de deudas (12 por ciento) y educación (cinco por ciento).
En un plano secundario quedan salud y transporte, con apenas tres por ciento cada uno. El estudio revela que el ahorro resulta casi imposible: solo el 11 por ciento de los trabajadores logra guardar parte de su sueldo, generalmente en proporciones mínimas, y con destino preferente a la compra de dólares, fondos de inversión o bonos.
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Los trabajadores argentinos aseguran que no llegan a fin de mes y más del 70% esta endeudado para gastos corrientes
Percepción negativa sobre el poder adquisitivo
Más allá de los discursos económicos del Gobierno y su afición por la contabilidad creativa de la macroeconomía, la encuesta refleja un sentimiento generalizado de pérdida de poder adquisitivo. El 58 por ciento de los trabajadores considera que su situación económica empeoró en los últimos meses, un 32 por ciento percibe estabilidad y apenas un 10 por ciento reconoce alguna mejora.
Este panorama genera que, ante la posibilidad de un aumento salarial, la mayoría proyecte un uso defensivo: el 37 por ciento lo destinaría a cancelar deudas y el 27 por ciento a ahorrar, mientras que el consumo (17 por ciento) y la inversión (16 por ciento) ocupan lugares secundarios.
aumento alarial
Voces empresariales y ajustes limitados
Los resultados del relevamiento abren un interrogante para las empresas respecto de la efectividad de los aumentos. Federico Barni, CEO de Bumeran en Jobint, planteó la inquietud: “Estos datos abren la pregunta de si los ajustes alcanzan realmente para acompañar el costo de vida y garantizar condiciones acordes para los trabajadores”.
Desde la consultora de talento High Flow aportan al informe una mirada complementaria. Según su cofundador, Federico Carrera, la inflación más contenida permitió extender los plazos de las negociaciones salariales, que pasaron de ajustes cada dos meses a cada cuatro. Sin embargo, la quita de subsidios y el incremento en servicios básicos como electricidad, gas, transporte y salud absorben gran parte de los ingresos, por lo que la sensación de mejora es casi nula. “Aunque haya ajustes, los márgenes empresariales son limitados y la percepción de los trabajadores es que no alcanza”, explicó.
Salarios: El telón de fondo es político
La distancia entre los indicadores macroeconómicos y la vida cotidiana de los hogares aparece como un punto crítico en un año marcado por el calendario electoral. El oficialismo muestra estabilidad de precios y equilibrio fiscal, pero los datos sobre endeudamiento y deterioro salarial introducen un matiz incómodo.
El estudio de Bumeran deja claro que la recuperación de la economía que pregona el Gobierno no se ve, ni de cerca, en los ingresos y bolsillos de los trabajadores y ciudadanos. El descontento por la pérdida de poder adquisitivo constituye un factor político de peso, capaz de erosionar el respaldo al oficialismo tal como lo vienen demostrando la mayoría de los turnos electorales realizados hasta el momento.
Trabajo: Una ecuación aún sin resolver
La fotografía que ofrece el relevamiento es la de un país en el que la mayoría de los trabajadores no logra cubrir con sus ingresos el mes completo, y donde la preocupación principal es atender deudas y obligaciones básicas antes que proyectar consumo o inversión.
Sin un Gobierno que promueva el trabajo y corporaciones empresariales que juegan el mismo juego que el oficialismo de atraso de salarios, la recuperación económica de la Argentina es solamente un cuento de hadas.