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Nuevo mapa social de Argentina: tres realidades distintas

La creciente brecha entre las clases sociales en Argentina se ha vuelto cada vez más evidente en los últimos años.

Los políticos, sociólogos y economistas argentinos siempre diferenciaron en este territorio tres grupos de clases sociales, coloquialmente llamadas clase alta, media y baja. El país se caracterizó durante décadas por una movilidad social, que permitía el contacto y vínculo entre clases, e incluso pasar de una categoría a otra. En la actualidad los expertos señalan, que independientemente de la gran cantidad de igualdad de oportunidades que ofrece el Estado, la movilidad social se acota y el contacto entre clases sociales se achica.

Según analistas y observadores, en la ciudad de Buenos Aires, lo único que comparten los diferentes estratos es el endeudamiento y la solicitud de préstamos bancarios. Las tres realidades que componen el mapa social de Argentina son cada vez más distintas y todas ven empobrecido su capital, independientemente de si es grande o pequeño.

Expertos señalan como los principales factores de empobrecimiento a la suba del dólar, la pérdida del valor monetario y sobre todo los altos índices de inflación. Según el último informe del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), en marzo de este año el Índice de Precios del Consumidor fue de un 104,3% en su variación interanual. La inflación proyectada espera un 110% para el cierre del semestre y el escenario preocupa cada vez más a todos los escalafones sociales.

Fernando Moiguer, un economista experto en negocios puso en palabras este fenómeno social, expresando que cada vez se reducen más las chances de que la clase media se acerque a los ingresos y privilegios de la clase alta. Según Moiguer el 93% de la clase alta del país es crónica y la movilidad social es cada vez más difícil, independientemente de que se sostengan los ingresos por largos periodos de tiempo.

“Las tres argentinas”, como llaman los expertos a las nuevas clases sociales, tienen contacto físico reducido, pero tienen una crisis en común. Todos comparten la necesidad de acudir a entidades bancarias para satisfacer sus necesidades básicas, la compra de muebles, servicios y otros bienes, solicitando préstamos o abonando con otras herramientas financieras como tarjetas de crédito, débito o billeteras virtuales.

Según uno de los análisis de finanzas que realiza una consultora local en Argentina, el 73% de la clase alta paga sus gastos generales con tarjeta de débito o crédito, además de invertir en plazos fijos. Por otro lado, bajando un escalón, la clase media abona un 30% en efectivo, un 25% con billeteras virtuales y el 45% restante con crédito o débito. Por último, la clase baja, con menos recursos y herramientas financieras, paga el 60% de sus gastos de contado con efectivo.

En cuanto a las deudas, que se registran en la Central de Deudores del Banco Central de la República Argentina, los expertos informan que más de la mitad de la clase baja ha contraído alguna deuda, mientras que en la clase media solo el 44%. En el caso de la clase alta, el porcentaje es de 31% de deudores activos.

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