17 de noviembre de 2025
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Procesos electorales

Elecciones en Chile: Camino a una disputa tradicional en una sociedad que no suelta a Pinochet

Chile enfrenta un balotaje decisivo entre Jara y Kast, en un escenario polarizado donde el voto Parisi y el avance de la derecha redefinen el panorama político.

Por Marcelo López Álvarez

La primera vuelta de las elecciones presidenciales en Chile dejó un escenario complejo, marcado por una victoria exigua de la candidata oficialista, Jeannette Jara, y por el ascenso consolidado de un bloque de derecha que llega fortalecido al balotaje del 16 de diciembre.

El proceso electoral no estuvo exento de sorpresas que dejaron otra vez muy mal parados a los encuestadores y muestran que Augusto Pinochet, a pesar de los años, sigue presente con fuerza en la sociedad chilena.

Una mayoría que parece difícil de construir ya que no aparecen votantes cercanos al oficialismo, más allá de una parte de quienes apoyaron la opción sorpresa de Franco Parisi, que aprovechó la dispersión de la derecha para colocar su propuesta de centroderecha en el tercer lugar de las preferencias de los votantes.

Tampoco Jara parece tener espacio para buscar votos entre quienes no votaron, ya que en estas primeras elecciones de carácter obligatorio sobre un padrón de 15,7 millones votaron 13,5 millones.

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El resultado provisorio de las elecciones en Chile. (Gráfico gentileza BioBio)

El resultado provisorio de las elecciones en Chile. (Gráfico gentileza BioBio)

El gran ganador

En contraste, José Antonio Kast, referente de la ultraderecha (hasta que llegó Kaiser y se ubicó más a la derecha aún), quedó apenas tres puntos por debajo de la candidata del oficialismo, pero con un respaldo político más robusto. El desempeño legislativo de su sector, sumado al rápido apoyo recibido por figuras derrotadas en la primera vuelta, lo posiciona con ventaja para la segunda fase de la contienda.

Kast trae en su sangre su opción política, hijo de Michael Kast, un teniente 1º del Ejército alemán afiliado al partido nazi que se refugió en Chile después de la Segunda Guerra y se transformó en un poderoso empresario del rubro de los fiambres y encurtidos y activo colaborador y militante de la dictadura de Augusto Pinochet.

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José Antonio Kast muestra su documento, después de votar en las elecciones de Chile. Ahora es el favorito para ser el próximo presidente chileno.

José Antonio Kast muestra su documento, después de votar en las elecciones de Chile. Ahora es el favorito para ser el próximo presidente chileno.

Un triunfo que no despeja incertidumbres

Jara celebró una victoria insuficiente. Las expectativas en su comando superaban el 30% de los votos y confiaban en una distancia más holgada respecto de Kast. Su mensaje tras conocerse los resultados estuvo enfocado en tender puentes hacia los electores de los candidatos que quedaron en el camino, destacando propuestas puntuales de Franco Parisi, Evelyn Matthei, Harold Mayne-Nicholls, Marco Enríquez-Ominami y Eduardo Artés. Fue un gesto calculado, aunque aún sin una estrategia clara de captación de apoyos.

El desafío central del oficialismo será (reiteramos) interpelar al votante de centro, en particular al electorado que acompañó a Parisi, quien sorprendió al alcanzar el 19,69% y ubicarse como tercera fuerza. Sin embargo, su caudal no será fácilmente transferible: el propio Parisi se negó explícitamente a respaldar a cualquiera de los dos finalistas y exhortó a ambos a “ganarse la calle”.

El desempeño de Jara quedó por debajo del techo natural del oficialismo, un dato que complica su proyección hacia el balotaje. Su condición de militante del Partido Comunista agrega un elemento más al debate, en un clima político donde las categorías ideológicas suelen ser utilizadas como mecanismo de estigmatización.

Kast capitaliza el voto de derecha

En la vereda opuesta, Kast logró en pocos minutos unificar la mayor parte de la derecha. Evelyn Matthei, quien terminó en un distante quinto puesto tras una campaña errática, se presentó en su comando para expresar apoyo inmediato. Johannes Kaiser, de discurso extremo y considerado un émulo de Javier Milei, también anunció su respaldo sin reparos.

El avance del sector se reflejó, además, en la elección legislativa: el conglomerado de Kast pasó de 14 a 32 diputados, mientras que la derecha tradicional sufrió una caída significativa. Este reordenamiento parlamentario anticipa un escenario en el que un eventual gobierno de Kast contaría con un Congreso más afín que en intentos anteriores.

El peso del factor Parisi

Uno de los elementos más decisivos del proceso fue el sorpresivo desempeño del Partido de la Gente. Con 14 escaños asegurados hasta el cierre de la edición y casi un 20% en la presidencial, Parisi se consolidó como actor clave y disputado. Su presencia reconfigura el tablero y refuerza la idea de que el electorado chileno está buscando alternativas por fuera de los polos tradicionales.

Una campaña marcada por la disputa ideológica

La segunda vuelta tendrá todos los elementos de un viejo conflicto ideológico chileno, con resonancias históricas que remiten tanto al gobierno de Salvador Allende como al ciclo posterior al retorno democrático. El choque entre progresismo y pinochetismo vuelve a ocupar el centro de la escena, aunque hoy se da en un contexto regional e internacional mucho más polarizado.

En este clima, el desafío para Jara será mostrarse como una figura capaz de construir una coalición amplia y moderada, una estrategia que algunos sectores progresistas en la región consideran indispensable para enfrentar a derechas radicalizadas. Kast, por su parte, intentará capitalizar un sentido común que en muchos países se ha desplazado hacia posiciones conservadoras y autoritarias.

Un país ante una encrucijada

El lema nacional de Chile, “por la razón o la fuerza”, vuelve a resonar en este momento decisivo. El balotaje pondrá a prueba no solo la capacidad de los candidatos para ampliar sus bases, sino también la madurez política de una sociedad que se encuentra en plena redefinición ideológica. Lo que ocurra el 16 de diciembre no solo marcará el rumbo interno, sino también cómo se ubica Chile en una región impactada por el avance de liderazgos disruptivos y modelos polarizantes.

Al fin y al cabo, en estos tiempos de simplificación, todo parece reducirse a discernir si Donald Trump podrá poner a Chile en su lista de nuevos buenos amigos junto a la Argentina o lo dejará en la imaginaria lista de “comunistas”, aunque la categoría sea la menos descriptiva de la realidad mundial.

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